Talentos para servir...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 16 de noviembre de 2008, Domingo XXXIII del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín:

Voluntaria del Hogar1. TODOS HEMOS RECIBIDO ALGUNOS TALENTOS PARA SERVIR A LOS DEMÁS... Todos sabemos hacer algo que  puede ser útil a los demás, y eso se debe a las capacidades o talentos que hemos recibido. Pero vale la pena tener en cuenta esto con ejemplos concretos de lo que sabemos y podemos hacer...

Residentes del HogarLo vemos aquí en el Hogar Marín, en el que residen hasta 90 ancianos, cuidados por las Hermanitas de los Pobres, los voluntarios y algunos empleados, que con mucho cariño y dedicación se hacen cargo de sus necesidades. Porque no sólo las Hermanitas, los empleados y los voluntarios realizan su tarea, también los residentes, en la medida de sus habilidades y sus posibilidades, hacen su parte...

Residentes del HogarUnos barren, otros ponen la mesa, otros ayudan a lavar los platos sobre todo los domingos, otros colaboran en la atención de la Portería, otros prestan su servicio en la ropería y en la lavandería, otros para hacer los mandados puertas afuera, otros en la atención prolija y puntual de la Sacristía...

Lo que importa es que todos tenemos nuestros propios talentos, que hemos recibido como dones de Dios, y que, puestos al servicio de los demás, pueden dar muchos frutos. De todos modos, no basta con tener los talentos. Porque podríamos quedarnos sentados con ellos, por miedo a perderlos o a fracasar, y de esa manera no sólo no ayudaríamos a nadie, sino que además deberíamos someternos al derecho de los demás a reprocharnos...

Residenta del Hogar2. NO ALCANZA CON TENER TALENTOS, ADEMÁS HAY QUE HACERLOS PRODUCIR... Pero no basta con tener talentos, solos no pueden dar frutos, para eso hace falta que nos hagamos cargo de ellos y los hagamos crecer, aprendiendo a hacerlos producir buenos frutos para los demás, y decidiéndonos con amor a ponerlos en marcha. Sucede con los talentos que cada uno de nosotros tenemos lo que sucede con todo don de Dios, no sólo son un regalo sino que al mismo tiempo significan una tarea. Es decir, los talentos no son dones terminados, acabados en sí mismos, que simplemente hay que sentarse a disfrutar, sino dones destinados a dar frutos gracias a nuestro cuidado y dedicación para cultivarlos, hacerlos crecer y ponerlos al servicio de los demás...

Empleadas del HogarTodos conocemos los dones de las empleadas de la Cocina, Cecilia y Zulema, como también de sus ayudantes. Todas ellas juntas hacen que, cualesquiera sean los ingredientes para preparar nuestros alimentos, siempre éstos sean un regalo no sólo alimenticio, sino especialmente sabroso. Pero nada de esto podría suceder, si simplemente se quedaran "mirando las ollas". Para que los dones de nuestras cocineras den su frutos, ellas los tiene que poner en marcha, los tiene que utilizar para servirnos. Sirva también tener en cuenta, por ejemplo, a Domingo. La primera vez que se le pidió que me ayudara aquí en el altar como monaguillo, no conocía esta tarea, pero con atención y dedicación fue aprendiendo la tarea, que hoy desarrolla con soltura, eficiencia y aplicación ejemplar, ya que puso en marcha los talentos que para ello tenía. Lo mismo podría decirse de las señoras que planchan la ropa, cosen la que está rota o es necesario arreglar. No basta que sepan hacerlo, además hace falta que se dispongan a dar frutos con lo que saben hacer...

Residentes del HogarDios, que nos hizo por amor, nos hizo también para el amor. Por eso, todo lo que de Él hemos recibido encuentra finalmente su sentido en el servicio y en el don de nosotros mismos a los demás. Por eso no somos dueños sino administradores de todo lo que hemos recibido de Dios, empezando por la vida y los diversos dones que la acompañan. Todos ellos encuentran su lugar cuando en vez de descuidarlos o destinarlos sólo para nuestro propio beneficio los ponemos fielmente al servicio de los demás. No pensemos, sin embargo, que para que nuestros dones den sus frutos será necesario que realicemos grandes gestos de entrega y generosidad, no pensemos que sólo vale lo que se hace llegando al extremo del heroísmo, se trata simplemente de dar los frutos sencillos y simples que todos podemos dar...

Cielo y Cruz3. LOS FRUTOS PEQUEÑOS DE CADA DÍA SIRVEN PARA PREPARAR LA FIESTA FINAL: EL CIELO... Los frutos que estamos llamados a dar con los dones o talentos que hemos recibido de Dios son los pequeños frutos de amor y de servicio de cada día. El Cielo no se puede improvisar, se llega a Él en primer lugar porque Dios nos invita, pero además si le respondemos cada día, cuando viene hacia a nosotros a través de quien tiene derecho a esperar algo de nosotros, cuando se hace presente con su llamada en todo lo que hacemos cada día. En particular, cuando se acerca el Bicentenario de nuestra República Argentina, a nosotros nos toca preparar el Cielo dando frutos de justicia y solidaridad, como nos recuerda el Mensaje de la Conferencia Episcopal Argentina de los días pasados...

Mirando a DiosTodas las parábolas de los últimos Domingos del año litúrgico, que nos hablan del Cielo, nos sirven para estar atentos y despiertos, preparando la fiesta que esperamos en todo y con todo lo que hacemos cada día. Estas parábolas, entonces, nos ayudan a vivir con los pies en la tierra, para tomar conciencia de todos los dones que de Dios hemos recibido, pero al mismo tiempo con la mirada siempre puesta en el Cielo, al que nadie va a llegar por mera casualidad.

Será una gran alegría, incomparable y sin igual, participar en esa fiesta sin fin en la que consistirá el Cielo. Pero ciertamente no llegaremos al Cielo porque sí no más, con los brazos cruzados. Los dones que hemos recibido son los instrumentos que Dios nos ha dado para que nosotros mismos participemos en la preparación del Cielo al que nos ha invitado. Por eso el camino al Cielo siempre será una Cruz, ya que hacerlos rendir sus frutos siempre implicará un trabajo, el trabajo del amor y del servicio al que Dios nos ha llamado. El Cielo será fruto, será fruto, sin duda, en primer lugar de la misericordia de Dios, sin la cual para nadie es posible el Cielo. Pero será también la consecuencia que Dios ha querido regalarnos de los pequeños frutos de cada día que, con amor y perseverancia, poniendo todos nuestros talentos al servicio de nuestros hermanos, especialmente lo más necesitados y abandonados, hayamos podido producir...


Lecturas bíblicas del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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