Cimientos firmes...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 1 de junio de 2008,
Domingo
IX del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía
Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. PARA
CONSTRUIR EDIFICIOS GRANDES HAY QUE PONER CIMIENTOS FIRMES... Llamamos
cimientos
a la parte
de una estructura que tiene la misión de transmitir todas las cargas y
el peso de un edificio al suelo. Ya que por lo general la resistencia
del suelo es menor que lo que hace falta para soportar el peso de todo
el edificio, el área de contacto entre el suelo y los cimientos debe
ser proporcionalmente más grande que los elementos que tendrá que
soportar (excepto en en caso de suelos muy rocosos y coherentes). No
hace falta que los edificios sean muy altos para que necesiten
cimientos grandes. Basta que sean edificaciones muy extendidas, o se
encuentren en tierras que no son muy firmes, para que necesiten
cimientos muy fuertes y muy bien armados...
Aquí
podemos ver todas las edificaciones del Hogar Marín, de las Hermanitas
de los Pobres, en San Isidro, donde viven ellas y los noventa ancianos
que ellas atienden con la caridad que aprendieron de la Beata Juana
Jugan. En la portería (hacia el Oeste, en la parte inferior de la
imagen), en la parte central, la Capilla (el "palito" de a E, en el
centro del Hogar y de la foto), en las dos alas y el eje perpendicular
a ellas (donde se encuentran las habitaciones, la cocina, los comedores
y los lugares de uso común, entre ellos el teatro), en los depósitos y
la carpintería (hacia el Sur, en la parte superior derecha de la
imagen), en la lavandería (hacia el norte, en la parte superior
izquierda de la imagen), en la casa del Capellán (hacia el noroeste, en
el ángulo inferior izquierdo de la imagen, en la torre que soporta el
tanque de agua y hasta en el Quincho (hacia el este, en la parte
superior y central de la imagen) hay cimientos fuertes, necesarios en
terrenos como los de San Isidro...
Sin embargo, todo eso no alcanza para sostener la caridad que da vida a
este Hogar, para eso hace falta acudir a los cimientos que Jesús nos
hoy propone, para que nuestra vida esté asegurada...
2. DIOS CON SU PALABRA
NOS MUESTRA SU VOLUNTAD, Y NOS LLAMA A SEGUIRLA... Dios se ha
pronunciado, y de esta manera no sólo ha hecho el mundo con su Palabra,
sino que además con ella nos ha puesto de manifiesto su Voluntad para
con nosotros, nos ha dicho que nos quiere para El Cielo, que es su Casa
y quiere que sea la nuestra. Para ello ha enviado a su Hijo al mundo,
la Palabra de Dios hecha carne, para que con su ofrecimiento en la Cruz
nos abriera las Puertas del Cielo con su Resurrección...
Pero Dios
es muy respetuoso de nuestra libertad, se toma en serio lo que ha hecho
de nosotros, haciéndonos artífices de nuestro propio destino. Por eso
pone delante de nosotros al mismo tiempo una bendición y una maldición,
y en el medio nuestra decisión. Una bendición es lo que nos espera si
vivimos siguiendo sus mandamientos; en cambio una maldición es lo que
nos espera si nos apartamos del
camino que su Palabra nos señala...
Está en nosotros, entonces, responder al llamado de Dios. Él nos ha
hecho para el destino de felicidad plena que es posible alcanzar, de su
mano, en el Cielo, pero allí se llega respondiendo con fidelidad a la
Palabra con la que nos llama. Muchos ídolos pueden presentarse por el
camino tratando de arrastrar nuestra voluntad, pero ésta se nos ha dado
para que podamos responder libremente al llamado de Dios. La Palabra de
Dios, entonces, se convierte en un cimiento firme sobre el que es
posible construir bien nuestra vida entera. Nos muestra el Plan de
Dios, un Plan de Salvación destinado a todos los hombres; nos señala el
destino para el que Dios no ha hecho, y nos muestra el camino por el
que podemos alcanzar este destino...
3. PARA
LLEGAR A DIOS, HAY QUE ESCUCHAR SU PALABRA Y PONERLA EN PRÁCTICA... Se
trata, entonces, de construir nuestra vida sobre fundamentos firmes, si
queremos llegar muy alto, tan alto como el destino para el que Dios nos
ha querido, un destino celestial. Ese fundamento tiene que ser su misma
Palabra, que nos permite conocer a Dios, entender el mundo en el que
vivimos y conocernos a nosotros mismos y el destino de eternidad para
el que Dios nos ha hecho. Por eso necesitamos darnos el espacio que nos
permita volver una y otra vez sobre esta Palabra, para escucharla una y
otra vez, abriendo nuestros oídos y nuestro corazón, para que podamos
fundar en ella toda nuestra vida...
Pero no basta con
escuchar la Palabra de Dios. Ella será para nosotros cimiento fuerte y
firme si además de escucharla la ponemos en práctica cada día. Dios es
Amor, y su Palabra es una Palabra de Amor, que nos llama al amor.
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, pronunciada con toda claridad y
contundencia desde el Pesebre hasta la Cruz y la Resurrección, nos
muestra el camino y nos enseña a poner en práctica lo que nos dice...
Por eso nuestra fe siempre nos llevará al servicio y a la alegría.
Servicio cotidiano, servicio programado, servicio a toda hora, todo el
día y todos los días. Servicio que nos haga siempre disponibles para
quienes tienen derecho a esperar algo de nosotros, servicio que nos
haga creyentes fieles, simplemente por ser creyentes que nos tomamos en
serio la Palabra de Dios. Es una Palabra para ser creída, y por eso
mismo para ser vivida...
Lecturas
bíblicas del
Domingo IX del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":
- Moisés habló al pueblo y le dijo: Graben estas palabras en
lo más
íntimo de su corazón. Átenlas a sus manos como un signo, y que sean
como una marca sobre su frente. Yo pongo hoy delante de ustedes una
bendición y una maldición. Bendición, si obedecen los mandamientos del
Señor, su Dios, que hoy les impongo. Maldición, si desobedecen esos
mandamientos y se apartan del camino que yo les señalo, para ir detrás
de dioses extraños, que ustedes no han conocido. Cumplan fielmente
todos los preceptos y leyes que hoy les impongo (Deuteronomio 11, 18.
26-28 y 32).
- Hermanos: A los ojos de Dios, nadie será justificado por
las
obras de la Ley, ya que la Ley se limita a hacernos conocer el pecado.
Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios
atestiguada por la Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe
en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna
distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
pero son injustificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la
redención cumplida en Cristo Jesús. El fue puesto por Dios como
instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe.
Porque nosotros estimamos que le hombre es justificado por al fe, sin
las obras de la Ley (Romanos 3, 20-25a y 28).
- Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen:
«Señor,
Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que
cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán
en aquel día: «Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No
expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?».
Entonces yo les manifestaré: «Jamás los conocí; apártense de mí,
ustedes, los que hacen el mal». Así, todo el que escucha las palabras
que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre
sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se
precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa;
pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al
contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede
compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los
vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande
(Mateo 7, 21-27).
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predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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