Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 28 de abril de 2002, Quinto Domingo de Pascua.
Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los
helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendían
a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los
Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que
descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir
las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres
de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros
les encargaremos esta tarea" (Hechos 6, 1-3).
- Al acercarse al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres
pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de
piedras vivas, son edificados como una casa espiritual (1 Pedro 2, 4-5).
- No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí... Cuando haya
ido y les haya reparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos
conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes... Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí (Juan 14, 1.
3. 6).
1.
TODOS NECESITAMOS TENER UN TECHO DONDE PODER COBIJARNOS... Necesitamos un lugar
donde sentirnos seguros, un espacio donde podamos estar, un espacio para nuestra
libertad. Un lugar que nos contenga pero no nos oprima. Un espacio cálido y
acogedor, al que podamos llamar "Hogar". Un espacio donde no animemos a
compartir la vida y a abrirnos con confianza, sabiendo que nos apoyarán y
sostendrán. Un espacio para el encuentro, ya que estamos hechos para vivir no
sólo JUNTO, sino CON los demás...
En estos tiempos en los que de un día para otro se puede perder todo,
quizás podamos darnos cuenta más fácilmente que también la patria está llamada a
ser para todos, un lugar donde cobijarnos, un Hogar. Hoy, cuando a muchos les
falta el techo y muchas otras cosas, y quizás tengamos miedo que a nosotros
mismos nos pueda faltar...
De todos modos, cuando crece tanto esta preocupación, es bueno que tomemos
conciencia que ningún techo, ningún lugar, ningún Hogar en la tierra dura para
siempre, porque ni siquiera nosotros mismos duramos para siempre en esta tierra.
Todo es por ahora provisorio, y nosotros somos peregrinos. Hoy vivimos en la
tierra, pero en realidad somos ciudadanos del Cielo... Allí vamos, allí está
nuestra tierra y nuestra meta...
2.
JESÚS NOS PREPARA UN LUGAR EN LA CASA DE SU PADRE, EL HOGAR DEFINITIVO... Lo
hace desde el momento de su Resurrección, y en virtud de su Resurrección. Por
eso, no nos tienen que entristecer ni abatir las dificultades de la marcha.
Mientras vamos de camino puede faltarnos el calor, puede faltarnos el pan, y
hasta el techo, pero eso no alcanza para desalentarnos, mientras no nos falte la
meta a la que Dios nos invita y Él mismo nos ayuda a alcanzar... Hay muchas
habitaciones en la Casa de Dios nuestro Padre, por eso, comenzamos a prepararnos
para el Cielo y a experimentar algo de lo que aquello será, cuando
experimentamos la comunión con los demás y no ocupamos no sólo de nuestro techo,
sino también, y especialmente del de aquellos que hoy no lo tienen, y nos lo
pueden reclamar desde su indigencia y necesidad...
3.
Necesitamos un camino seguro que nos lleve a nuestro hogar, una verdad firme a
la que aferrarnos y una vida que no se acabe... JESÚS ES EL CAMINO SEGURO, LA
VERDAD FIRME, LA VIDA QUE NO SE ACABA... Como Buen Pastor, nos toma en su brazos
y nos lleva de la mano...
Jesús es el Camino seguro, que Él mismo recorrió primero. Es el camino del
amor a Dios y a los hombres, es el camino de la pobreza y el desprendimiento, de
la confianza en Dios, Padre providente...
La Verdad de Jesús es firme: no tiembla, no cambia. Está en cada página del
Evangelio con el que Dios nos habla, está en las Bienaventuranzas...
Y la Vida de Jesús es la que no se acaba: es la Vida del Resucitado, es la
Vida que puede con la muerte, es la Vida que nos hace falta y en la que nos
podemos confiar.
Sólo nos queda ponernos en marcha, recorrer el Camino, sabiendo que es
Verdad, y que nos lleva a la Vida, en la que Jesús nos ha preparado un lugar, un
HOGAR DEFINITIVO, QUE VALE LA PENA ALCANZAR...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: