Hechos, más que palabras...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 28 de septiembre de 2008, Domingo XXVI del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín:

 1. LA RAZÓN Y EL CORAZÓN NO SIEMPRE SE LLEVAN BIEN, NO SIEMPRE DE DAN LA MANO... A Jesús le basta mirar lo que pasa en nuestra vida de todos los días para tomar de allí los ejemplos que nos ayudan a comprender de una manera simple la contundencia de sus palabras. Así sucede, por ejemplo, con la parábola de los dos hijos que responden de manera distinta al llamado de su padre...

Corazón latiente Cuando nos llaman para hacer algo, espontáneamente nuestra primera respuesta sale del corazón, pero hay que estar prevenidos, porque el corazón no siempre acierta, a veces se equivoca. A veces las palabras surgen fácil y rápidamente del corazón, para responder que sí a cualquier cosa que nos piden. Pero después, cuando comenzamos a evaluar el alto costo que puede tener nuestra respuesta, por más que hayamos dicho que sí nunca terminamos de hacer lo que nos han pedido, y nuestras primeras palabras quedan finalmente como palabras huecas...

DesconfiadoOtras veces sucede al revés. Cuando nos piden algo nuestro corazón se opone e inmediatamente nos nace un no como respuesta, e incluso hasta una protesta. Al poco tiempo lo pensamos mejor y nos damos cuenta que nos hemos apresurado, que en realidad si queremos hacer lo que corresponde no podemos negarnos a lo que nos han pedido, y a pesar de haber comenzado con una negativa, terminamos haciendo lo que nos han pedido...

Hacer el trabajoEn las dos ocasiones nuestra primera respuesta fue la del corazón. En la primera de ellas el corazón acertó respondiendo con amor, pero la reflexión después lo nubló y las manos no nos acompañaron para convertir en hechos la respuesta. En la segunda ocasión el corazón comenzó errando, pero después la reflexión nos ayudó a encontrar la luz y a cambiar con los hechos nuestra respuesta, las manos vinieron en nuestra ayuda para dar en los hechos la respuesta correcta. Así también, cuando Dios nos habla, no es sólo en el corazón, sino en los hechos donde espera Él encontrar nuestra respuesta...

Hacer el trabajo2. PARA SEGUIR A JESÚS NO ALCANZAN LAS PALABRAS, HACEN FALTA LOS HECHOS... A Jesús, que nos llama a seguirlo y espera pacientemente nuestra respuesta, no le alcanzan nuestras palabras. El mundo entero está hoy especialmente cansado de las palabras, que cuando no van acompañadas de hechos se quedan vacías de sentido. A Dios, hoy y siempre, hay que responderle con hechos, más que con palabras, para que se trate de una verdadera respuesta...

TrabajadorSerá una respuesta al llamado de Jesús que se concreta en hechos y no se queda en simples declamaciones de fidelidad, lo que nos podrá llevar al Cielo. Jesús nos dice que las prostitutas y los publicanos precederán a los creyentes en su llegada a los Cielos. Sobre las prostitutas no hace falta demasiada aclaración para saber en que ha consiste su dedicación. Sobre los publicanos conviene tener en cuenta que se dedicaban a recaudar fraudulentamente los impuestos para pagar a los romanos, la potencia extranjera que dominaba a los israelitas en tiempos de Jesús (cualquier semejanza con organismos internacionales de nuestro tiempo, públicos o privados, es mera semejanza o pura casualidad, o quizás no tanto)...

Jesús no nos dice a los creyentes que nuestra fe nos hará llegar tarde al Cielo, simplemente nos advierte que eso sucederá si, a pesar de decirle que sí a Jesús con las palabras cuando nos llama a seguirlo, no somos coherentes en los hechos con esta respuesta. Está claro, entonces, que no será por sus pecados que los publicanos y las prostitutas podrán llegar antes al Reino de Dios (en esto consiste el Cielo), sino por arrepentirse de ellos y estar dispuestos a cambiar, para hacer las cosas bien. Es, entonces, responder a Dios con hechos, más que con palabras, hechos que manifiesten nuestra conversión, los que serán ante Dios nuestra mejor respuesta a su llamado...

Buen ladrón3. DIOS LLAMA A TODOS, Y SIEMPRE ESPERA CON PACIENCIA LA RESPUESTA... Nosotros, que sufrimos con cierta impotencia y quizás hasta con cierta bronca la decadencia en la que nos encontramos, podríamos lamentarnos y despotricar hoy por la corrupción y la mentira, por la exuberancia de palabras y la ausencia de buenas obras que se dan en nuestros tiempos. Pero también podríamos intentar pasar de las palabras a los hechos. Y eso nos llevaría a asumir en nuestra vida cotidiana una respuesta a Dios comprometida, que no se queda en palabras sino que pasa a los hechos...

ArrepentimientoNo importa mucho lo que haya sido de nosotros hasta hoy, esto sólo representa el punto de partida desde el que hoy queremos rehacer nuestra respuesta a Dios. No importa tampoco demasiado si somos todavía jóvenes (en todo caso, es un defecto que se corrige con el tiempo) o si ya son muchos los años que cargamos sobre nuestras espaldas (la ancianidad es una virtud que sólo puede llegar con los años)...

AncianoLo que importa, ciertamente, es que nuestro corazón y nuestra razón apunten hacia Dios, y nuestra decisión nos ponga en camino, con hechos y no sólo con palabras, hacia esa meta. Si el corazón arrancó bien, aceptando la invitación de Jesús a responderle con amor, que la razón lo sostenga. Si el corazón se resiste a tomar la buena marcha, que la razón lo dé vuelta. En definitiva, ya sea el corazón o la razón el que emprende primero el buen camino, que arrastre al otro, para que por una decisión que se confirma en los hechos, no haya sólo palabras en nuestra respuesta...

En nuestro tiempo es posible quejarnos de la sociedad entera, porque la convivencia se ha convertido en una despiadada lucha de todos contra todos. Pero también es posible no quedarse sólo en palabras, sino pasar a los hechos. En todos los lugares donde nos movemos podemos promover la reconciliación, el diálogo y el servicio a los demás, que aprendemos de Jesús. En todo caso, lo que sucede en nuestra familia y en todos los ambientes en los que nos movemos es el resultado de lo que hacemos entre todos. Para que las cosas sen mejores hay una parte que está en nuestras manos. Como creyentes, nosotros sabemos que a Dios se responde más con hechos que con palabras, y que Él siempre está esperando nuestra respuesta...


Lecturas bíblicas del Domingo XXVI del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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