Construir
la
familia y el país...
Queridos amigos:
Aquí va mi predicación del Domingo 30 de Diciembre de 2001, Solemnidad de
la Sagrada Familia. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas
de hoy:
- El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es
como quien acumula un tesoro (Eclesiástico 3, 3-4).
- El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a
su madre es maldecido por el Señor (Eclesiástico 3, 16).
- Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de
sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la
humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y
perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra
otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo,
revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección (Colosenses 3, 12-14).
- Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció
en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a
Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar
al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su
madre, y se fue a Egipto (Mateo 2, 13-14).
- Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a
José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su
madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que
atentaban contra la vida del niño». José se levantó, tomó al niño y a su
madre, y entró en la tierra de Israel (Mateo 2, 19-21).
1.
AL MOMENTO DE NACER SOMOS LA CRIATURA MÁS INDEFENSA... Necesitamos todo: que nos
alimenten, que no cuiden, que nos den calor, que nos limpien. Si nos dejaran
solos, moriríamos inmediatamente. Lo mismo le pasó a Jesús, que aún siendo Dios,
al nacer niño se sometió a las necesidades de nuestra naturaleza humana.
(Quizás los argentinos nos sintamos hoy más o menos en esas condiciones de
necesidad total: también estamos indefensos, acorralados, avasallados,
despojados, sometidos, asaltados, frustrados, desprotegidos, ... añorando las
condiciones mínimas que nos permitan subsistir).
2.
Por eso, el nacimiento de Jesús tuvo su lugar apropiado en el seno de una
familia. LA VIDA, DON DE DIOS, CRECE EN LA FAMILIA, IMAGEN DE DIOS... La vida de
Jesús, dependió en su origen, de José y de María. Ambos, en primer lugar,
aceptaron este don de Dios, y el llamado a cuidar de Él. Lo alimentaron, lo
ayudaron a crecer, aunque esto les complicara mucho la vida, ya que les hizo
cambiar muchas veces de planes: tuvieron que huir a Egipto, y volver de allí
como repatriados.
El misterio de Dios tomó una dimensión tan familiar. En la familia de
Jesús, María y José, hubo autoridad, decisión, obediencia, oración. José
obedeció a Dios, y a él lo obedecieron Jesús y María. El Hijo de Dios creció
humanamente en una familia, que fue imagen de Dios...
3. Esto nos muestra que el contexto humano para vivir es el de la familia.
Las actitudes que hoy nos hacen falta, son las que se fraguan en la familia.
Nosotros, como elegidos de Dios, piensa San Pablo (y la realidad nos lo pide a
gritos), necesitamos revestirnos de sentimientos de profunda compasión. Las
urgencias de hoy nos llevan a practicar no sólo el ejercicio del reclamo, sino
también de la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Hoy se
hace necesario que cada uno sirva de sostén, de apoyo, de soporte, al que tiene
al lado. Eso significa "soportarse" los unos a los otros, en
el sentido más noble y positivo: no sólo "aguantarse" al otro, sino sostenerlo.
También nos hace falta, siguiendo a San Pablo, perdonarnos mutuamente siempre
que alguien tenga motivo de queja contra otro. Nos hace falta encender un
fuego que no se apague, capaz de dar "calores de dulce hogar" (decía Machado, en
una poesía que algún día les
recordaré). Y ese fuego, que es el amor, sólo se
prende bien en la fragua de la familia.
Esto puede reclamar de nosotros en este momento mucho esfuerzo y trabajo.
Pero no hay por qué achicarse o esquivarle el bulto: LA FAMILIA Y EL PAÍS SE
CONSTRUYEN AL CALOR DEL HOGAR Y DEL TRABAJO...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: