Jesús siempre está...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 7 de agosto de 2011, Domingo XIX del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

I.- Vídeo, en Youtube y en Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa



Anteojos1. A VECES LAS COSAS DESAPARECEN, JUSTO CUANDO MÁS LAS NECESITAMOS... Y las cosas que desaparecen en los momentos cruciales son siempre las mismas, en primer lugar los anteojos. Siempre sabemos dónde están, menos cuando los necesitamos. Incluso a veces, después de buscarlos un rato largo, nos damos cuenta que los teníamos puestos o los llevábamos en la mano...

LlavesLo mismo sucede con las llaves de la casa. Basta que tengamos que salir un poco apurados para que se haga imposible encontrarlas. Y lo mismo nos pasa con una cantidad de cosas. Los documentos, siempre bien guardados en un lugar determinado, basta que los necesitemos y estemos apurados para que no podamos encontrarlos. Quizás les pasa de manera especial a las señoras con las carteras, aunque ahora tienen un buscador infalible: el celular. Más que un teléfono, es un invento hecho para que las señoras puedan encontrar sus carteras (suena un celular, cada uno con su tono personalizado, y permite a quien lo dejó en su cartera encontrarla enseguida sin dificultad)...

AhogoTambién a Dios a veces lo buscamos desesperadamente, cuando la vida se nos convierte en un inmenso lío. En esos momentos nos puede parecer que se esconde y no lo podemos encontrar. Puede pasarnos especialmente en estos tiempos en los que todo el mundo parece envuelto en un inmenso lío. Me preguntaban en hace unos días algunos amigos qué teníamos que hacer en esta hora de nuestra patria, en la que no se ven con claridad los horizontes...

En tiempos así podemos añorar una manifestación más contundente de Dios castigando el mal. Quizás prefiramos que Dios se manifieste como un viento huracanado que arrasa con el mal y nos permite empezar de nuevo a construir una sociedad más justa. Pero Dios no aparece así, no se lleva de un plumazo todo lo que nos molesta. Tampoco lo hace como un terremoto que abre la tierra para que se trague a todos los ladrones, ya sean de bancos o de gallinas, de autos o de impuestos. El profeta Elías tuvo que aprender a descubrir a Dios en una brisa suave. Así es como nos respondíamos con los amigos que recién mencioné que en esta hora nos toca rezar con una insistencia especial, para percibir la brisa suave de Dios siempre presente, sobre todo cuando llega la oscuridad y se pone tormentosa nuestra vida, cuando se hace dura la marcha y las contrariedades nos hacen perder la claridad y la calma, y dejamos de ver no sólo desde dónde venimos, sino también hacia donde vamos. Pero Dios no falta nunca, especialmente si hay tormenta...

Jesús calma la tormenta2. CUANDO LLEGAN LAS TORMENTAS,  JESÚS CALMA LAS AGUAS Y QUITA LOS MIEDOS... Como a los Apóstoles, también a nosotros nos sucede que a veces nos encontramos con tormentas que nos asustan. En el trabajo, en la salud, en nuestra vida personal y afectiva, en nuestra vida familiar y en nuestra vida social, incluso en nuestra vida de fe, así como en la vida de la Iglesia, no sólo hay nubarrones que dejan por momentos todo oscuro, sino que también hay verdaderas tormentas, en las que no para de caer agua o piedra, y en las que hasta deja de verse el horizonte...

Aparecen tormentas que nos dan miedo y nos paralizan, que nos dejan desorientados o sin saber qué hacer. También a veces aparecen tormentas que arrasan con todo. Y en medio de las tormentas podemos perder la calma, o las ganas de luchar por nuestras convicciones, o el rumbo que las mismas nos señalan, e incluso a veces podemos llegar a perder la confianza en Dios y también la fe...

Lo que primero importa en los tiempos de tormentas es darnos cuenta que Jesús siempre está presente. No hace falta responder con la audacia y el atropello de Pedro, que se lanza al agua para caminar hacia Jesús, quizás tan confiado en sus propias fuerzas, que no tarda en volver al miedo y empezar a hundirse. La presencia de Jesús a veces es silenciosa, pero siempre está. Jesús está marcando el rumbo, está sosteniendo la marcha, está recordando la meta y empujando hacia ella. Basta levantar la mirada para darse cuenta que viene a nuestro encuentro en cada encrucijada. Basta lanzar hacia Él nuestro grito y poner en Él toda nuestra confianza para encontrar que siempre trae calma a nuestra barca, si lo recibimos con fe y dispuestos a hacer lo que nos toca...

Benedicto XVIComo me decía hace poco un amigo, este país que nos duele no es sólo el resultado de lo que hacen los que gestionan "la cosa pública", sino de lo que hacemos todos cada día, y que por lo tanto se arregla no sólo con lo que esperamos que hagan los demás, sino con lo que hacemos todos cada día. Pero Jesús estará siempre a mano para calmar las aguas de "nuestras tormentas" y  quitarnos los miedos que nos paralizan y no nos dejan hacer nuestra parte...

Benedicto XVI para la Iglesia en el mundo entero, y cada Obispo en su diócesis, nos ayudan a permanecer en la Barca, que es la Iglesia. Hay que permanecer en ella, porque Jesús siempre vendrá a traer la calma y quitar los miedos a quienes estén en la Barca, en la Iglesia. Y el modo de permanecer en ella es tomarse firme de la Cruz, ya que en ella Jesús nos trajo la salvación y en ella la encontraremos siempre, más allá de los efectos efímeros de las tormentas...

Aguas calmas3. HAY QUE IR CON JESÚS EN LA BARCA, PARA SUPERAR LAS TORMENTAS...  Jesús no sólo viene a nosotros caminando sobre las aguas. En realidad, nuestra Barca es la suya, es la Iglesia, y en ella nos ha invitado a navegar junto con Él. Nos acompaña en toda la marcha, porque nos quiere para siempre junto a Él...

BarcaPodrán seguir viniendo muchas tormentas en todos los ámbitos de nuestra vida, personal y social. Podrán llegar tormentas en nuestra salud, en nuestra vida personal y afectiva, en nuestra vida familiar y en nuestra vida social, y para la Iglesia entera. Podrán llegar tormentas incluso que hagan temblar nuestra fe, pero con Jesús en la Barca, también llegará la calma...

No se trata de una Barca de paseo que recorre su rumbo sin destino. Todo comenzó en una orilla, en la que recibimos el don de la vida, y nos subimos a la Barca en el Bautismo. Y vamos hacia la otra orilla, en la que podremos alcanzar la meta de nuestra vida. Jesús nos ha hecho para el Cielo, y él mismo calma todas las tormentas que pueden presentarse durante la marcha, para que, mientras vamos de camino, nada ni nadie puedan nunca separarnos de Él. Podrán multiplicarse las tormentas, pero navegamos con la tranquilidad que nos da saber que, en la Barca, Jesús siempre está...

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Lecturas bíblicas del Domingo XIX del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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