No hay imposibles, tampoco hoy...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 19 de mayo de 2002, Domingo de Pentecostés. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:
  1. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse... "todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios" (Hechos 2, 4 y 11).
  2. Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común (1 Corintios 12, 3-7).
  3. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan» (Juan 20, 21-23).

 
1. NO SABEMOS POR DÓNDE EMPEZAR, SI TENEMOS POR DELANTE UNA TAREA IMPOSIBLE... Por ejemplo, quizás cuando encontramos que hay una gotera en el techo de la casa, nos damos cuenta también que está floja la pintura de la puerta, y de repente no acordamos que está gastado el cuerito de una canilla que hace rato gotea... O si no, se nos juntan papeles sobre el escritorio, que vamos a ordenar "mañana", y cada vez son más, y cuando llega ese "mañana" no sabemos ya dónde ponerlos, y no terminamos de arrancar con el arreglo. Muchas veces ,un montón de cosas sencillas de hacer se nos amontonan de tal modo que se convierten en una tarea imposible...
 
¿No nos estará pasando algo por el estilo en nuestra querida y sufriente patria, donde van quedando pendientes tantas cosas que todos sabemos que hay que hacer (sanear la administración, purificar los poderes legislativo y judicial, comenzar la educación de un espíritu ciudadano y solidario...), que nos hacen pensar que ya, ahora, se trata de una trea imposible y sin salida?
 
2. Pero "no hay imposibles para Dios". EL ESPÍRITU SANTO HACE CON NOSOTROS EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO LO QUE SOLOS NO PODEMOS HACER... A los Apóstoles les encarga una tarea que podía parecer imposible: les da el Espíritu Santo para que lleven la paz y el perdón a todos los rincones del mundo, es decir, les encarga la inmensa tarea de reconciliar el mundo, y todos sus habitantes, con Dios, con el don del Espíritu Santo.
 
Y a nosotros Dios nos da su Espíritu Santo para enfrentar "los imposibles" de hoy. Dios, que puede hacer todo por su cuenta, quiere hacer con nosotros, porque para eso nos hizo semejantes a él, libres y artífices de nuestro destino. Para eso no da el Espíritu de Jesús, el que animó a los Apóstoles, el que nos hace participar de la Vida de Jesús, ganada en la Resurrección, y regalada a cada uno de nosotros en el Bautismo.
 
Ahora, como dice San Pablo, en cada uno el Espíritu Santo se manifiesta para el bien común. Por esta razón, cada uno de nosotros podemos y debemos hacernos responsables de lo que el Espíritu Santo pone en nosotros para contribuir al bien común, ese bien que es necesario, y previo al bien de cada uno, sin el cual no hay un bien para cada uno...
 
3. CON EL ESPÍRITU SANTO, ESTAMOS LLAMADOS A DAR FRUTOS PARA EL BIEN COMÚN... El Espíritu Santo nos anima a todos y a cada uno, para hacer lo que nos toca, en la Iglesia y en el mundo, de manera que podamos aportar al bien común. Esto también sucede en la Argentina de hoy.
 
Quiere decir que Dios pone su parte, para que, entre todas lasa cosas que urgen, cada uno pueda empezar a hacer mejor, y decididamente bien, lo que le toca a cada uno. Simplemente, tenemos que hacer extraordinariamente bien las cosas simples y ordinarias propias de cada uno, y también las más complejas.
 
El "cuerpo" social se reconstruirá lentamente, paso a paso, desde sus células más primarias, cada uno de nosotros y nuestras familias, hasta la resurección esperada de una patria enferma, no sólo de incompetencia e corrupción, sino también, y quizás fundamentalemente, de irresponsabilidad e individualismo, si empezamos, animados y asistidos por el Espíritu Santo, a enfrentar los "imposibles" de hoy...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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