Esta fue mi predicación de hoy, 20 de abril de
2008,
Domingo
V de Pascua del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1.
EL QUE NOS GUÍA DEBE SABER A
DÓNDE VAMOS, PARA ELEGIR BIEN EL CAMINO... Así
sucede, por ejemplo,
cuando estamos de vacaciones y vamos a las montañas del sur
en
Argentina. Es fascinante internarse por los senderos que nos llevan
desde las costas de los lagos hasta las alturas de los cerros. Pero a
veces puede ser peligroso, si no conocemos bien el lugar o no nos
guía
alguien que conoce bien la picada. Una situación semejante
se nos
presenta cuando visitamos una ciudad que no conocemos. Se nos facilitan
mucho las cosas si nos acompaña alguien que vive en ella o
que al menos
ya ha estado allí, y puede entonces llevarnos sin demoras a
sus lugares
más importantes y a sus rincones más deliciosos...
Pero esto resulta aún
mucho
más
importante cuando se trata de nuestro Pastor, el de la Iglesia
universal, Benedicto XVI. Algunos se preguntaban en estos días si valía
la pena que el Papa se expusiera como se expuso con el
viaje
apostólico a los Estados Unidos, que comenzó el viernes
pasado, y
en el que se dirigió a los Miembros de la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Este viaje adquiere todo su sentido si lo miramos a la
luz de la misión del Papa, al frente de la entera comunidad eclesial,
de guiar a toda la humanidad hacia la meta a la que Dios nos llama, que
está en el Cielo. La Iglesia, experta en humanidad, como decía Pablo
VI, tiene siempre una palabra que decir a todos los que quieran
escucharla, una palabra cuyo anuncio preside Benedicto XVI desde el día
en que asumió la
sucesión de san Pedro, para la que fue elegido por el
Colegio de Cardenales
el 19 de abril de 2005, hace tres años y un día...
2.
NUESTRA META ES EL CIELO.
JESÚS ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA... Benedicto XVI
tiene la
misión de recordarnos siempre la meta, que no podemos
olvidar, a pesar
de que los medios de comunicación no suelen hablar de ella.
Tampoco los
gobernantes de la tierra parecen ocuparse con demasiada frecuencia de
esta meta final de nuestro camino, al que no es ajena la misión que a
ellos les toca. De allí la importancia del
Discurso
a los Miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas
que el
Papa pronunció el viernes pasado...
El Papa recordó en su
Discurso que los derechos humanos no son sólo de derechos, ya que en
"nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y
deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la
responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los
otros". Y recordando que este año se cumple el 60° aniversario de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre, el Papa recordó que
esta Declaración es "el resultado de una convergencia de tradiciones
religiosas y culturales", basadas en el deseo común de poner a la
persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones
de la sociedad. Por esta misma razón, decía el Papa, "es evidente que
los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a
cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo
el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la
historia". En consecuencia, teniendo en cuenta que estos derechos se
basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en
las diferentes culturas y civilizaciones, "arrancar los derechos
humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a
una concepción relativista, según la cual el sentido y la
interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad
en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e
incluso religiosos". Todo esto que el Papa aprende de Jesús es un
Camino que sirve a todos en este tiempo en el que tan fácilmente los
"derechos humanos" se constituyen en banderas que enfrentan en vez de
unir...
3.
SIGUIENDO AL GUÍA EN EL CAMINO, LA VERDAD NOS LLEVARÁ A LA VIDA...
Nuestra meta es el Cielo, y
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida que nos
allí nos llevan.
Benedicto XVI Vicario de Cristo en la tierra, carga sobre sus hombros
la tarea de mostrarnos
el Camino, enseñarnos
la Verdad y darnos la Vida de Jesús. En esto consiste su tarea de
gobierno de la Iglesia
universal. En la
Homilía
de la Misa con la que hace tres años asumía su Ministerio el Papa nos
decía que no es el poder lo que redime sino
el
amor, ya que Él mismo es
amor. Y nos recordaba
las veces en las que nosotros deseamos que Dios se muestre
más
fuerte, actúe más duramente,
para derrotar el mal y crear un mundo mejor. Nos recordaba que todas
las ideologías del
poder se justifican así, y justifican la
destrucción. Nosotros, nos
decía,
sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, recordaba, todos
necesitamos su
paciencia. Dios, que se ha hecho Cordero, nos dice que el mundo se
salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo, que se
destruye por la impaciencia de los
hombres, es
redimido por la paciencia de Dios. Y con paciencia se presentó tres
años después ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para
anunciar este mismo Evangelio...
Pero
también se
presentó ante la Iglesia de Estados Unidos, así como ante los
representantes
de otras religiones, haciendo de su viaje una verdadera
peregrinación
apostólica. Alentó a los
Obispos,
sin esquivar el dolor sufrido por la Iglesia en Estados Unidos como
consecuencia del
abuso
sexual de menores, causa de una
profunda
vergüenza, provocada por hombres de Iglesia que traicionaron
"sus
obligaciones y compromisos sacerdotales con semejante comportamiento
gravemente inmoral". En definitiva, a todos nos muestra el Camino, lo
hace anunciando la Verdad que nos lleva a la Vida,
haciendo presente a Jesús en este
mundo descreído de hoy. En la
Homilía
con la que hace tres años inauguraba su ministerio Benedicto XVI nos
recordaba con palabras de Juan Pablo II que no hay que tener miedo y
hay que abrirle
las puertas a Cristo. Dirigía esta exhortación a los
fuertes, a los poderosos del mundo, que podían temer que
Cristo les quitara algo de su poder.
Ahora, tres años después, Benedicto XVI aprovechó la ocasión que se le
presentó, y hablando a la Asamblea General de las Naciones Unidas
repitió esta exhortación a todo el mundo...