Con amor y respeto...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 27 de abril de 2008, Domingo VI del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín:

Antenas del Vaticano1. PARA CAPTAR BIEN LO QUE SE DICE, HAY QUE TENER LAS ANTENAS ADECUADAS... Vivimos en un tiempo que podemos llamar "de las comunicaciones". Los instrumentos con los que hoy contamos nos permiten no sólo oír sino también ver al instante lo que pasa en cualquier lugar del mundo. Hay quienes piensan que, justamente por eso, la Iglesia se ha vuelto anticuada, porque no sabe acomodarse a los nuevos tiempos. Y sin embargo, pasa justamente al revés. Porque podemos decir de la Iglesia, con toda verdad, que es "experta en comunicación". Ella misma es fruto de la comunicación de Dios, que quiere hacerse presente a todos los hombres, y se comunica a todos ellos haciéndose precisamente Él mismo hombre en Jesús. Éste, una vez resucitado, le encargó a los Apóstoles y a sus Sucesores comunicar su Palabra y celebrar su Vida en los Sacramentos, conduciendo en el camino de la fe a todos los que creen en Él. Por esta razón, la Iglesia siempre se ha mostrado despierta y atenta a utilizar del mejor modo posible todos los instrumentos de la comunicación que ha tenido a mano. Aquí sobre la derecha pueden verse las antenas de Radio Vaticana que, con gran sintonía, tiene una, la más grande, con forma de Cruz (ya que así es el camino de Jesús)...

Benedicto XVI en la ONUEs que no basta cualquier modo para comunicar de manera adecuada lo que se quiere comunicar, así como tampoco basca cualquier antena para recibir en el corazón lo que nos dicen. Quizás por eso se les resulta tan difícil a muchos periodistas cubrir las noticias que producen los Papas, cada uno según su propio estilo y su propio carisma. Benedicto XVI acaba a hacer un Viaje a los Estados Unidos verdaderamente histórico. Y entre sus discursos más trascendentes está el que realizó a los representantes de todas las naciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Allí dijo verdades a puño sobre un tema tan actual como el de los derechos humanos. Lo que dijo el Papa interesaba a todos, pero sólo se podía comprender en su verdadera dimensión con "las antenas" de la fe. Seguramente resultaba más fácil y más atractivo para quien no afinaba bien estas antenas esperar alguna palabra rimbombante del Papa sobre los abusos a menores cometidos en años pasados por algunos sacerdotes, y efectivamente lo tuvieron, porque el Papa dijo esa palabra e hizo esos gestos. Pero más allá de lo que esperaban los buscadores de noticias, aprovechó todas las tribunas que le pusieron a mano para decir un montón de verdades que puede captar quien afine sus antenas de la fe...

Por eso Jesús, que nos dijo toda la Verdad (Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida, cf. la predicación del Domingo 20/04/08), nos deja también el Espíritu Santo que alimenta nuestra fe. Para que desde la fe podamos vivir siempre a la luz de esa Verdad. Y mientras avanzamos en este tiempo pascual en el que el misterio de la Cruz y la Resurrección de Jesús va desplegando todo su contenido, comenzamos ya a prepararnos a su culminación con el envío del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente, que celebraremos dentro de dos semanas en la Solemnidad de Pentecostés...

Espíritu Santo2. DIOS NOS DA EL ESPÍRITU SANTO PARA QUE PODAMOS RECIBIR TODA LA VERDAD... Así se lo anunció a los Apóstoles en la Última Cena, cuando se presentaba ante Él la Hora culminante, con la Cruz y la Resurrección. Y así nos lo dice ahora a nosotros, para que sepamos que ese camino de sufrimiento que lleva la Vida es también el nuestro. El Espíritu de la Verdad que Jesús promete a los Apóstoles y a nosotros es el Espíritu Santo, es el mismo Dios que viene a habitar en nuestros corazones. Pero para poder recibirlo, es decir, para que podamos recibir con Él toda la Verdad de Dios, que Jesús nos dijo para nuestra salvación, hace falta abrir en el corazón las puertas de la fe. Por eso nos dice el Evangelio de San Juan que "el mundo" no lo puede recibir porque ni lo ve ni lo conoce. Hay que tener en cuenta que en el lenguaje propio del Evangelio de San Juan "el mundo" no significa toda la realidad creada, sino sólo los hombres que pretenden prescindir de Dios. Con esa actitud no es posible recibir el Espíritu Santo, que Dios nos envía. Este envío del Espíritu Santo completa el camino que Dios Padre ha trazado para nuestra salvación: lo que Jesús hizo por la humanidad entera en la Cruz y en la Resurrección, se despliega como un don para todos los que quieren recibirlo, a través del Espíritu Santo...

MandamientosRecibiendo el Espíritu de Dios, es posible vivir conforme a sus mandamientos. Que son los mismos de siempre, los que están inscriptos en la naturaleza misma de nuestra condición humana, y los que Moisés recibió en el Sinaí, inscriptos en las Tablas de la Ley. El amor con que seamos capaces de recibir el Espíritu de Dios nos dará la medida del amor con que seremos capaces de vivir fieles a los mandamientos. Es más. En la medida en que amemos verdaderamente a Dios, dándole el lugar que le corresponde en nuestra vida, es decir, el lugar central, en esa misma medida seremos capaces de darnos cuenta hasta qué punto los mismos mandamientos son una expresión, la más ajustada a nuestra condición, del amor que Dios nos tiene. Porque los mandamientos son algo así como un "manual básico" de la felicidad humana. Un manual que nos indica cómo alcanzar la felicidad para la que Dios nos ha hecho, escrito por el mismo autor de nuestra naturaleza, el mismo Dios. ¿Cómo puede ser que alguno piense, todavía, que la Iglesia algún día va a abandonar este manual, el manual de la naturaleza humana tal como sale de las manos de Dios, para decir cosas distintas de las que de allí se desprenden, cuando habla de la sexualidad, del respeto por la vida, de los derechos humanos, que corresponden a todos y a cada uno de los seres humanos, desde el primer instante de la concepción? Derechos, por otra parte, que tienen también la otra cara, la de los deberes, sin la cual los derechos son pura fantasía o ilusión. Porque sólo es posible exigir con coherencia los derechos humanos en la medida en que se los reconoce para todos los seres humanos, desde el primer instante de su concepción hasta el último instante de su vida, y ese reconocimiento implica para cada uno de nosotros un conjunto de deberes, es decir, de obligaciones, si asumimos que los debemos respetar...

Corazón de amorEn definitiva, nos dice hoy Jesús en el Evangelio de San Juan, se da como una mutua alimentación entre el amor y la presencia de Dios en nosotros. Ya que si lo amamos, cumpliremos sus mandamientos. Y si lo hacemos, Dios Padre nos amará (Dios Padre es el que da la Vida, y su amor nos llenará de la Vida que viene de Dios). Además, si cumplimos sus mandamientos, nos dice Jesús, Él se manifestará a nosotros, y lo hará con la fuerza y la eficacia de su amor. Con este amor de Dios en nosotros, se nos hará aún más imperioso vivir cumpliendo los mandamientos, y ellos serán una continua fuente de amor en nuestro corazón...

Jesús resucitado3. HAY QUE DAR RAZÓN DE NUESTRA ESPERANZA, CON AMOR Y RESPETO... Por eso San Pedro nos recuerda hoy que la nuestra es una fe testimonial. Porque el amor es expansivo, y cuando el amor llena nuestros corazones, necesitamos llevarlo a los demás, dando razón de nuestra esperanza...

Nuestra esperanza, digámoslo con toda claridad, está puesta en Jesús, que venció al pecado con su obediencia y destruyó su consecuencia, la muerte, con su Resurrección. De allí surge nuestra gratitud a Dios, y nuestro compromiso con la vida que de Él hemos recibido como un don y una tarea. Don, porque es totalmente gratuito, y tarea porque incluye una misión...

AnunciadorNo es posible, entonces, imaginarse que alguien pueda vivir la fe sin abrir nunca la boca. Las actitudes de vida a las que nos lleva la fe serán un cuestionamiento para quienes nos vean, que nos preguntarán, inevitablemente, por qué actuamos así. Y ese será el momento de proclamar, para que lo oigan todos los que quieran oírlo, que es la fe en Jesús resucitado la que fundamenta nuestra esperanza, ya que en Él hemos conocido y hemos recibido el amor de Dios...

La paloma de la PazSerá necesario, por supuesto, la firmeza de la fe, y al mismo tiempo la constancia del amor, para ser testigos de lo que hemos recibido. Porque sin una fe firme, no podríamos decirle al mundo nada que valga la pena, que no esté ya dicho y que no haya demostrado ya su falta de eficacia para construir la felicidad que todos buscan. Pero además, sin constancia en el amor, enseguida nos veríamos derrotados porque nadie estaría dispuesto a oírnos. Ciertos en nuestra esperanza, habiendo encontrado en Jesús el amor de Dios y la salvación, podremos perseverar con respeto hacia todos, pero sin silencios pudorosos, anunciando las razones de nuestra esperanza puestas en Jesús nuestro Señor. Podremos también perseverar en el amor con el que le acerquemos la paz a todos los que nos rodean, que la buscan de mil maneras muchas veces sin encontrarla. Bastará que tengamos siempre listas las antenas adecuadas, que nos permitan captar siempre la Verdad con la que el Espíritu Santo nos guía hacia la salvación...


Lecturas bíblicas del Domingo VI de Pascua del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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