Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 21 de abril de 2002, Cuarto Domingo de Pascua.
Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "A ese Jesús
que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías". Al oír estas
cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los
otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?". Pedro les respondió:
"Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les
sean perdonados los pecados" (Hechos 2, 14. 36-38).
- Si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí
es una gracia delante de Dios... El llevó sobre la cruz nuestros pecados,
cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para
la justicia (1 Pedro 2, 20 y 24).
- «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de
las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante... Les
aseguro que yo soy la puerta de las ovejas... Yo soy la puerta. El
que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su
alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he
venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia» (Juan
10, 1. 7. 9-10).
1.
SE VE QUE JESÚS SABÍA LO QUE PASARÍA EN LA ARGENTINA DE HOY... Nos habla del
corral (en la Argentina, que es un país "chiquito", hablamos del "corralito"),
de la puerta, de los ladrones y asaltantes...
Los ladrones tratan de no ser vistos, por eso, en lo posible, no entran por
la puerta, sino por cualquier otro lado. Así vemos hoy ladrones que se meten en
los bolsillos de la gente, indefensa y a merced de los que toman las decisiones,
en los que ya no se confía. Se cierran bancos, se deciden feriados bancarios, y
los únicos que pueden sacar ventajas son los que entran o salen del corral
(corralito) por cualquier parte menos por la puerta... Hoy todos corremos el
peligro de quedarnos en una lucha estéril, de todos contra todos, en la que ya
no queden ni corral, ni puertas, ni meta, ni rebaño...
2.
JESÚS ES LA PUERTA. SÓLO POR ÉL SE ENTRA A LA VIDA ETERNA... Por Él, y sólo por
Él, se pasa para encontrar la Vida en abundancia, que Él nos ha venido a traer.
El Cielo, la Vida eterna, es el único corral que vale la pena, y sólo por Él se
entra.
Allí no hay lugar para ladrones y salteadores, para coimeros, chantas y
aprovechadores, para corruptos, irresponsables y avivados, que viven a costa de
los demás, si no se convierten y cambian, y se deciden a entrar a través de
Jesús, que es la única Puerta...
Jesús nos muestra el camino: hacer el bien, pensando en los demás antes que
en nosotros mismos. Y si, "a pesar de" hacerlo, o justamente "a causa de"
hacerlo nos toca sufrir, esto sí que es una gracia delante de Dios, nos dice San
Pedro. Sirve como señal de que se va por la buena senda.
Y nos exhorta también San Pedro para que "muertos al pecado,
vivamos para la justicia". La justicia, que desde siempre se definió, de
manera elemental, como "dar a cada uno lo suyo". Esto significa que hoy, en
nuestra patria, no se trata tanto de buscar arreglos entre "los de adentro" o
"con los de afuera" para encontrar "la salida", aunque algunos se queden por el
camino, aún a precio de su vida, sino de sumar los esfuerzos, la dedicación y el
amor necesarios para dar al jubilado, al que busca trabajo, al ahorrista, lo que
puede esperar en justa correspondencia de los demás. El amor es el camino de
Dios, pero no nos olvidemos que la justicia es la primera faceta del amor, y la
injusticia clama al Cielo.
Jesús es claro: se trata de hacer el bien, de darlo todo por los demás,
hasta la propia vida, especialmente por los pobres, con quienes con amor se
identifica, y a
quienes les abre especialmente la Puerta.
3. Hoy se reza en toda la Iglesia por las vocaciones sacerdotales y
religiosas. Pidamos con confianza a Dios muchas VOCACIONES DE SACERDOTES Y DE
HERMANITAS QUE NOS LLEVEN A JESÚS, NUESTRA PUERTA... Pidamos al Señor muchas
personas dispuestas a dar su vida para nos sea visible la única Puerta del
corral al que vale la pena llegar, la Vida eterna...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: