Nos tienen que ver...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 6 de febrero de 2011, Domingo V del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín (clic aquí para verla y oírla en Youtube):

Pirata1. LA IGLESIA NO PARECE TENER BUENA PRENSA. SÓLO APARECE SI HAY ESCÁNDALOS... Los católicos, y los creyentes en general, no aparecemos con frecuencia en los periódicos, ni ocupamos habitualmente mucho lugar en los medios de comunicación social. Sólo si algún clérigo provoca algún escándalo, sobre todo si es de naturaleza sexual o económica, pasamos a tener una mayor presencia, más motivada por las ganas o la necesidad de aprovechar las ventas que eso produce, que por verdadero interés de ocuparse por lo que sucede...

EscondidoEs que, me parece, hace tiempo que el mundo no es lo que era cuando nacimos los cincuentones o sesentones de hoy, cuando la cultura de occidente todavía podía llamarse cristiana. Vivimos en un mundo que progresivamente se ha vuelto cada día más pagano, en el que se corre detrás de muchos ídolos que siembran tristeza y frustración. No sólo se han ido quitando los crucifijos de las salas de los jueces, y de las escuelas, supuestamente para no ofender a nadie que no sea cristiano, sino que además se lo ha ido retirando a Dios, cualquiera sea el nombre con el que se lo llame, de cualquier expresión de la vida pública. Y los cristianos, como otros creyentes,  nos hemos ido acostumbrando a vivir escondidos, sin darnos mucho a conocer ni distinguirnos demasiado, ni en lo que hacemos ni en lo que decimos, de los que no están movidos por nuestra misma fe. Es como si, de algún modo, tuviéramos vergüenza o pudor de mostrarnos...

Hoy, sin embargo, Jesús nos exhorta a hacernos ver, ya que la fe puede, y por lo tanto debe, cambiarnos tanto la vida que ya no podamos pasar desapercibidos, como si nada tuviéramos de distintos, y como si a la cultura pagana que se nos propone de todas maneras no nos quedara más que amoldarnos...
 
El niño de la luz2. SOMOS LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO: CON LA SABIDURÍA Y EL AMOR DE JESÚS... Jesús nació en Belén, en los confines del imperio romano, el imperio de ese momento. Belén estaba en el borde oriental, casi afuera del imperio. Era una pequeña ciudad, en un país empobrecido en el que abunda el desierto, lleno de peleas domésticas y mezquinas entre los políticos y los poderosos de ese tiempo, que colmaban la paciencia de los emperadores romanos. ¡Cualquier similitud con nuestra Argentina de hoy, ubicada también en los confines de un imperio, empobrecida en buena parte por las mezquindades de quienes tendrían que trabajar para hacerla crecer, no es pura casualidad, sino reflejo fiel de la realidad!

Jesús, nacido pobremente en Belén, fue capaz de llenar de luz el mundo entero. También para nosotros, dos milenios después de los acontecimientos de Belén, Jesús es nuestra fuente de luz y sabiduría. Este Jesús que no se llena la boca con palabras vanas (vacías), que no tiene discursos grandilocuentes, que no se maneja con la sabiduría de los hombres, según nos muestra hoy San Pablo, que aprendió de Jesús a predicar su Palabra. Jesús, que va a los hechos, y produce a cada paso actos de amor. Jesús que, fiel a Dios Padre, va a la Cruz por amor y con amor, y allí nos gana la Vida. No nos olvidemos que la Cruz es la sabiduría de Dios, y el amor es la luz con la que Dios nos ilumina...

Jesús nos dice que nosotros somos la sal y la luz del mundo. Nuestra misión, entonces, es dar sabor e iluminar. Sabor suena cercano a la Sabiduría, que es el gusto por las cosas de Dios. Se trata de dar sabor, entonces, con la sabiduría de Dios, que brota de la Cruz: una entrega fiel y perseverante, trabajando para hacer lo que resulta bueno para los otros, es decir, siendo solidarios. Se trata de iluminar con la luz que viene de Dios: compartir el pan con el hambriento, albergar a los pobres sin techo, cubrir al que vemos desnudo, saciar al que vive en la penuria, eliminar los gestos amenazadores y las palabras malignas, en fin, hacer todo aquello que nos sugiere un amor perseverante. Como nos dice hoy el Profeta Isaías, haciendo así despuntará nuestra luz como la aurora, nuestra luz se alzará en las tinieblas y nuestra oscuridad será como el mediodía...

Espejo,, tristezaEspejo,,Por supuesto, no hay que olvidarse que todo esto funcionará con el principio del espejo: sólo reflejará lo que le pongamos delante. Si a nosotros la fe no nos alegra la vida, si la Palabra de Dios nos deja con las cejar arqueadas y la tristeza dibujándonos el rostro, ¿cómo podrán ver, los que nos miran, que nuestra fe es algo valioso?...

Sólo si encontramos en nuestra fe el motor de nuestra vida, sólo si encontramos que vale la pena que la fe sea la que nos lleve a elegir o descartar lo que elegimos o descartamos en nuestra vida, será posible que los cristianos seamos lo que estamos llamados a ser, sal que da sabor y luz que ilumina, nuestra vida y la de quienes nos miran. Dicho de otra manera, sólo podremos ser sal que da sabor y luz que ilumina en este mundo, si nos tomamos en serio nuestra fe, de modo tal que nos provoque legítima y profunda alegría. Este es el testimonio que hoy puede esperarse de quienes decimos que hemos encontrado en Jesús la salvación y la Vida...

Sal3. SOMOS SAL Y LUZ, PARA DAR SABOR E ILUMINAR CON LA SABIDURÍA Y EL AMOR DE DIOS... No es sólo un detalle tener en cuenta que la fe nos hace testigos de la alegría que viene de Dios. Lo que se dice de todos los santos puede decirse también de todos nosotros, que compartimos con ellos el mismo llamado a la santidad. Un santo no puede ser tal si no está inundado por esa alegría profunda que sólo puede provenir de Dios. Un santo triste es en verdad un triste santo, y un cristiano triste es ciertamente un triste cristiano...

BeataBasta conocer más o menos de cerca algunas personas que se han dejado animar por su fe hasta las raíces, para  entender vitalmente qué significa darle sabor, con la sabiduría de Dios, a las cosas de la vida, y comprender por qué siempre los ha acompañado una serena y robusta alegría. Todos los los hombres de nuestro tiempo, por ejemplo, hemos podido conocer el testimonio de la Beata Teresa de Calcuta. Esta mujer, en esa ciudad, más pobre que la más pobre de las nuestras, nos nos regaló su luz, que brillaba en las tinieblas. Estos testimonios de fe vivida nos indican con claridad qué nos quiere decir Jesús, cuando nos llama a ser sal de la tierra y luz del mundo, y encontrar en la fe la alegría...

PironioPero muchos de nosotros hemos tenido también la oportunidad de conocer al Cardenal Eduardo Pironio. Murió hace ayer trece años, el 5 de febrero de 1998. Es reconfortante recordar cómo cualquiera que se reuniera con él para conversar, y puedo referirlo con mi propia experiencia, salía de ese encuentro con más paz que la que tenía al haber llegado. Simplemente este hombre de Dios transmitía la fe que vivía...

Así también, entonces, Jesús nos alimenta a todos nosotros, para que tengamos sabor y para que nos encontremos con la alegría que proviene de la fe, con la que podemos iluminar este mundo que nos toca, con la constancia en el amor, es decir, en la decisión de hacer el bien a los que tenemos alrededor. Se trata de algo tan sencillo como eso, y al mismo tiempo algo tan comprometido como la Cruz con la que Jesús nos permite, con la alegría de nuestra fe, sonreír e iluminar este mundo donde hemos sido llamados a vivir como santos, y por eso mismo como testigos de todo lo que de Dios hemos recibido...


Lecturas bíblicas del Domingo IV del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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