Preparando la fiesta...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 12 de octubre de 2008, Domingo XXVIII del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Fiesta1. A TODOS NOS GUSTAN LAS FIESTAS, PERO NO SIEMPRE TENEMOS APURO EN LLEGAR... Es normal que a todos nos gusten las fiestas, ya que la fiesta es parte de la vida, y la vida misma es un llamado a la fiesta. De todos modos, no todas las fiestas son iguales. Hay algunas para las que, si hace falta, vamos con toda tranquilidad un rato antes, para poder encontrar un buen lugar que nos permita participar sin perdernos nada. Así hacemos, por ejemplo, si se trata de un concierto, o cine o de un espectáculo deportivo o teatral, vamos un rato antes, aunque haya que esperar. En realidad, cuando nos interesa mucho la fiesta, la misma espera se convierte en una parte de preparación y la vivimos con alegría...

AsadorHay otras fiestas, en cambio, para las que no tenemos ningún apuro en llegar. Pasa así, por ejemplo, cuando al primero que llega le tocará un mayor trabajo, quizás incluso hasta haciéndose cargo de la parrilla. También sucede así, a veces, si se trata de un casamiento al que nos han invitado por compromiso, sobretodo si se realiza con Misa. En ese caso tratamos de llegar sin agitarnos demasiado, sin mayor apuro. Sabemos que no empieza a horario, y si lo único que nos interesa es cumplir y saludar a los novios (y a lo sumo, ver a la novia cuando sale), no hay nada que nos motive para llegar antes...

CementerioTambién el Cielo es una fiesta a la que Dios nos invita, como nos lo dice hoy Jesús hoy con la parábola que proclamamos en la Misa. Es la fiesta de las bodas del Hijo de Dios, Jesús, que se une para siempre con la humanidad redimida. Todos queremos participar de esta fiesta, nadie quiere perdérsela. De todos modos, según parece, casi nadie tiene apuro por llegar, da la impresión que todos prefieren que lleguen primero los demás, incluso hay quien es capaz de rezar para que lleguen primero y sin demora sus peores enemigos: es que hay que tener en cuenta que sólo es posible llegar al Cielo después de la muerte...

Sin embargo, para llegar al Cielo no basta simplemente sentarse a esperar que nos llegue la muerte, y mucho menos dedicarnos a "aprovechar la vida" mientras tanto, haciendo lo que se nos da la gana. No se llega al Cielo sin la invitación de Dios, y Él la hace a todos. Pero tampoco se llega al Cielo de forma automática, sin la debida preparación, sólo por haber sido invitados. Eso es lo que Jesús hoy quiere hacernos comprender, a través de la parábola que hemos proclamado...

Trabajador2. LA FIESTA DEL CIELO NO SE IMPROVISA, SE PREPARA DURANTE TODA LA VIDA... Muchas veces nos encontramos en la Escritura con la descripción del Cielo con la imagen de una gran Fiesta de Bodas, en la que se sirve un gran Banquete. A la luz de todas esas descripciones, resulta muy luminoso entender nuestra vida como un llamado que Dios nos hace para participar en esa fiesta. De esa manera, resulta evidente que el llamado de Dios se dirige a todos los que hemos recibido de Él el don de la vida.

No es, entonces, un llamado para exquisitos, para algunos, para privilegiados, sino para todos. Para aquellos para quienes la vida se les ha presentado como un lecho de rosas, para aquellos a quienes siempre les acompañó el dolor y el sufrimiento, y también para aquellos a quienes nunca les llegó la posibilidad de ver la luz porque la muerte les llegó en el vientre de su madre...

TrabajadoraSegún la parábola que hoy hemos proclamado algunos se excusaron para no ir a la fiesta a la que fueron invitados, porque tenían que ocuparse del campo, o de los negocios, o simplemente se negaron a ir. Algunos incluso trataron mal a los que traían la invitación. Es curioso porque, si la parábola nos habla del Cielo y de la preparación para participar en él, hay que decir que las diversas cosas que los ocupaban en la vida, eran las que, en realidad, les debían servir como preparación para participar en la fiesta, en vez de alejarlos de ella...

En efecto, la vida es el tiempo que se nos ha concedido para prepararnos a la fiesta del Cielo. Y todas las cosas de las que diariamente nos ocupamos son la ocasión para esa preparación. Viviendo el compromiso de la fe en nuestra vida cotidiana haciendo de nuestro trabajo y nuestros afanes cotidianos la ocasión para vivir el compromiso del amor al que nuestra fe nos llama, estamos ensanchando nuestro corazón para hacerlo capaz de gozar el Cielo. Lo que hacemos con el campo, o los negocios, o con la vida de todos los días, muestra si nos estamos tomando en serio la invitación que hemos recibido de Dios, y nos estamos preparando para la fiesta del Cielo [en la Abadía de Santa Escolástica esta predicación estuvo referida de modo expreso y especial a Madre María Leticia Riquelme OSB, Abadesa Emérita, cuyos funerales se celebraron el martes pasado, después de poco más de nueve meses de dolorosa y fructífera enfermedad que la llevó a la muerte el lunes 6 de octubre]...

De todos modos, mientras vamos de camino hacia el Cielo, también somos invitados a una fiesta que nos anticipa lo que allí viviremos...

Eucaristía3. LA MISA ES UNA FIESTA QUE ANTICIPA LA DEL CIELO, Y A LA QUE DIOS NOS INVITA... La Misa es verdaderamente un Banquete, donde Jesús se une a los que aceptan su invitación, y se entrega todo entero...

Es un banquete con una mesa bien servida, con dos platos fuertes que Dios nos ofrece para alimentarnos mientras vamos de camino hacia el Cielo: el primero es la Palabra de Dios, y le sigue el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Con estos platos fuertes Dios nos alimenta cada vez que participamos de la Misa. Esto nos permite comprender la Eucaristía como un anticipo del Cielo, que consistirá en un Banquete celestial, en el que Jesús estará al alcance de todos, y donde todo será fiesta y alegría...

PredicaciónPor eso en la Misa alabamos a Dios con aclamaciones y cantos, y expresamos con muchos signos todo lo que estamos celebrando. Si en la predicación de la Misa usamos presentaciones Power Point con tres frases que resumen su contenido y diversas imágenes que ayudan a expresarla (que después se vuelcan en esta versión escrita que se envía por correo electrónico a quienes la han solicitado), no lo hacemos sólo para que la Misa no sea tan aburrida, sino porque estamos de fiesta, recibiendo a Jesús, que es quien nos ha invitado. Para vivir esta fiesta, y sacarle el mayor fruto posible, sirve ayudarse de todo lo que nos pueda facilitar vivir la Misa verdaderamente como una fiesta. Con la Misa debería suceder lo mismo que sucede con otras fiestas de mucho menor importancia en las que habitualmente participamos. Cuando están bien preparadas y participamos en ellas con entusiasmo, las fiestas se prolongan más allá de su tiempo real, y las revivimos en el corazón por largo tiempo. Así también la Misa dominical tiene que encender en nuestros corazones un fuego tal que nos permita seguir alimentándonos de él durante el resto de la semana, para ayudarnos a vivir todos los días intensa y comprometidamente la fe, preparándonos para el Cielo con decisión y alegría...

AlleluiaCada uno de nosotros podríamos preguntarnos cómo será nuestro Cielo. Cada uno podrá encontrar su respuesta. Pero me parece que, si la Misa, por la presencia de Jesús que se nos brinda como alimento, es un anticipo del Cielo, salvando todas las distancias que haya que salvar, podríamos imaginarnos que para cada uno de nosotros el Cielo será tal como sean nuestras Misas:

Hace falta, entonces, que no participemos de la Misa "sólo para cumplir", como quien va obligado a una fiesta que no le divierte, sólo para saludar al festejado y escaparse lo antes posible. Si así fuera, no tardaría en pasarnos lo que le pasa a alguno que, sin pensarlo, cada vez se le hace más justo el horario, y termina, aún sin quererlo, llegando cada vez un poquito más tarde...

En realidad, si nos damos cuenta que se trata de responder a una invitación de Dios, deberíamos pasarnos toda la semana preparando la Misa del Domingo que sigue. Y para eso puede ayudarnos mucho vivir toda la semana alimentándonos de la Misa que hemos celebrado el Domingo anterior (tengamos en cuenta que, en realidad, el Domingo no es el último día de la semana, sino el día con el que cada semana empieza). Porque con la Misa, que es un anticipo del Cielo, pasa lo mismo que con el Cielo: no se improvisa, sino que se prepara y se vive cada día...


Lecturas bíblicas del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

Volver al inicio de la predicación...


Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
Todas las predicaciones: http://www.awbunge.com.ar/predicaciones/
Valid HTML 4.01!Para suscribirse: predicacionesawb-subscribe@gruposyahoo.com.ar
Para borrarse: predicacionesawb-unsubscribe@gruposyahoo.com.ar