Esta fue mi predicación de hoy, 13 de marzo de
2011, Domingo I
de Cuaresma del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica
y en el Hogar Marín:
I.-
Vídeo, en
Youtube (predicación en el Hogar Marín)
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. LAS COSAS NO
SON SIEMPRE LO QUE PARECEN A PRIMERA VISTA... Basta para
comprobarlo prestar atención a lo que dicen los vendedores sobre
los diversos artículos de consumo, cuando quieren convencernos de
sus bondades. Siempre abundan en la descripción de sus virtudes y
ventajas, y ocultan o guardan respetuoso silencio sobre sus
limitaciones o defectos. Después, si los llegamos a adquirir, no
tardan en aparecer los defectos que inevitablemente tienen todos
los objetos consumibles que se nos ofrecen. Incluso a veces,
comparando la descripción de los vendedores y la realidad de lo
que hemos comprado nos parece que nos han estafado...
Lo mismo sucede
con los negocios. Suelen presentarse siempre como ventajosos para
todos los que intervienen, aunque en realidad resultan realmente
así sólo unos pocos, los que están bien hechos. En otros casos
(que en algunos lugares pueden convertirse en la mayoría) resultan
ventajosos sólo para algunos, teniéndose como resultado lo que
vemos que sucede con frecuencia en la economía de mercado: por más
mecanismos que se traten de implementar para alcanzar un sano
equilibrio, algunos ricos terminan siendo cada vez más ricos, y
algunos pobres cada vez más pobres...
En realidad, una
cosa similar sucede con las tentaciones que aparecen cada día en
nuestra vida. Tal como se ve en el descriptivo relato del Génesis,
también a nosotros el demonio trata de confundirnos,
presentándonos verdades a medias (que es un modo de presentarnos
mentiras). Las tentaciones siempre se esconden detrás de algo que
aparece como bueno, pero que es un bien que está fuera de lugar,
un bien desordenado, y que por lo tanto deja de ser tal. La
voluntad sólo se mueve por el bien. Por eso, siempre que elegimos
algo, es porque nos parece bueno. Pero hay que tener cuidado de no
caer en la trampa que nos presentan los bienes aparentes, juzgando
con cuidado el bien que es debido en cada lugar. Sirve como
ejemplo el amor entre el hombre y la mujer, un gran bien que,
sin
embargo, no es tal si no va de la mano del compromiso para toda la
vida, propio del matrimonio. La expresión sexual de la entrega
mutua es en sí mismo un bien, que, sin embargo, sólo se encuentra
en su lugar dentro del matrimonio...
Por eso, al comenzar la Cuaresma, tiempo de conversión que nos
prepara a la celebración de la Pascua, Jesús nos muestra cómo se
vencen las tentaciones, a través de lo que Él mismo hizo en el
desierto, que nosotros intentamos revivir en este tiempo de
Cuaresma, un tiempo de un encuentro más vivo con Dios...
2. LA PALABRA DE DIOS NOS ILUMINA PARA VENCER TODAS LAS
TENTACIONES... Todas las tentaciones que pueden presentarse en
nuestra vida se resumen en las que tuvo que enfrentar Jesús en el
desierto, lugar al que se retiró para pasar cuarenta días en la
soledad y en la oración, preparándose para el comienzo de su
ministerio público. Y justamente, Jesús nos enseña a encontrar en
la Palabra de Dios la respuesta que nos permite vencer todas las
tentaciones...
a) Su primera
tentación, la de saciar el hambre al que lo llevaron los días de
ayuno, nos habla de todas las tentaciones que nos presenta el
mundo materialista y hedonista de nuestro tiempo, proponiéndonos
el camino de la felicidad por la satisfacción de los sentidos.
