Otra vez, preparando la fiesta...
Queridos amigos:
Esta es mi predicación de hoy, Domingo 24 de noviembre de 2002,
Solemnidad de Cristo Rey, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de
Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:
- Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo
del Señor-. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada,
vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminará a la que está
gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ustedes,
ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: Yo voy a juzgar entre oveja y
oveja, entre carneros y chivos (Ezequiel 34, 15-17).
- Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos
los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la
muerte... Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se
someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que
Dios sea todo en todos (1 Corintios 15, 25-26 y 28).
- Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos
de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde
el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer;
tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y
me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a
ver"... Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos;
vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no
me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me
vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". Estos, a su vez, le
preguntarán: "Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento, de paso o
desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?". Y él les responderá: "Les
aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, tampoco lo hicieron conmigo" (Mateo 25, 34-36 y
41-45).
1.
CUANDO PASA ALGO MALO, PRIMERO PENSAMOS QUE LA CULPA LA TIENE "OTRO"... Dicho de
otro modo, lo primero que nos surge es la excusa.
Pensemos en un grupo de chicos de juegan en el living de la casa. Si se cae
y se rompe un jarrón o un florero, cuando la madre del dueño pregunte, casi
seguro que todos van a responder "yo no fui". Pero también siendo ya más
grandes, por ejemplo cuando llega la hora de los exámenes, si el resultado es
una buena nota, seguro que hemos dicho o decimos "me saqué un 10". Pero si la
nota es mala, hemos dicho o decimos "me pusieron un 4". Lo mismo pasa con
los autos. Yo rara vez me he encontrado con alguien que me diga "choqué". Más
bien lo que oigo, cuando pregunto qué pasó ante casos de ese estilo, la
respuesta que oigo es "me chocaron" (debe haber sueltos una cantidad de duendes
dedicados a hacer que los autos choquen, y después desaparecer, porque uno
siempre se encuentra con los que han sido chocados, pero nunca con los que
chocan...). De todos modos, lo que es más grave es que nos pasa lo mismo con el
país. Ante todas las cosas que suceden, enseguida pensamos que la culpa la
tienen otros, por ejemplo los políticos, que tienen que irse todos, o los
corruptos, o los que no pagan impuestos, siempre en tercera persona del
plural.
Entre nosotros es tan arraigada esta costumbre que, cuando queremos decir
que no tenemos nada que ver con algo que ha sucedido, utilizamos la expresión
"yo, argentino", queriendo decir con ella que nosotros no somos los responsables
de lo que ha pasado o de lo que se ha dicho...
Sin embargo la ignorancia no alcanza para ser inocentes, cuando ignoramos
algo que deberíamos saber. No sirve como excusa la ignorancia culpable. Por eso
Jesús, en la parábola que nos lo muestra como Rey y Pastor, que pone las cosas
en su lugar cuando llega el fin del mundo, nos muestra que son culpables los que
no lo socorrieron ocupándose de los hambrientos, los sedientos, los que estaban
sin casa o desnudos, enfermos o presos, aunque no se hayan dado cuenta que
era a Él a quien no atendieron cuando se desentendieron de las necesidades de
sus hermanos más pequeños...
2.
JESÚS NOS ESPERA EN LOS MÁS PEQUEÑOS DE NUESTROS HERMANOS... Nos llama desde las
necesidades de cada uno de ellos, para que vayamos a su encuentro para atenderlo
con nuestra buena voluntad y nuestro amor.
Nosotros sabemos que hay chicos que se mueren de hambre en algunos lugares
de nuestros país. Lo sabemos porque Cáritas, y otras instituciones de hombres de
buena voluntad, hace ya mucho tiempo que, viene dando a niños y adultos, en
muchos lugares, todo lo que tiene para comer. No necesitamos para saberlo que la
televisión y la radio nos lo digan en estos días de manera casi obsesiva. E
incluso tenemos derecho a desconfiar muchas veces de estas olas de noticias, ya
que no será la primera vez que se utilice vilmente el hambre para hacer campañas
políticas cuando se acerca una elección. Esas cosas pasaban antes que
llegaran los medios, y seguirán pasando cuando ellos no se ocupen más de este
tema. Esta foto nos muestra un Señor, en Tartagal, que recibe en una misión de
padres franciscanos, en Tartagal, el alimento que le permite mantenerse en pie.
Y eso sucede desde antes que el lugar tomara fama con los piqueteros, y sucede
aunque no salga publicado ni televisado en los medios de comunicación.
Allí nos espera Jesús, en cada uno de los más pequeños de nuestros
hermanos, que claman desde sus necesidades, y nos muestran el rostro de Cristo
que se acerca a nosotros, esperando el amor como el fruto preciado de nuestra
fe.
Dios nos hizo a su semejanza, y en lo que más nos parecemos es precisamente
en nuestra capacidad de amar, es decir, de ocuparnos de las necesidades de
nuestros hermanos, sin más interés que su propio bien.
No nos preguntará Jesús, a la hora del balance final, cuando lleguemos a
las puertas del Cielo, cuántas veces nos hemos confesado, cuántas veces hemos
ido a Misa, o cuántas veces hemos rezado. Simplemente nos pondrá a prueba, con
el filtro del amor, que pondrá en evidencia si lo hemos atendido en nuestros
hermanos pequeños
3.
HAY QUE PREPARARSE CON AMOR A LA FIESTA DEL AMOR DE DIOS... Como hemos dicho ya
hace unos domingos, el Cielo, que es la fiesta completa y total del amor de
Dios, no se improvisa...
Son los gestos de amor de cada día, grandes o pequeños, con los que
acudimos en auxilio del que tiene hambre o sed, del que está sin techo o sin
ropa, del que está enfermo o en la cárcel, los que nos preparan para la fiesta
del Amor de Dios. Podrán ser otras las necesidades de los que en nombre de Dios
(ya que Jesús los ha hecho sus embajadores) golpean hoy a las puertas de nuestro
corazón. Pero seguirá siendo sólo esa la respuesta que nos vaya preparando la
fiesta del Cielo, a la que Dios nos invitó: nuestros gestos de amor...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: