Como si fuéramos los dueños de Dios...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del 18 de agosto de 2002, Domingo XX del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. A VECES NOS COMPORTAMOS COMO SI FUÉRAMOS LOS DUEÑOS DE DIOS... Damos por supuesto que le podemos pedir en nuestra oración todo lo que nos parece necesario, y Él, si de verdad nos quiere, nos tiene que responder, a nuestra manera y en nuestros tiempos. Y si las cosas no suceden como lo esperamos, puede ser que nos enojemos con Dios, pensando que Él tiene que estar a nuestro servicio, y que por lo tanto tiene que hacer todo según nuestras necesidades. A veces podemos pensar que nuestra fidelidad y nuestro amor a Dios son el premio que le damos por haber respondido a nuestros ruegos...
 
Los argentinos quizás vamos más allá que otros, y hemos sido un poco soberbios. Le hemos puesto a Dios nuestros colores y nuestra camiseta. Decimos que "Dios es argentino", y muchas veces nos hemos creído con derechos especiales sobre Él, y nos hemos creído nosotros mismos especiales, "los mejores del mundo"... ¿Cómo no vamos a ser campeones del mundo en cualquier deporte, o los más inteligentes, o los más vivos? ¿Cómo puede ser que ahora que necesitamos un poco más de ayuda nos den vuelta la cara, y nos larguen duros, con todas las dificultades que tenemos...?
 
Pero la verdad es que no somos dueños de Dios, y ni siquiera somos dueños del mundo, ni mucho menos. En realidad, hace ya un tiempo que venimos dándonos cuenta que somos como cualquier hijo de vecino. Vamos aprendiendo a fuerza de golpes que el que las hace las paga, y que hay que asumir las consecuencias de los errores. Que si pedimos prestado tenemos que devolver lo que nos han dado. Que si tardamos en devolverlo, la próxima vez nos van a cobrar un interés más alto. Que si no lo devolvemos, no nos prestan más... La realidad, entonces, nos va enseñando, entonces, que:
 
2. DIOS NO ES NUESTRO. ES AL REVÉS, NOSOTROS SOMOS DE DIOS... Dios nos ha levantado del piso, nos ha rescatado de nuestras miserias, nuestras mezquindades y nuestros pecados. Dios nos ha encontrado tirados por el piso y nos ha rescatado con su misericordia y con su amor. No podemos ponernos delante de Dios como quien exige sus derechos, pretendiendo que haga todo lo que nosotros queremos. En realidad, lo que nos sirve es darnos cuenta de lo que Él ha hecho de nosotros, y con un corazón agradecido responderle con amor.
 
Es la fe, como la que Jesús alaba en la mujer cananea, la que nos lleva a darnos cuenta que de Dios hemos recibido todo, y que de Él para nosotros todo es regalo, don. Quizás estamos demasiado acostumbrados a tener siempre todo sobre la mesa, y somos un poco como los hijos malcriados, que no valoran todo lo que han recibido de los padres. Quizás sea tiempo de aprender un poco la actitud humilde de los cachorros que se conforman con las migas que caen de las mesas de sus dueños, sabiendo por otra parte que Jesús va mucho más allá de los límites de esta imagen, ya que no nos trata sólo con migajas, ni como cachorros, sino como a hijos y con toda la fuerza de su misericordia y su amor.
 
Cuando tomamos conciencia de que de todo es don de parte de Dios, es más posible que podamos poner remedio a nuestra soberbia, y nos demos cuenta que todo lo que hemos recibido es para compartir, ya que finalmente sólo se puede tiene lo que se está dispuesto a dar...
 
3. DIOS QUIERE PARA TODOS SU AMOR, SU MISERICORDIA Y SU PERDÓN... En Dios los preferidos son todos, nadie queda fuera de su amor. Y en la medida en que nos damos cuenta que de Dios lo hemos recibido todo, también vamos a descubrir que somos llamados a ser testigos de tanto don. Dios quiere que también a través de todos y de cada uno de nosotros les lleguen a todos los mismos signos de su amor, su misericordia y su perdón. Para nosotros la caridad no es un deber impuesto desde afuera sino simple gratitud a Dios, que es Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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