1. LAS
OPINIONES SIRVEN PARA DISCUTIR, PERO NO PARA CAMBIARNOS LA
VIDA... Los
argentinos somos conocidos por algunas características particulares.
Se nos dice, por ejemplo,
y probablemente con mucha razón, que tenemos una gran facilidad para
opinar sobre
cualquier cosa de la que se esté hablando. A veces, incluso, las
opiniones nos llevan a discusiones apasionadas, en las que cada uno
sostiene sus posiciones con vehemencia creciente, aunque no tenga
muchas razones para sostener lo que afirma. Quizás en próximas
Olimpíadas internacionales deba agregarse una nueva disciplina, "la
discusión", para que tengamos posibilidades a una nueva medalla...
Las
opiniones que discutimos no suelen cambiarnos la vida,
una vez que terminó la discusión, seguimos pensando lo mismo que antes
de empezar. Por eso discutimos con facilidad incluso sobre las cosas
sobre las que no sabemos mucho, o nada. Podemos opinar sobre Basquet, o
Fútbol, o sobre cualquier otro deporte, sin especializarnos en la
materia. Y esto es así porque
las opiniones suelen quedarse sobre la superficie de las cosas, es más,
a veces sirven para no tener que profundizar en nada. Hablamos del
tiempo, opinamos sobre lo que los demás hacen o tendrían que hacer,
incluso a veces acaloradamente, como para descargar nuestras tensiones,
y nada de eso nos cambia la vida, porque las opiniones y las
discusiones no llegan al corazón...
También
en tiempos de Jesús la gente opinaba. Y Jesús le preguntó
a los Apóstoles qué decía la gente sobre Él. Ellos le transmitieron a
Jesús todas las opiniones que habían
oído: alguno opinaba que era Juan el Bautista, otros decían que era
Elías, otros decían que sería alguno de los otros profetas. Todos
opinaban, pero seguramente después seguían tranquilamente su camino, ya
que el hecho de opinar generalmente no le cambia a nadie la vida...
Nada
cambia solamente por opinar. Pero cuando estamos ante Dios, lo que está
en juego es lo más
profundo del sentido la vida. No basta,
entonces, con opinar, y seguir
como si nada sucediera. Hay que tomar posición, y según sea una u otra,
va para un lado u otro toda nuestra vida. Por eso Jesús los interpeló a
los Apóstoles, y nos interpela hoy a nosotros, de una manera personal:
¿Quién dices que soy?...
2.
ANTE
JESÚS NO BASTA UNA OPINIÓN, ÉL NOS CAMBIA TOTALMENTE LA VIDA... Pedro
no se queda navegando en las opiniones, e inspirado por
el mismo Dios da una respuesta personal y comprometida. Movido por la
fe confiesa que Jesús es Hijo de Dios, el Salvador, el Mesías...
Como a Pedro y a los apóstoles, también a nosotros Jesús nos
reclama una toma de posición. Nadie nos puede ahorrar, o dar por
nosotros, este paso personal hacia Dios, que es la fe.
Podemos buscar
un lugar más o menos romántico, para ponernos ante Dios, sentados
solitariamente en una montaña, o sencillamente ante el Sagrario en la
Iglesia, o en el jardín de casa, o en una plaza, o en cualquier otro
lugar, para ponernos ante la interpelación de Dios. Y si damos una
respuesta de fe, ciertamente nos cambiará la vida...
Responder
de esta manera Dios nos compromete del todo con Él, y
nada de nuestra vida queda fuera de esa respuesta. Si Dios es Dios, y
de Él aceptamos la vida como una don y una invitación, un don que es al
mismo tiempo misión y tarea, ya nada de lo que pensemos, digamos o
hagamos quedará ajeno a nuestra fe, que se concreta en la vida.
Nuestras aspiraciones, nuestros afectos, nuestra tarea, nuestra
oración, nuestro voto en las elecciones, serán expresión y consecuencia
de nuestra fe, que se despliega en la vida...
Sin embargo, esta respuesta personal no se puede dar en el aire.
Sobre la fe de Pedro, a la que Jesús llama piedra, Él fundó su Iglesia,
para que se mantenga firme hasta el final de los tiempos, sin que el
poder la muerte pueda prevalecer contra ella. Y en la Iglesia vive la
fe de Pedro...
3. CREEMOS CON LA FE
DE PEDRO Y DE LA IGLESIA, POR ESO LE CREEMOS A JESÚS... El
Papa
Benedicto XVI es un testimonio claro de esa fe que sigue
apoyándose en la misma roca, la fe de Pedro. Este hombre anciano (sobre
el que
algunos opinan sin saber demasiado de quién se trata y qué o Quién lo
sostiene inconmovible en la fe que lo alimenta y lo conduce), creyendo
con
la fe de Pedro, es para Dios suficiente instrumento para sostener toda
la fe de la Iglesia. Este hombre, lúcido en su mente y límpido en su
capacidad de comunicarla con simplicidad y contundencia, mantiene firme
la
fe de la Iglesia, de la mano de Dios...
Con esa misma fe es
que podemos creerle a Jesús, que desde la Cruz nos llena de la Luz que
sólo Él nos puede dar, porque siendo Dios se hizo Hombre para que ya no
viviéramos más en las tinieblas...
Dios nos llama a cada uno de nosotros a dar nuestra propia y personal
respuesta de fe. Se trata de una
respuesta que no puede ser sólo sólo una opinión, sino una respuesta
que nos lleva a
entregarnos confiados en las manos de Dios. Una respuesta con la misma
fe de Pedro. Una respuesta a Dios en la Iglesia, que alimenta, alienta
y cuida nuestra fe. En definitiva, una respuesta que, de la mano de
Dios, nos cambia la vida...