Otra vez, preparando la fiesta...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación de hoy, Domingo 24 de noviembre de 2002, Solemnidad de Cristo Rey, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. CUANDO PASA ALGO MALO, PRIMERO PENSAMOS QUE LA CULPA LA TIENE "OTRO"... Dicho de otro modo, lo primero que nos surge es la excusa.
 
Pensemos en un grupo de chicos de juegan en el living de la casa. Si se cae y se rompe un jarrón o un florero, cuando la madre del dueño pregunte, casi seguro que todos van a responder "yo no fui". Pero también siendo ya más grandes, por ejemplo cuando llega la hora de los exámenes, si el resultado es una buena nota, seguro que hemos dicho o decimos "me saqué un 10". Pero si la nota es mala,  hemos dicho o decimos "me pusieron un 4". Lo mismo pasa con los autos. Yo rara vez me he encontrado con alguien que me diga "choqué". Más bien lo que oigo, cuando pregunto qué pasó ante casos de ese estilo, la respuesta que oigo es "me chocaron" (debe haber sueltos una cantidad de duendes dedicados a hacer que los autos choquen, y después desaparecer, porque uno siempre se encuentra con los que han sido chocados, pero nunca con los que chocan...). De todos modos, lo que es más grave es que nos pasa lo mismo con el país. Ante todas las cosas que suceden, enseguida pensamos que la culpa la tienen otros, por ejemplo los políticos, que tienen que irse todos, o los corruptos, o los que no pagan impuestos, siempre en tercera persona del plural.
 
Entre nosotros es tan arraigada esta costumbre que, cuando queremos decir que no tenemos nada que ver con algo que ha sucedido, utilizamos la expresión "yo, argentino", queriendo decir con ella que nosotros no somos los responsables de lo que ha pasado o de lo que se ha dicho...
 
Sin embargo la ignorancia no alcanza para ser inocentes, cuando ignoramos algo que deberíamos saber. No sirve como excusa la ignorancia culpable. Por eso Jesús, en la parábola que nos lo muestra como Rey y Pastor, que pone las cosas en su lugar cuando llega el fin del mundo, nos muestra que son culpables los que no lo socorrieron ocupándose de los hambrientos, los sedientos, los que estaban sin casa o desnudos, enfermos o presos, aunque no se hayan dado cuenta que era a Él a quien no atendieron cuando se desentendieron de las necesidades de sus hermanos más pequeños...
 
2. JESÚS NOS ESPERA EN LOS MÁS PEQUEÑOS DE NUESTROS HERMANOS... Nos llama desde las necesidades de cada uno de ellos, para que vayamos a su encuentro para atenderlo con nuestra buena voluntad y nuestro amor.
 
Nosotros sabemos que hay chicos que se mueren de hambre en algunos lugares de nuestros país. Lo sabemos porque Cáritas, y otras instituciones de hombres de buena voluntad, hace ya mucho tiempo que, viene dando a niños y adultos, en muchos lugares, todo lo que tiene para comer. No necesitamos para saberlo que la televisión y la radio nos lo digan en estos días de manera casi obsesiva. E incluso tenemos derecho a desconfiar muchas veces de estas olas de noticias, ya que no será la primera vez que se utilice vilmente el hambre para hacer campañas políticas cuando se acerca una elección. Esas cosas pasaban antes que llegaran los medios, y seguirán pasando cuando ellos no se ocupen más de este tema. Esta foto nos muestra un Señor, en Tartagal, que recibe en una misión de padres franciscanos, en Tartagal, el alimento que le permite mantenerse en pie. Y eso sucede desde antes que el lugar tomara fama con los piqueteros, y sucede aunque no salga publicado ni televisado en los medios de comunicación.
 
Allí nos espera Jesús, en cada uno de los más pequeños de nuestros hermanos, que claman desde sus necesidades, y nos muestran el rostro de Cristo que se acerca a nosotros, esperando el amor como el fruto preciado de nuestra fe.
 
Dios nos hizo a su semejanza, y en lo que más nos parecemos es precisamente en nuestra capacidad de amar, es decir, de ocuparnos de las necesidades de nuestros hermanos, sin más interés que su propio bien.
 
No nos preguntará Jesús, a la hora del balance final, cuando lleguemos a las puertas del Cielo, cuántas veces nos hemos confesado, cuántas veces hemos ido a Misa, o cuántas veces hemos rezado. Simplemente nos pondrá a prueba, con el filtro del amor, que pondrá en evidencia si lo hemos atendido en nuestros hermanos pequeños
 
3. HAY QUE PREPARARSE CON AMOR A LA FIESTA DEL AMOR DE DIOS... Como hemos dicho ya hace unos domingos, el Cielo, que es la fiesta completa y total del amor de Dios, no se improvisa...
 
Son los gestos de amor de cada día, grandes o pequeños, con los que acudimos en auxilio del que tiene hambre o sed, del que está sin techo o sin ropa, del que está enfermo o en la cárcel, los que nos preparan para la fiesta del Amor de Dios. Podrán ser otras las necesidades de los que en nombre de Dios (ya que Jesús los ha hecho sus embajadores) golpean hoy a las puertas de nuestro corazón. Pero seguirá siendo sólo esa la respuesta que nos vaya preparando la fiesta del Cielo, a la que Dios nos invitó: nuestros gestos de amor...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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