Esta fue mi predicación de hoy, 1 de mayo de 2011,
Domingo II
de Pascua o de la Divina Misericordia del Ciclo Litúrgico A, día
de la beatificación de Juan Pablo II, en el Hogar Marín:
I.-
Vídeo, en
Youtube (predicación en el Hogar Marín)
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. POR MÁS QUE
SE QUIERA, ESTA VIDA NO PUEDE DURAR PARA SIEMPRE... Hace hace seis
años y veintiocho días celebrábamos como hoy el Domingo de la Divina
Misericordia, nombre que Juan Pablo II puso al Domingo II de
Pascua. El día anterior había muerto, en las Vísperas de la Divina
Misericordia, nuestro querido Juan Pablo II. Yo decía ese día que
la vida que vivimos en esta tierra, por más que queramos que dure,
nunca puede ser "para siempre". Es más, teniendo delante los ojos
lo que habían sido los últimos años de Juan Pablo II, la súplica
más piadosa que podía hacerse en esos días a Dios era que se
acabara su calvario en la tierra, y le llegara el momento del
descanso en paz...
El Papa que había hecho tantos viajes (más de un millón de
kilómetros, como si hubiera viajado todos los días, desde que
inició su ministerio, más de 120 Kilómetros por día, sin descansar
uno solo), ya no podía caminar, en realidad ya no se podía mover
de ninguna manera. El Papa que predicó a todos con insistencia y
fidelidad la Palabra de Dios de manera incansable, ya no podía
hablar. El Papa que realizó gestos de misericordia y signos
eficaces de la Palabra en la que creía y de la que se alimentaba
con abundancia, ya no podía hacer nada más, lo había dado todo...
Y la Divina
Misericordia nos los regala ya hoy, a poco más de seis años de su
muerte, como Beato, para que sea nuestro modelo en el camino del
seguimiento de Jesús, y nuestro intercesor. Esta mañana nos decía
Benedicto XVI (su sucesor en la Cátedra de Pedro después de haber
sido su estrecho colaborador en su Pontificado), en la Misa en la
que lo beatificó que se había llegado a esa proclamación
fundamentalmente porque el Beato Juan Pablo II fue un hombre de fe
íntegra, un hombre que fue firme y fiel en su fe, gracias a la
cual este gran Papa fue quien fue y es lo que es para todos
nosotros. Gracias a la fe tuvo esa serenidad y esa integridad para
vivir en las circunstancias más adversas ese regalo que había
recibido de Dios...
2. UN HOMBRE DE
FE VIVIDA CON INTEGRIDAD, QUE LE ABRIÓ ÍNTEGRAMENTE LAS PUERTAS A
CRISTO... Fue un hombre, entregado del todo a Dios, en manos de
María. "Todo tuyo", decía en su lema episcopal, que fue también su
lema como Sumo Pontífice. "Todo tuyo" dice el nuevo Beato a María,
y en manos de María vivía para el Señor...
La Divina Misericordia nos lo regala hoy ya como Beato. Alguno
quizás haya podido seguir esta mañana, con las cámaras de
televisión que lo transmitían en directo, ese momento culminante,
y toda la Misa en la que Benedicto XVI lo proclamó Beato. Nos lo
regala para que sea nuestro modelo, nuestro ejemplo y nuestro
intercesor...
En
la predicación de la Misa decía esta mañana Benedicto XVI que el
nuevo permitió llegar a ese momento que se estaba viviendo en la
Plaza San Pedro, porque fundamentalmente era una hombre de fe.
Fiel, de una fe íntegra y vivida hasta el extremo...
La vida que hoy llevamos no puede durar para siempre. Sólo
duran para siempre la Vida, la Paz y la Alegría que vienen de
Jesús resucitado, el que nos permitió encender en la Vigilia
Pascual el Cirio que nos lo muestra como luz que ilumina nuestro
camino...
Porque
fue un hombre de fe fiel, el Beato Juan Pablo II fue también
siempre un hombre de paz, que transmitía alegría. Seguramente es
el primer Beato que tanta gente pudo ver tantas veces, de manera
directa o a través de los medios de comunicación, y que después
de un tiempo tan breve como estos poco más de seis años es
regalado a toda la Iglesia como modelo e intercesor por su
beatificación...
Este hombre de fe desde el primer día de su pontificado exhortó
a todos los hombres a hacer lo que la fe había hecho en él
mismo: abrirle las puertas a Cristo, sin miedo, y abrírselas del
todo. Se trata en primer lugar de abrirle a Jesús las puertas
del propio corazón dejando que Jesús nos inunde con su amor, con
su gracia, con su paz y su alegría. "Abranle las puertas a
Cristo", nos decía el nuevo Beato, también las de nuestro
tiempo, las de nuestra cultura, las de nuestras casas, las de
nuestras familias. Que le abriéramos las puertas a Cristo,
quería el Beato Juan Pablo II, porque él mismo había
experimentado que nos daría una Vida, una Paz, y una Alegría que
duran para siempre...
3. EL BEATO JUAN
PABLO II NOS ENSEÑA A ABRILE LAS PUERTAS A CRISTO... Este Beato,
Juan Pablo II, que hoy nos regala la Iglesia, es un don de Dios.
Pero todo don de Dios es al mismo tiempo para todos los que lo
reciben, en este caso la Iglesia entera, una tarea...
Juan
Pablo II nos muestra un camino, y recorrerlo es esta tarea.
También nosotros, como él, estamos llamados a recorrer nuestro
tiempo como hombres y mujeres de fe...
Será esa fe, que el Beato Juan Pablo II testimonió con su palabra
y con su vida, será la que nos permitirá no perder nunca la calma.
Esa fe será la que nos permitirá mantenernos firmes, de la mano de
Jesús, en todas las tormentas...
Será esa fe, que nos hace abrir las puertas de nuestro corazón, de
nuestra casa, de nuestras familias y del mundo entero, la que nos
permitirá que Jesús sea siempre nuestra paz y nuestra alegría...