Los signos de la muerte y la Vida...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 31 de marzo de 2002, Domingo de Pascua. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:
  1. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él. Dios lo resucitó al tercer día (Hechos 10, 38 y 40).
  2. Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios (Colosenses 3, 1).
  3. El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada... Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó (Juan 20, 1 y 3-8).

 
1. NOS RODEAN Y AMENAZAN LOS SIGNOS DE LA MUERTE... Bastan algunos trágicos ejemplos:
 
a) Ustedes recordarán el atentado hace unos diez días en Lima, Perú, cerca de la embajada norteamericana. Allí murió el hermano de un amigo entrañable que recibe estas predicaciones, simplemente porque siguiendo sus buenas costumbres se acercó a ayudar cuando vio humo que salía de un auto, que fue el que explotó.
 
b) En Tierra Santa arrecia la violencia, fruto de un odio fratricida que encuentra sus raíces en actitudes tan inhumanas como las de Caín, por el que unos buscan borrar literalmente del mapa a los otros, y los otros también.
 
c) En nuestro país, la inconsciencia y la estupidez de algunos, y la torpeza de otros que permanecen encerrados en su terquedad, lleva a no tomar las medidas elementales que todos sabemos que hacen falta para acabar con esta mentira de un Estado que gasta lo que no tiene, aún sabiendo que es el mínimo paso necesario para que renazca la confianza que hace falta para empezar a producir. Y esto causa violencia. Hace que el clima de la convivencia se enrarezca cada vez más, se extienda la sensación de una lucha de todos contra todos, con su secuela de hambre, injusticia y muerte.
 
2. Dios no puede quedarse callado ante los signos de la muerte, como no se quedó callado ante el sepulcro de Jesús. DIOS RESPONDE A LOS SIGNOS DE LA MUERTE CON LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.
 
Dios remueve la piedra que tapa el sepulcro, porque la muerte no puede con Él. Como María Magdalena y los Apóstoles, también hoy nosotros vemos las huellas de Jesús resucitado:
 
a) El sepulcro vacío (hace casi veinte años celebré Misa dentro del sepulcro, y hace dos, durante el Año Santo, entré nuevamente en él, acompañado por algunos de los que hoy estaban compartiendo conmigo la Misa Pascual...).
 
b) Las apariciones a los Apóstoles, de las que ellos nos dan un testimonio vivo y contundente, ya que lo vieron, lo tocaron, hablaron y comieron con Él.
 
c) Nosotros también lo vemos cada día en que participamos en la Misa, entregándonos su Cuerpo y su Sangre, como aquel día en la Cruz.
 
Sólo nos hace falta hacer lo que hicieron María Magdalena y los Apóstoles, como nos muestra el Evangelio: ver y creer. En realidad, sólo nos hace falta convencernos de algo que es evidente: Dios puede más que la muerte, los signos de la muerte no pueden con Él. Y para convencernos de esto basta que aceptemos el regalo que Él mismo nos hace, cuando nos da la fe.
 
La fe en Jesús resucitado nos hace participar de su Vida. Con Él, nosotros también podemos derrotar a la muerte. Por eso, como nos dice San Pablo, resucitados con Jesús (por el bautismo, que hemos celebrado con entusiasmo en la Vigilia Pascual de anoche), busquemos los bienes del Cielo. Esto no significa que dejemos de vivir con los pies en la tierra, sino todo lo contrario. Porque, en realidad, la única manera de tener los pies bien puestos en la tierra, es clavar la mirada y atar el corazón firmemente al Cielo.
 
3. De esta manera, aunque rodeados por los signos de la muerte, tendremos el ánimo pronto para celebrar la Pascua, haciendo lo que Pedro nos dice que hizo Jesús: "pasó haciendo el bien". PARA CELEBRAR LA PASCUA, HAY QUE PASAR LA VIDA HACIENDO EL BIEN, COMO JESÚS...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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