Esta fue mi predicación de hoy, 6 de marzo de 2011,
Domingo IX
del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el
Hogar Marín:
I.-
Vídeo, en
Youtube (predicación en el Hogar Marín)
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. PARA
CONSTRUIR EDIFICIOS GRANDES HAY QUE PONER CIMIENTOS FIRMES...
Llamamos
cimientos
a la parte de una estructura que tiene la misión de transmitir
todas las cargas y el peso de un edificio al suelo. Ya que por lo
general la resistencia del suelo es menor que lo que hace falta
para soportar el peso de todo el edificio, el área de contacto
entre el suelo y los cimientos debe ser proporcionalmente más
grande que los elementos que tendrá que soportar (excepto en en
caso de suelos muy rocosos y coherentes). No hace falta que los
edificios sean muy altos para que necesiten cimientos grandes.
Basta que sean edificaciones muy extendidas, o se encuentren en
tierras que no son muy firmes, para que necesiten cimientos muy
fuertes y muy bien armados...
Aquí podemos ver
todas las edificaciones del Hogar Marín, de las Hermanitas de los
Pobres, en San Isidro, donde viven ellas y los noventa ancianos
que ellas atienden con la caridad que aprendieron de santa Juana
Jugan. En la portería (hacia el Oeste, en la parte inferior de la
imagen), en la parte central, la Capilla (el "palito" de a E, en
el centro del Hogar y de la foto), en las dos alas y el eje
perpendicular a ellas (donde se encuentran las habitaciones, la
cocina, los comedores y los lugares de uso común, entre ellos el
teatro), en los depósitos y la carpintería (hacia el Sur, en la
parte superior derecha de la imagen), en la lavandería (hacia el
norte, en la parte superior izquierda de la imagen), en la casa
del Capellán (hacia el noroeste, en el ángulo inferior izquierdo
de la imagen, en la torre que soporta el tanque de agua y hasta en
el Quincho (hacia el este, en la parte superior y central de la
imagen) hay cimientos fuertes, necesarios en terrenos como los de
San Isidro...
Sin embargo, todo eso no alcanza para sostener la caridad que da
vida a este Hogar, para eso hace falta acudir a los cimientos que
Jesús nos hoy propone, para que nuestra vida esté asegurada...
2. DIOS CON SU PALABRA NOS
MUESTRA SU VOLUNTAD, Y NOS LLAMA A SEGUIRLA... Dios se ha
pronunciado, y de esta manera no sólo ha hecho el mundo con su
Palabra, sino que además con ella nos ha puesto de manifiesto su
Voluntad para con nosotros, nos ha dicho que nos quiere para El
Cielo, que es su Casa y quiere que sea la nuestra. Para ello ha
enviado a su Hijo al mundo, la Palabra de Dios hecha carne, para
que con su ofrecimiento en la Cruz nos abriera las Puertas del
Cielo con su Resurrección...
Pero Dios es muy
respetuoso de nuestra libertad, se toma en serio lo que ha hecho
de nosotros, haciéndonos artífices de nuestro propio destino. Por
eso pone delante de nosotros al mismo tiempo una bendición y una
maldición, y en el medio nuestra decisión. Una bendición es lo que
nos espera si vivimos siguiendo sus mandamientos; en cambio una
maldición es lo que nos espera si nos apartamos del camino que su
Palabra nos señala...
Está en nosotros, entonces, responder al llamado de Dios. Él nos
ha hecho para el destino de felicidad plena que es posible
alcanzar, de su mano, en el Cielo, pero allí se llega respondiendo
con fidelidad a la Palabra con la que nos llama. Muchos ídolos
pueden presentarse por el camino tratando de arrastrar nuestra
voluntad, pero ésta se nos ha dado para que podamos responder
libremente al llamado de Dios. La Palabra de Dios, entonces, se
convierte en un cimiento firme sobre el que es posible construir
bien nuestra vida entera. Nos muestra el Plan de Dios, un Plan de
Salvación destinado a todos los hombres; nos señala el destino
para el que Dios no ha hecho, y nos muestra el camino por el que
podemos alcanzar este destino...
3. PARA LLEGAR A
DIOS, HAY QUE ESCUCHAR SU PALABRA Y PONERLA EN PRÁCTICA... Se
trata, entonces, de construir nuestra vida sobre fundamentos
firmes, si queremos llegar muy alto, tan alto como el destino para
el que Dios nos ha querido, un destino celestial. Ese fundamento
tiene que ser su misma Palabra, que nos permite conocer a Dios,
entender el mundo en el que vivimos y conocernos a nosotros mismos
y el destino de eternidad para el que Dios nos ha hecho. Por eso
necesitamos darnos el espacio que nos permita volver una y otra
vez sobre esta Palabra, para escucharla una y otra vez, abriendo
nuestros oídos y nuestro corazón, para que podamos fundar en ella
toda nuestra vida...
Pero no basta con escuchar la
Palabra de Dios. Ella será para nosotros cimiento fuerte y firme
si además de escucharla la ponemos en práctica cada día. Dios es
Amor, y su Palabra es una Palabra de Amor, que nos llama al amor.
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, pronunciada con toda
claridad y contundencia desde el Pesebre hasta la Cruz y la
Resurrección, nos muestra el camino y nos enseña a poner en
práctica lo que nos dice...
Por eso nuestra fe siempre nos llevará al servicio y a la alegría.
Servicio cotidiano, servicio programado, servicio a toda hora,
todo el día y todos los días. Servicio que nos haga siempre
disponibles para quienes tienen derecho a esperar algo de
nosotros, servicio que nos haga creyentes fieles, simplemente por
ser creyentes que nos tomamos en serio la Palabra de Dios. Es una
Palabra para ser creída, y por eso mismo para ser vivida...