Esta fue mi predicación de hoy, 22 de mayo de 2011,
Domingo V
de Pascua del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y
en el Hogar Marín:
I.- Vídeo, en Youtube (predicación en el
Hogar
Marín)
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1.
NECESITAMOS
UN TECHO DONDE COBIJARNOS Y SENTIRNOS SEGUROS... Todos necesitamos
un techo. Un techo es un lugar donde sentirnos seguros, estar
cobijados, estar protegidos. Un techo sirve, entonces, para estar
bien cuidados, aunque el techo sea chiquito...
Si
además junto con el techo encontramos un lugar donde siempre
podemos sabernos bien recibidos, cuidados y protegidos, un lugar
donde hay espacio para nuestra libertad, entonces lo que hemos
encontrado es un Hogar. Será un lugar que nos contendrá sin
oprimirnos, un espacio que será a la vez cálido y acogedor. Será
algo más que algo que simplemente cuide nuestra cabeza de la
lluvia y de la piedra...
Un Hogar, como las Hermanitas de los Pobres aprendieron de Santa
Juana Jugan a crear en sus casas, para que todos en ellas se sepan
recibidos. Sin embargo, todo Hogar que hoy nos cobije y nos cuide
será un lugar provisorio. Porque todo ahora y en nuestra dimensión
será provisorio. No hay casa, hogar ni techo que pueda ser
definitivo en nuestro tiempo provisorio, mientras caminamos en
esta tierra, porque nuestra patria es el Cielo...
Dios nos ha llamado a participar de su Casa, y siempre es
provisorio lo que tenemos "mientras tanto", en el camino. Por eso
hoy Jesús nos hace ver que sólo Él nos puede abrir las puertas a
un feliz Hogar definitivo...
2. JESÚS NOS
PREPARA UN LUGAR EN LA CASA DE SU PADRE, EL HOGAR DEFINITIVO...
Es un lugar donde hay "muchas habitaciones", "muchas moradas",
para todos los que acepten la invitación que Dios nos hace y
entrar por la Puerta que Jesús nos abrió desde el momento de su
Resurrección, y en virtud de su Resurrección. Jesús, llevando al
Cielo nuestra humanidad, ha hecho que la Casa de Dios, la Casa
de su Familia, sea la de todos nosotros, y allí nos prepara un
lugar para todos...
Mientras vamos
de camino nos vamos entrenando para vivir en esa Casa, nos
entrenamos para vivir el gozo del Cielo. Porque si tendemos las
manos hacia el Cielo Jesús nos hablará siempre de esta Casa
definitiva, y nos daremos cuenta que el Cielo es una Casa en la
que se vive en comunión...
Ya nos decía
el Beato Juan Pablo II en el primer viaje que hizo a México, en
enero de 1979, recordando lo que nos enseñaban algunos Padres de
la Iglesia, que Dios no es un solitario, Dios es Familia., y en
la Casa de Dios se vive en familia...
Pueden vivir en la Casa de Dios los que estén dispuestos a y
preparados para vivir en comunión y en familia, los que estén
dispuestos a vivir con gozo tendiendo las manos hacia los demás,
para ayudar cada uno en lo que puede a los que se encuentra en
la marcha mientras vamos de camino. El tiempo de nuestro
aprendizaje es el de ahora, mientras vamos de camino. Hoy es
cuando tenemos la oportunidad de hacernos a la medida de la Casa
de Dios, que es el Cielo, una Casa de Familia, una Casa en la
que se vive en comunión...
3. JESÚS ES EL
CAMINO SEGURO, VERDAD FIRME Y VIDA QUE NO SE ACABA... Para que
no tengamos dudas sobre cómo llegar al Cielo, Jesús nos dice que
Él mismo es el Camino, un Camino seguro; Él es la Verdad, una
Verdad firme; y Él es la Vida, una vida que no se acaba...
Jesús es el
Camino seguro, que Él mismo recorrió primero. Es el camino de la
entrega y el servicio, es el camino del amor, es el Camino que
nos lleva al Cielo, Él mismo es el camino. Es un camino
esforzado que nos toca vivir cada día, avanzando hacia la meta
hacia la que él nos llama...
Jesús es también una Verdad firme, la que está en cada
página
del Evangelio. Es una Verdad hacia la que vamos dando pasos para
avanzar hacia la meta, aquella a la que fuimos llamados y a la
que esperamos llegar cuando se haya acabado para nosotros este
tiempo...
Jesús es
también la Vida, la Vida que no se acaba, la Vida a la que hemos
sido llamados y a la que se llega a través de la que ahora
estamos viviendo...
Se trata de una Vida a la que vale la pena aspirar, que se vive
en una Casa que es definitiva. Vale la pena aspirar a esta Vida,
y aunque no tengamos apuro, no podemos nunca dejar de pensar y
de tener presente que estamos hechos para el Cielo...
Servirá para eso recordar siempre que Jesús es el Camino que de
verdad nos da la Vida y nos lleva al Cielo para el que hemos
sido hechos, la Casa y el Hogar definitivo, que vale la pena
pena alcanzar...