Abre los ojos y desarma los miedos...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 7 de abril de 2002, Segundo Domingo de Pascua.
Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del
día:
- Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían
sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según
las necesidades de cada uno (Hechos 2, 44-45).
- Gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la
salvación dispuesta a ser revelada en el momento final... así, la fe
de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro
perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo
de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo
(1 Pedro 1, 5 y 7).
- Llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con
ustedes!»... Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis
manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo,
sino hombre de fe» Juan 20, 19 y 27).
1.
PASAN COSAS QUE DAN MIEDO, Y DAN GANAS DE QUEDARSE ENCERRADOS, en la casa, en el
cuarto, en la cama...
Desde nuestra patria dolorida podemos preguntarnos cuánto más se puede
seguir adelante sin ver una luz al final del camino, que nos muestre cómo se
sale de este atolladero... Todo parece gris, y la pregunta más frecuente para
todos es: ¿qué más se puede perder? (aunque es necesario tener en cuenta que
para muchos ya no hay nada que perder...).
Nosotros, que vivimos sostenidos por la fe, y tenemos el pulmón de la
esperanza, tenemos que preguntarnos, además: ¿qué podemos hacer?
2. Los Apóstoles también tenían miedo, y vivían encerrados, por temor a los
judíos. Sabían que Jesús había resucitado, y no se animaban del todo a creer.
Hasta que las apariciones los llevaron a la fe. A Tomás le costó más, pero fue
valiente, afrontó la duda y llegó a la fe...
HACE FALTA CREER: LA FE NOS ABRE LOS OJOS, DESARMA LOS MIEDOS Y NOS
AYUDA A VER... A nosotros, como a los Apóstoles, la fe nos da la certeza de que
Jesús ha resucitado. Nos da también la certeza de nuestra propia resurrección,
si viviendo con Jesús, morimos con Él. La fe nos garantiza, además, que el mundo
no se ha escapado de las manos de Dios. Que no estamos hechos para la guerra,
aunque ésta se extienda absurdamente por todos lados, sino para la paz. Que no
estamos hechos para la muerte, aunque ésta no faltará, sino para la Vida. Nos
garantiza que Dios es el Padre de todos, que la familia humana es una sola, y
que Dios quiere para todos la salvación eterna.
3. A los Apóstoles y a los primeros creyentes la fe les cambió la vida:
de estar encerrados por el miedo, pasaron a la alegría. Comenzaron a abrir las
puertas y, como nos relatan los Hechos de los Apóstoles (ese Libro de la Biblia
es como un relato completo del inicio de la Iglesia), vivían unidos y comenzaron
a compartir todo entre ellos, a ponerlo todo en común, al servicio de todos.
¡Qué curioso! LOS FRUTOS DE LA FE: VIVIR UNIDOS Y COMPARTIR, JUSTO LO QUE HACE
FALTA EN ARGENTINA...
Por lo tanto, nosotros, sin duda, podemos aportar mucho en esta hora
difícil y oscura, animándonos a tomar en serio y vivir a fondo nuestra
fe...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: