Esta fue mi predicación de hoy, 6 de julio de 2008,
Domingo
XIV del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en la Bahía
de
Miami Beach, donde paso unos días de descanso con unos amigos:
1. LAS MULTITUDES
SIMPLES BUSCAN MODOS SIMPLES PARA EXPRESARSE... Desde siempre, al menos
contando desde la historia conocida de la humanidad, no sólo las
personas individualmente, sino también las multitudes de forma
colectiva, han buscado el modo de expresarse. Y cuando las multitudes
están formadas por personas simples, también son simples las formas de
expresarse...
Estoy por una semana en Miami, y llegué aquí el 4 de julio, cuando se
celebraron los 232 años de la independencia de los Estados Unidos de
Norte América. Esa noche había una fuerte tormenta, e incluso durante
un rato llovió copiosamente. Sin embargo, eso no alcanzó para aquietar
a una cantidad de personas que se reunieron en diversos puntos de la
playa, para ver los fuegos artificiales con los que suele coronarse la
celebración de esa fecha patria- Grandes, chicos y medianos, jóvenes y
ancianos, de diverso color de piel y de diversas condiciones sociales,
todos se reunieron de una manera que parecía hasta ingenua, esperando
el espejismo de los fuegos, un momento de fantasía, ciertamente fugaz
pero cautivante...
Participando de esa
celebración, no podía dejar de pensar en el circo
romano, mucho más cruento y fatal, pero expresión también de la
multitud que busca la fiesta. En todo caso, ciertamente sucede en
nuestro tiempo que la ciencia, y quizás
también la
inteligencia colectiva (distinta a la inteligencia individual de
todos los que forman la comunidad humana, parecen haber perdido su
centro de gravedad (de atracción), que está en
Dios. Mientras celebraba la Misa en una barca, que asemejaba a la
Iglesia, pasaban indiferentes los que tenían otro modo de hacer del
Domingo ("el Día del Señor", etimológicamente) su día de fiesta. Sin
Dios, se pierde la posibilidad de entender todo lo
que surge del amor creador de Dios, cuyo centro lo constituye
precisamente el hombre. De esta manera, los hombres que parecen perder
su capacidad de comprenderse a sí mismos porque pierden su
centro de
gravedad, que es Dios, se asemejan irremediablemente a un ciego
voluntario que, tapándose los ojos celebra la alegría de vivir, sin
tomar clara conciencia de lo que la vida significa...
2.
LOS
HUMILDES Y
PEQUEÑOS
PUEDEN ENTENDER ESTE MUNDO, Y CAMBIARLO CON
SU AMOR... Para entender este mundo, lo que hace falta es acceder a la
sabiduría de Dios, de cuyas manos proviene. Y Dios revela su
sabiduría
no a los "sabios y prudentes" según los criterios de este
mundo, sino
a los humildes y pequeños. Si quisiéramos
corroborarlo, nos sobrarían
los ejemplos, que cada uno de nosotros, de una u otra manera,
seguramente hemos podido comprobar más de una vez. Las
pequeñas cosas,
que provienen del amor, son las que se hacen firmes y consistentes, y
tienen todas su raíz en la sabiduría de Dios. Y
con un amor
perseverante, que se alimenta de Dios, no sólo se comprenden
sino que
también se transforman todas las cosas,
haciéndolas a la medida de
Dios...
Todos
conocemos personas que con sus vidas
nos han mostrado, de una manera convincente y entusiasmante, que el
amor, que nace desde la sencillez del corazón, puede hacer
grandes
cosas. La
Beata
Teresa de Calcuta dedicó todos sus esfuerzos y los de su
Congregación a
atender a los moribundos, a los niños abandonados, a los
más pobres
entre los pobres.
En el
amor dedicado y perseverante
de la
Beata
Teresa de Calcuta confluían los
esfuerzos por la atención de los que no llegaban a nacer, y
los que se
morían abandonados por las calles de Calcuta.
Podríamos decir que ella,
sabiéndose pequeña, se dedicaba a atender a los
pequeños, en los que
veía el rostro de Dios...
A nosotros puede parecernos que confiar en la fuerza del amor para
poner remedio o cambiar las cosas que no funcionan en nuestro mundo de
hoy es una empresa gigante, imposible e ilusoria, una verdadera
"quijotada". Podríamos pensar también que
dedicarse a ello sería una
carga insoportable. Quizás por ello más de una
vez no nos hemos animado
a emprender con convencimiento el camino del amor, por temor al fracaso
y al consiguiente papelón que le seguiría. Pero,
¿no es eso mismo lo
que han emprendido todas las madres, de las que nosotros hemos recibido
la vida? Seguro que también ellas han sabido del temblor
ante lo que
parece una audacia inaudita. Pero sus ejemplos nos muestran que siempre
se puede, cuando se parte de la sabiduría de Dios, que es la
sabiduría
del amor, y se está dispuestos a dar por ella la vida.
Jesús nos dice,
por otra parte, que aunque parezca otra cosa, se trata de un yugo suave
y de una carga liviana...
3. EL
YUGO ES SUAVE Y LA
CARGA
LIVIANA, SI SE LLEVA LA DE JESÚS, Y CON JESÚS...
El yugo es un
instrumento que presta un servicio impresionante, de una manera muy
simple. Hace que los que se unen con él tiren para el mismo
lado y
sumen sus fuerzas (a propósito, ¿no es luminoso
pensar que a los que
constituyen un matrimonio los llamamos cónyuges precisamente
porque
unen sus fuerzas, que son distintas y propias cada una de su propia
naturaleza y virtud personal, sumándolas para realizar algo
que de otra
manera, cada uno por su lado, no podrían lograr, como es la
felicidad
eterna a través de la donación mutua?). Por eso,
la invitación de Jesús
es a compartir su yugo y su carga...
Tengamos
en cuenta, cuando
recibimos esta invitación de Jesús para que
llevemos con Él su carga,
que Él ya la llevó desde la Cruz a la
Resurrección. Se trata de una
carga, entonces, desde donde surge la vida eterna para todos los
hombres que quieran recibirla. Si llevamos con Jesús su yugo
suave y su
carga liviana, estaremos tirando para el mismo lado que Dios, y sumando
con Él nuestras fuerzas. ¿Qué mejor
garantía podemos pedir de llegar a
la meta?
El yugo de Jesús, que nos permite contar con sus fuerzas,
que llevan la
mayor parte del peso, es la Cruz. Y la carga es el amor. Ese amor que
hace falta para cambiarle el rostro a nuestra familia, a nuestra tarea
de cada día, a nuestra empresa, a nuestra nación.
Un amor con el que se
toma en serio la decisión de hacer lo que es bueno para
todos. Un amor
que nos ayuda a tirar a todos para el mismo lado, para el lado para
donde tira Dios, un amor que se haga firme en la tierra y haga de
nuestro camino en ella un camino hacia la Vida eterna...