Esta fue mi predicación de hoy, 21 de agosto de
2011, Domingo
XXI del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el
Hogar Marín:
I.- Vídeo,
en
Youtube y
en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. SE PUEDE OPINAR SOBRE
MUCHAS COSAS, SIN QUE NOS CAMBIE EN NADA LA VIDA... Los argentinos
somos conocidos por algunas características particulares. Se nos
dice, por ejemplo, y probablemente con mucha razón, que tenemos
una gran facilidad para opinar sobre cualquier cosa de la que se
esté hablando. A la hora de opinar se puede opinar sobre muchas
cosas. Muchas veces nos quedamos opinando sobre "lo que pasó", y
en esta semana pasada seguro que hemos dedicado mucho tiempo a
opinar sobre lo que sucedió en las primeras elecciones primarias
abiertas y obligatorias que se realizaron el domingo pasado.
También seguramente hemos dedicado bastante tiempo a opinar sobre
lo que pasará a partir de sus resultados. Quizás en las próximas
Olimpíadas internacionales debería agregarse una nueva disciplina,
"la discusión", para que tengamos posibilidades a alcanzar una
medalla...
Las opiniones que discutimos no suelen cambiarnos la vida, una vez
que terminó la discusión, seguimos pensando lo mismo que antes de
empezar. Por eso discutimos con facilidad incluso sobre las cosas
sobre las que no sabemos mucho, o nada. Podemos opinar sobre
Basquet, o Fútbol, o Rugby, sobre cualquier otro deporte, sin
especializarnos en la materia. Y es así porque las opiniones
suelen quedarse sobre la superficie de las cosas. Hablamos del
tiempo, opinamos sobre lo que los demás hacen o tendrían que
hacer, incluso a veces acaloradamente, como para descargar
nuestras tensiones, y nada de eso nos cambia la vida, porque las
opiniones y las discusiones no llegan al corazón...
También
en tiempos de Jesús la gente opinaba. Y Jesús le preguntó a los
Apóstoles qué decía la gente sobre Él. Ellos le transmitieron a
Jesús todas las opiniones que habían oído: alguno opinaba que era
Juan el Bautista, otros decían que era Elías, otros decían que
sería alguno de los otros profetas. Todos opinaban, pero
seguramente después seguían tranquilamente su camino, ya que el
hecho de opinar generalmente no le cambia a nadie la vida...
Nada cambia solamente por opinar. Pero cuando estamos ante Dios,
lo que está en juego es lo más profundo del sentido la
vida. No
basta, entonces, con opinar, y seguir como si nada sucediera.
Hay
que tomar posición, y según sea una u otra, va para un lado u otro
toda nuestra vida. Por eso Jesús los interpeló a los Apóstoles, y
nos interpela hoy a nosotros, de una manera personal: ¿Quién dices
que soy?...
2.
ANTE JESÚS NO
BASTA UNA OPINIÓN, ÉL NOS CAMBIA TOTALMENTE LA VIDA... Pedro no se
queda navegando en las opiniones, e inspirado por el mismo Dios da
una respuesta personal y comprometida. Movido por la fe confiesa
que Jesús es Hijo de Dios, el Salvador, el Mesías...
Como a Pedro y a los apóstoles, también a nosotros Jesús nos
reclama una toma de posición. Nadie nos puede ahorrar, o dar por
nosotros, este paso personal hacia Dios, que es la fe.
Puestos
ante la interpelación de Dios, si damos si damos una respuesta de
fe, ciertamente involucrará toda nuestra vida, y nos cambiará toda
la vida...
Para eso el Papa
reunió el Papa a los jóvenes de todo el mundo en Madrid, en la
Jornada Mundial de la Juventud. Comenzó el viernes con un
Via
crucis, continuó anoche con una
Vigilia
de oración durante la cual se desató una fuerte tormenta con
mucho viento y lluvia que no alcanzó para amilanar a los jóvenes
que permanecieron inperturbables, y concluyó con la
Misa
de hoy. Lo hizo para invitarlos a responderle a Jesús con la
fe, con la que ellos pueden cambiar el mundo (como podemos
nosotros, que ya hace rato somos jóvenes). en la que cayeron mo
Responder de esta manera Dios nos compromete del todo con Él, y
nada de nuestra vida queda fuera de esa respuesta. Si Dios es
Dios, y de Él aceptamos la vida como una don y una invitación, un
don que es al mismo tiempo misión y tarea, ya nada de lo que
pensemos, digamos o hagamos quedará ajeno a nuestra fe, que se
concreta en la vida. Nuestras aspiraciones, nuestros afectos,
nuestra tarea, nuestra oración, nuestro voto en las elecciones,
serán expresión y consecuencia de nuestra fe, que se despliega en
la vida...
Sin embargo, para esto hace falta que la respuesta personal de la
fe no se dé en el aire. Porque no creemos nosotros en "cualquier
cosa". Nuestra de no puede ser nunca sólo una opinión, "entre
otras". Nuestra fe se asienta sobre la fe de Pedro, a la que Jesús
llama piedra. Sobre esa fe Él fundó su Iglesia, para que se
mantenga firme hasta el final de los tiempos, sin que el poder de
la muerte pueda prevalecer contra ella. Y en la Iglesia vive la fe
de Pedro...
3. CREEMOS CON
LA FE DE PEDRO Y DE LA IGLESIA, POR ESO LE CREEMOS A JESÚS...
El
Papa es un testimonio claro de esa fe que sigue apoyándose en la
misma roca, la fe de Pedro. Con esta fe Benedicto XVI, este hombre
anciano (sobre el que algunos opinan sin saber demasiado de quién
se trata y qué o Quién lo sostiene inconmovible en la fe que lo
alimenta y lo conduce), se arrodillo ante el Santísimo Sacramento
para adorar a Jesús en la Eucaristía durante la
Vigilia
de oración anoche en Madrid, y con él se arrodillaron el
millón y medio de jóvenes que se habían reunido allí. Este hombre,
lúcido en su mente y límpido en su capacidad de comunicarla con
simplicidad y contundencia, de la mano de Dios mantiene firme la
fe de la Iglesia, y despierta a los jóvenes para que se afirmen en
ella...
Con esa misma fe
es que podemos creerle a Jesús, que desde la Cruz nos llena de la
Luz que sólo Él nos puede dar, porque siendo Dios se hizo Hombre
para que ya no viviéramos más en las tinieblas. Por eso el Papa
comenzó esta Jornada Mundial de la Juventud con el
Via
crucis, antes de culminar hoy con la
Misa
de hoy y la alegría de la resurrección...
Dios nos llama a cada uno de nosotros a dar nuestra propia y
personal respuesta de fe. Se trata de una respuesta que no puede
ser sólo sólo una opinión, sino una respuesta que nos lleva a
entregarnos confiados en las manos de Dios. Una respuesta con la
misma fe de Pedro. Una respuesta a Dios en la Iglesia, que
alimenta, alienta y cuida nuestra fe. En definitiva, una respuesta
que, de la mano de Dios, nos cambia la vida...