Elegidos para responder...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, Miércoles 8 de diciembre de 2004, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, en el Hogar Marín, en la Misa en la que las Hermanitas de los Pobres, como todos los años en la misma fecha, renuevan sus votos de pobreza, castidad, obediencia y hospitalidad. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas del día:

 
Quijote1. LADRAN, SANCHO, SEÑAL QUE CABALGAMOS, DECÍA EL QUIJOTE, Y SEGUÍA TRAS SUS HAZAÑAS... El Quijote, tal como nos lo presenta Miguel de Cervantes, es un optimista natural, incapaz de dejarse doblegar por las más insistentes de las adversidades. Pero además, el Quijote, una vez dicha esa frase, no se queda hablando de los que ladran, sino del camino y de las aventuras que tenía por delante...

Nosotros, por nuestra condición de cristianos, también somos optimistas, pero no de una manera sólo natural, sino esencialmente teológica. Somos optimistas teológicos, porque nuestra fe nos muestra no sólo un camino que es posible recorrer, sino una meta hacia la que el Señor nos llama, que se encuentra plenamente realizada en María, Su y nuestra Madre. Igual que el Quijote, podemos decirnos, frente a los diversos ataques de diverso calibre que cada tanto se suceden, y últimamente de manera muy soez, contra los valores y las personas de nuestra fe, incluida la Virgen María: "Ladran, señal de que nuestra fe está viva...". Pero después, no vale la pena que nos quedemos hablando de los ataques que sufrimos, o de los que los hacen. Más provecho para nosotros, y para quienes "nos ladran" provendrá de celebrar y vivir a fondo nuestra fe, este don que el que Dios nos ha bendecido...

En este sentido, es muy bueno que el Cardenal Bergoglio, como los demás Obispos de nuestro país, ante los hechos agraviantes para la figura de Santa María Virgen, en vez de enfrascarse en luchas y críticas inútiles, nos hayan exhortado a la penitencia y a la oración, "por nuestros pecados y los de la ciudad", como el mejor modo de prepararnos y de celebrar la Fiesta grande que hoy tenemos por delante, en medio del Adviento, a los 150 años de haberse proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción...

LuzTodos nosotros necesitamos, cuando se hace oscuro el camino, una luz que brille con claridad para mostrarnos el camino. En los tiempos que ahora nos toca vivir, tan llenos de tinieblas y de oscuridad, no sólo en nuestra tierra sino en el mundo entero, esta luz se hace más urgente todavía...
 
Todos sabemos que Jesús es la luz resplandeciente que necesitamos, y a la que esperamos activamente una vez más, en este tiempo en el que preparamos la Navidad. Pero Jesús, Dios hecho hombre, que quiso nacer, vivir, morir y resucitar entre nosotros para salvarnos, siendo la luz plena, quiso anticipar su presencia con una Aurora que nos anticipaba el Sol naciente. Por eso quiso nacer de mujer y, siendo Dios, eligió su Madre desde toda la eternidad en María, preservándola de las huellas que en todos nosotros ha dejado pecado original, llamado así por ser el pecado que cometieron los primeros hombres en el origen (de esto nos habla toda la primera lectura de hoy, de la que he seleccionado la frase que nos muestra a la mujer que está por encima de la descendencia del pecado)...
 
Inmaculada2. MARÍA, INMACULADA DESDE EL PRIMER INSTANTE DE SU CONCEPCIÓN... Quiere decir que María, porque así lo quiso y así lo hizo Dios, fue preservada de la huella del pecado original, y nacida sin pecado, de tal modo respondió siempre y en todo con fidelidad a Dios, que conservó para siempre su integridad. Aunque desde siempre esto formó parte de nuestra fe, y ya los Santos Padres en los primeros siglos de la Iglesiase referían de una manera u otra a este misterio, fue el 8 de diciembre de 19854, hace 150 años, cuando el Papa Pío IX proclamó de manera solemne y definitiva el Dogma de la Inmaculada Concepción, afirmando: "La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano"....
 
Las Hermanitas de los Pobres, en todo el mundo, eligen esta fecha para renovar la consagración que de un día para siempre hicieron a Dios, porque María les sirve de modelo y les muestra el camino para ser fieles a Dios. Ellas renuevan hoy cuatro votos, que nos hablan a todos nosotros de lo que cada uno puede hacer en su respuesta a Dios. Aquí, en el Hogar María, además, la Hermanita Lucía se prepara para celebrar mañana los 55 años de su primera profesión, y los 50 de su profesión perpetua, de los votos con los que se consagró a Dios...
 
Ellas eligieron, y hoy renuevan, el voto de pobreza, y con eso nos muestran que nada hay para ellas que pueda estar por encima de Dios. Ellas eligieron, y hoy renuevan el voto de castidad, con la que nos muestran que se entregan del todo y enteramente sólo a Dios. Ellas eligieron, y hoy renuevan el voto obediencia, que pone remedio a la soberbia que puede llevarnos a creer que siempre tenemos razón. Eligen la obediencia, y con eso nos muestran que quieren obedecer siempre y en todo a Dios. Ellas eligieron, y hoy renuevan también hoy, el voto propio y característico de su Congregación, el voto de hospitalidad. Y en esto también aprenden de María, que aceptando el anuncio del Ángel, engendró, como dice San Agustín, a Jesús en su seno, porque primero le había abierto su corazón, y lo había hospedado allí. Las Hermanitas, siguiendo la inspiración de su fundadora, quieren recibirlo a Jesús que se acerca a ellas en los ancianos pobres, y en todos los que se acercan en sus casas, y por eso renuevan este voto de hospitalidad, decididas a recibirlo siempre y de la mejor manera en su corazones y en sus casas a estos enviados de Dios...
 
Hermanitas de los Pobres3. ELEGIDOS POR DIOS, SÓLO FALTA NUESTRA RESPUESTA DE AMOR... Ni en María la fidelidad estuvo garantizada de manera automática, ni puede estarlo en ninguno de nosotros, ni en las Hermanitas. María tuvo que responder con fidelidad cada día al don de Dios con el que había sido especialmente bendecida, y lo hizo con integridad y plenitud. También nosotros, como las Hermanitas, tenemos que renovar cada día la fidelidad al don que hemos recibido. Por eso, aunque ellas han hecho estos votos de una vez para siempre, en este día vuelven a elegir de manera solemne, como necesitan hacerlo cada día en el silencio de la oración, su consagración a Dios. Y lo hacen en cualquier lugar del mundo por donde tienen sus casas...
 
Estas dos Hermanitas africanas, que conocí en septiembre de 2001 en la Casa Madre de las Hermanitas en Francia, hoy estarán como nuestras queridas Hermanitas de nuestra Casa, renovando su consagración. Y con ellas, también cada uno de nosotros podemos darnos cuenta que hemos sido elegidos, como ellas, y como María, por el amor de Dios. Sólo falta cada día, con perseverancia, nuestra respuesta, también una respuesta de amor...

Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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