No todo tiene precio...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 16 de junio de 2002, Domingo XI del Tiempo Ordinario, y día del Padre. Me basé en las siguientes frases de la Escritura:
  1. Ahora, si escuchan mi voz y observan mi alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece (Exodo 19, 5).
  2. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la ira de Dios (Romanos 5, 8-9).
  3. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente (Mateo 10, 8).

 
1. QUEDAN POCAS COSAS GRATIS, CASI TODO TIENE PRECIO... Cada centímetro de la carrocería de un coche de carrera, o del mameluco del corredor, tiene precio porque puede usarse para propaganda. Lo mismo podría decirse de la ropa de cualquier deportista de un deporte profesional. El colmo: ayer, durante el partido de los pumas, varios minutos hubo un jugador argentino en el piso, y algunas personas que lo atendían. Se podía pensar que tenía algún golpe fuerte... No, simplemente, le estaban cubriendo una propaganda que tenía en su casco protector que, parece, no contaba con el permiso... Evidentemente en ese clima, es fácil que también tenga un precio ganar, y otro precio perder..
 
Mismo el día del padre, comenzado en los Estados Unidos como una inquietud puramente celebrativa por una huérfana de madre y un padre que cubría los dos roles. Nació como una fiesta llena de afecto y reconocimiento, y los comerciantes la fuero llenando de precios...
 
Sin duda, hay cosas que no tienen precio, que no se pueden evaluar porque su valor es literalmente incalculable, y a ellas hay que prestar atención preferente, porque suelen ser las más valiosas. Así pasa con todo lo que viene de Dios, que nos colma de dones gratuitos, que llegan a nosotros a través de sus instrumentos...
 
2. DIOS DISTRIBUYE SUS DONES GRATUITAMENTE, A TRAVÉS DE SUS INSTRUMENTOS... De Dios hemos recibido el don de la vida, y su discreción ha querido que llegara a nosotros a través de los padres, que son para esto sus instrumentos.
 
También la fe nos ha llegado de la misma manera. Dios, que podría haber prescindido de otros, ha querido ser consecuente con su elección, y siempre elige los instrumentos. Llamó a los apóstoles, los hizo distribuidores de muchos de sus dones. La Palabra de Dios, el Evangelio, y los signos más eficaces de su amor, los sacramentos, los puso en sus manos, haciéndolos pastores y enviándolos a sembrar y recoger los frutos de sus dones, a través de su ministerio. Esto se puede decir también de los padres (y quizás por eso nos suelen decir a los ministros "padre"...).
 
Es claro que de parte de Dios todo es don, que nace del amor. Ha querido dar su vida, morir por nosotros, cuando todavía éramos pecadores (nos recuerda hoy San Pablo), y de la misma manera ahora somos salvados por su vida, la de Jesús resucitado... Pero además, es claro, por lo que han significado nuestros padres en la vida y nuestros padres en la fe (aquellos que nos la dieron y alimentaron desde el inicio, con sus palabras, sus gestos y sus ejemplos), que Dios nos ha entregado sus dones a través de los instrumentos que Él mismo elige.
 
Se puede pagar con dinero lo que tiene precio. Pero el Amor, sólo con amor se paga... Por eso, tanto don recibido, la vida y su cuidado a través de los padres, la fe y todo lo que a partir de ella se ha multiplicado en nuestra vida, tiene su propia moneda de cambio:
 
3. LA GRATITUD DEL CORAZÓN NOS LLEVA A COMPARTIR TODO LO RECIBIDO... Todo lo que hemos recibido gratuitamente de Dios es, al mismo tiempo que un don, una tarea y una responsabilidad, como una semilla a la que nos toca hacer germinar, para compartir sus frutos. Así como no hay mejor medio de agradecer a nuestros padres el don de la vida que hacerlos participar de los frutos que en ella damos, así también nuestra gratitud con Dios se expresa del mejor modo cuando hacemos a todos los demás partícipes de los frutos que de Él hemos recibido. Y así como los Apóstoles fueron elegidos, con nombre y apellido, para dar testimonio del don de la fe por ellos recibido a través de su tarea apostólica, y de esa manera dar gratuitamente lo que ellos mismo de esa manera había recibido, también nosotros hemos sido llamados a hacer crecer en nosotros ese don gratuito de Dios siendo sus testigos...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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