Frente a esta mentira, Jesús nos recuerda, con la Palabra de Dios,
que
no sólo de pan vive el hombre. De hecho,
nuestro
alimento principal viene de Dios, son las Palabras que salen de su
boca. Por eso, no hay Mesa más importante que aquella en la que el
mismo Jesús y su Palabra se nos brindan como el alimento que nos
fortalece. En eso consiste la Misa dominical, como también la de
cada día, si tenemos la posibilidad de acudir a ella, al menos de
vez en cuando. No sólo de pan vive el hombre nos diría hoy Jesús,
y ni siquiera sólo de pan y de todos los bienes consumibles que
hoy se llevan la mayor parte de nuestros afanes...
b) Frente a la tentación de
la solución mágica de las dificultades, que para Jesús se
presentaba como la posibilidad de tirarse desde la parte más alta
del Templo confiando en que Dios no podía abandonarlo y debía
enviarle a los Ángeles para que lo sostuvieran como entre
algodones, Jesús nos enseña que
no hay que tentar a Dios,
a no empeñarnos a escapar siempre y a toda costa al dolor. No hace
falta estar siempre pidiéndole a Dios milagros que nos permitan
superar fácilmente las dificultades, o que Él se haga cargo de
ellas, encargándole a Dios lo que Él ha puesto en nuestras
manos...
Una tentación que debe ser muy fuerte en estos días para los que
han sufrido las consecuencias del fuerte terremoto en el Japón
habrá sido sin duda la desesperación. En realidad es siempre la
más grave y la más destructiva de las tentaciones, porque nos deja
sin refugio. El que desespera ya no tiene posibilidad de dirigirse
a Dios, y por eso mismo se queda sin fundamentos. El que desespera
no tiene más salida que el desconsuelo. Pero el pueblo japonés,
que ha pasado por muchas circunstancias muy duras, no se abandonó
a la desesperación. Es más, las consecuencias no fueron más graves
porque sabiendo que estos terremotos pueden esperarse en ese lugar
del mundo, ellos estaban preparados, tenían muchas cosas previstas
como refugios, alimentos y otra cantidad de previsiones que les
ayudaron a responder con serenidad y al mismo tiempo con prontitud
y eficacia a las circunstancias...
c)
Finalmente, se le presentó a Jesús también la tentación del poder,
como la posibilidad de poseer y dominar el mundo entero.
Seguramente a ninguno de nosotros se nos presente esa tentación
con una dimensión tan grande, pero también seguramente de algún
modo se nos presenta el deseo de dominar y someter a los demás,
por ejemplo como la tentación de solucionar los problemas de la
convivencia humana imponiendo nuestra voluntad a los demás...
Es una tentación del poder, de poder sobre los demás, pensar que
los problemas de la convivencia humana se solucionaría si los
demás hicieran lo que a nosotros nos parece, en vez de aprender
nosotros a tejer la vida de los demás...
Ante la tentación del poder la respuesta de Jesús nos ayuda a
tener en cuenta que
sólo Dios es Dios y sólo a Él
tenemos
que adorar. Y todos los demás, los hijos de Dios, siempre
necesitaremos la Palabra de Dios para aprender dónde está el
verdadero bien. No nos toca a nosotros decidirlo, nos toca a
nosotros encontrarlo, seguirlo y construirlo...
3. SIEMPRE HABRÁ TENTACIONES,
PERO DE LA MANO DE JESÚS PODREMOS VENCERLAS... La enseñanza de
Jesús es clara y contundente. Es acudiendo a la ayuda de la
Palabra de Dios como nos será posible responder siempre a todas
las tentaciones. Si nos tomamos de la mano de Jesús, siempre
tendremos su Palabra a mano, y guiados con ella podremos encontrar
el camino que nos permita superar las tentaciones, sin caer en sus
trampas y falsas ilusiones...
Es cierto, si
nos tomamos firmemente -con las dos manos y sostenidos por la fe-,
de Jesús, no tardarán en aparecer en nuestra vida la Cruz, el
dolor y el sacrificio que acompañan siempre a la entrega a su
Voluntad. Es inevitable. La Cruz es el lugar preferido de Jesús.
Ella fue su camino para llegar a la Resurrección y regalarnos la
salvación (como es también el nuestro para recibir este don)...
Será el momento, entonces, de encontrar en lo sucedido en Japón un
llamado más a poner ne marcha la caridad a la que el mismo Amor
nos llama. No por casualidad los países que más han sufrido
inclemencias semejantes son los primeros en acudir en ayuda de los
habitantes de Japón (México, Chile, Nueva Zelanda). Nosotros, que
conocemos ese terremoto de nuestra vida que es el pecado, que nos
hace temblar y nos deja por el piso, y que al mismo tiempo nos
sabemos redimidos por el Amor de Dios, enseguida deberíamos
aprender, iluminados por la Palabra de Dios, a responder con amor,
también en estas circunstancias, para hacer el mayor bien...