Esta es mi predicación del 23 de abril de 2011, en
la vigilia
Pascual del Hogar Marín, y en la Misa del Domingo de Pascua en la
Abadía Santa Escolástica:
I.-
Vídeo, en
Youtube (predicación en el Hogar Marín)
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. HEMOS
RECIBIDO AMENAZAS DE MUERTE: TRISTEZA, MIEDO, ENOJOS Y HASTA EL
ODIO,
QUE MATAN... De todos modos, hace tanto que
todos recibimos la primera amenaza de muerte, que ya nos hemos
olvidado
de ella. En el mismo momento en que nacíamos teníamos ya una
sentencia que caía sobre nosotros: la certeza de que no viviremos
para
siempre. Por más que lo pretenda la medicina, y se esfuercen todos
en
brindarnos los mayores cuidados, llegará un momento en que ya no
podremos vivir mas esta vida...
Pero no ha sido la única. A ella le han seguido otras. No sólo las
enfermedades, más o menos graves, que nos
han acercado más o menos a ese momento sin retorno que
algún día, con mayor o con menor retraso, llegará. También alguna
vez la
tristeza nos ha ganado el corazón, y eso fue una amenaza de
muerte. La tristeza mata. La tristeza apaga el corazón y lo deja
tal
como estaba este Templo antes de que comenzáramos esta Vigilia
Pascual,
a oscuras...
Pero
además de la tristeza, nos ha amenazado de muerte el miedo, y cada
vez
que lo hemos sufrido hemos tenido sobre nosotros el peso de una
amenaza
de muerte. El miedo no nos deja vivir. El miedo nos paraliza. El
miedo
puede incluso, como la tristeza, hacernos desear que se acabe la
vida,
porque se nos hace demasiado pesada...
Y esto todavía no es todo. Porque alguna vez nos hemos enojado con
alguien, aunque sea sólo un poco y por un rato. Entonces algo de
odio pudo ganar espacio en nuestro corazón, y eso es una amenaza
de muerte, porque el
odio mata al que lo tiene, lo destruye, lo carcome desde adentro y
le
hace perder el sentido de la vida. Tenemos entonces muchas
amenazas de
muerte, pero esta noche viene Jesús a decirnos una palabra que nos
rescata para siempre, y nos rescata para la Vida...
2. DIOS
TIENE UNA PALABRA DE
AMOR, QUE PUEDE MÁS QUE LA MUERTE: JESÚS... Jesús pronuncia al
salir
del Sepulcro, venciendo sus puertas y el encierro de la muerte,
una
Palabra que da vuelta todas las cosas. El mismo es esa Palabra,
cuyo Sí
a la Vida por su Resurrección cambia todas las cosas....
Jesús resucitado
le
dice Sí a la Vida. Esta Palabra es de Dios, viene de Dios y la
pronuncia Dios con la Resurrección de Jesús. Y es Él quien nos
hace
participar de su Vida, porque venció al pecado, que se ensañó con
él
llevándolo a la Cruz, y a la muerte. Por eso cantamos de gozo en
esta
noche. Porque hoy dejamos que repercutan en nuestro corazón sólo
estas
palabras cargadas de Vida: Jesús vive para siempre y nos hace
partícipes a nosotros de esta Vida que viene de Dios y que Él nos
ha
ganado, para que también nosotros superemos las barreras del
pecado y
de la muerte...
Esta noche está llena de signos que nos hablan de la presencia de
Dios.
En primer lugar la Luz del Cirio que nos ilumina y a la que
cantamos en
el pregón pascual. El Cirio nuevo, que se enciende con la Luz que
viene
del Fuego nuevo, el mismo fuego que Jesús pone en nuestros
corazones
para encendernos en la fe que necesitamos para caminar con Él todo
el
camino de la vida. Enseguida bendeciremos el agua con la que
seremos
rociados para revivir en nosotros lo que del momento mismo de
nuestro
Bautismo el mismo Dios comenzó a construir en nosotros sembrando
sus
semillas de eternidad y llamándonos a vivir para siempre...
3. HAY QUE RECIBIR EL
AMOR DE DIOS Y VIVIR EN
ÉL, PARA PODER MÁS QUE LA MUERTE... Tenemos muchas amenazas, pero
podemos vivir tranquilos y apostar a la vida. Viviendo para
Dios, que lo puede todo, y también puede vencer al pecado y a la
muerte. El Amor de
Dios es poderoso, puede
más que el pecado y que la muerte. Ese Amor se hizo hombre y
habitó
entre nosotros, probó nuestra muerte y resucitando nos dio
su Vida.
Bastará, entonces, que
estemos dispuestos a recibirlo a Jesús, a recibir el Amor de
Dios con
las ventanas del corazón bien abiertas, para que
podamos vivir sin tristezas y sin miedo...
A Jesús
lo recibimos por
primera vez sacramentalmente en el Bautismo. En la Vigilia Pascual
hemos renovado las promesas y los compromisos bautismales. Hemos
seguido recibiendo a Jesús cada vez
que hemos
celebrado los
Sacramentos o nos hemos alimentado con la Palabra de Dios, en la
que el
Amor está vivo...
Sin embargo, no alcanza con eso. Además de recibir el Amor
de Dios,
hace falta vivir en Él. Porque el amor sólo
permanece en nosotros si se
mantiene
vivo, ya que el amor es vida. Y el Amor de Dios, que
permanentemente recibimos,
permanece vivo
en nosotros si vivimos en el amor. Por eso, el camino para
vencer a la muerte es el camino del servicio de unos a otros, al
que
nos lleva el amor, y que nos hace participar en la Vida que
Jesús nos
regaló desde la Cruz y con su Resurrección. El amor que Dios nos
ha dado y que vive en nosotros si
no lo abandonamos, consiste en el compromiso de construir
el bien de los otros, y esto sólo se puede hacer en el
servicio. Es un
amor al que Dios nos llama, entonces, que abarca a todos, y que
nos
permite vivir confiados, con alegría y sin miedos...