Esta fue mi predicación de hoy, 30 de octubre de
2011, Domingo
XXXI del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el
Hogar Marín:
I.- Vídeo,
en
Youtube y
en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1.
A VECES LOS QUE MÁS SE VEN SON LOS QUE TIENEN MENOS QUE
MOSTRAR... Nos puede pasar, por ejemplo, cuando vamos a una
fiesta. Con frecuencia nos encontramos con algunos que siempre
están tratando de hacerse notar. Y curiosamente, los que toman
esta actitud no suelen ser las personas más interesantes y más
valiosas, que más valga la pena tratar de conocer...
Hay otros que, por la profesión a la
que se dedican, y que no siempre honran, están haciéndose ver
todo el tiempo. Pienso en los personajes de los medios de
comunicación, que corren el peligro de ir acostumbrándose a ser
de tal modo el centro, que les parezca que realmente lo son, de
modo que todo tiene que circular alrededor de ellos, a quienes
les corresponde ocupar siempre el primer lugar del podio...
Los que toman esta actitud correr el peligro de rendirse
demasiado fácilmente a un ídolo (es decir, a un dios falso) muy
peligroso, llamado
raiting. De esta manera, corren
el
peligro de terminar utilizando todo, los hechos, las
circunstancias y las personas que los rodean al servicio de su
propia notoriedad, vendiendo la verdad para comprar la noticia,
sin el menor escrúpulo por todo lo que pueden destruir
obsesionados por el impiadoso culto de la notoriedad...
Jesús, que conoce todos los vericuetos de la condición
humana, todas sus debilidades y sus miserias, nos previene hoy
contra la ostentación, vicio soberbio de los que luchan a toda
costa y a cualquier precio por estar siempre en el primer
lugar...
2.
SÓLO DIOS ES DIOS, Y PUEDE OCUPAR EL
PRIMER LUGAR. POR ESO LO HACE SIN OSTENTACIÓN... Sólo Dios es
Dios, y sólo a Él le corresponde ese lugar. Por eso aprendemos
muchos de Jesús si nos damos cuenta que Él, siendo Dios, cuando
se hizo Hombre y quiso ocupar el lugar que le corresponde en
este mundo acercándose a nosotros para salvarnos, lejos de toda
ostentación, puso con hechos y no con palabras el primer lugar
en la Cruz. Desde allí el amor de Dios mostró toda su
omnipotencia, que no es ni avasallante ni soberbia, que no se
impone tiránicamente, sino que se propone con los brazos
abiertos y en el más sencillo, humilde y contundente gesto,
dando la Vida por todos nosotros, con la eficacia silenciosa del
que no necesita gritar...
A nosotros nos
invita a seguirlo por el mismo camino, y por eso nos reclama que
no nos hagamos llamar ni maestros, ni padres ni doctores, ya que
no son los títulos los que nos justificarán o salvarán (en mi
caso, se ve que queda mucho camino por recorrer: yo me dedico a
la enseñanza y me dicen muchas veces "maestro"; pero además,
como se suele hacer con los sacerdotes, me dicen "padre"; y para
completarla, para poder enseñar obtuve en derecho canónico el
doctorado, y me llaman también "doctor"; me veo obligado a
decirles que no deberían decirme ninguna de estas cosas,
simplemente por fidelidad a la palabra de Jesús)...
Más o menos
cercanos al mono, suponiendo al menos en broma que sea nuestro
antepasado más remoto, todos estamos hechos de la misma materia
prima, falibles si fallamos y mejorables si respondemos con
eficacia al don de Dios, del que viene nuestra vida como un don
y una tarea. Por eso no tenemos más título que presentar ante
los demás que lo que hagamos hechos con los dones que de Dios
hemos recibido. Se trata entonces de ser sencillos en el amor
perseverante que nos une a la cruz, porque cualquier otro primer
lugar tarde o temprano se convertirá en tristeza. Todo es
efímero a la hora de los triunfos terrenos, nadie vence para
siempre. Por eso llama la atención hasta qué punto puede dejar
de disfrutarse lo bueno si siempre se pretende sólo lo mejor.
Ser segundo parece entonces una tragedia, cuando en realidad
sería motivo para festejar mucho...
La Palabra de Dios tiene su propia grandeza y
eficacia y la
debilidad de sus testigos nada le podrá quitar. Los hechos más
que las palabras son las que se harán notar. Un mal testimonio
dado por los que asumimos el compromiso de predicar las palabras
de Jesús puede ser motivo de escándalo para los fieles. Por eso
seremos más creíbles si acompañamos lo que decimos con
coherencia y fidelidad. En todo caso, no serán las palabras que
se dicen sino los hechos con los que hagamos el bien a los
demás, los que servirán para señalarnos nuestro lugar...
3. SÓLO HAY UN
MODO DE CRECER DE VERDAD: SERVIR SIEMPRE EN TODO A LOS DEMÁS...
Esto vale para todos, pero especialmente para quien crea que
debe ocupar el primer lugar. Este es el único modo de ser
grandes, el servicio a los demás. Dios nos ha hecho de esta
manera, y sólo así se puede crecer. De cualquier otra manera,
tarde o temprano llegarán las lágrimas...
No son los
votos, que hoy se tienen y mañana desaparecen, no son los
aplausos que, hoy están y mañana se pueden convertir en piedras
que se tiran contra del que los recibió, no son los triunfos de
este mundo, siempre efímeros como así también engañosos y
pasajeros, sino el amor fiel, el que nos hará crecer...
Podrá ser el servicio sencillo y silencioso con el que atendemos
las necesidades de nuestros hermanos más cercanos. Podrá ser el
vaso de agua o plato de comida que damos a un chico abandonado,
junto con un techo, educación y un clima de hogar. Podrá ser el
cariño dedicado al servicio de los ancianos. Podrá ser el servicio
fraterno con el que unos nos ayudamos a otros, o podrá ser el
servicio sin fronteras, que nos lleve a hacernos cargo de personas
que ni conocemos. Podrán ser también muchos otros modos, pero será
siempre el servicio cálido y fraterno el que nos hará crecer
delante de Dios, ante quien sólo cuenta la caridad...