Esta fue mi predicación de hoy, 13 de abril de
2008,
Domingo
IV (y del Buen Pastor) del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín:
1. HACEN FALTA
BISAGRAS MUY FIRMES PARA
SOSTENER PUERTAS GRANDES... La Casa del Hogar Marín es muy grande,
muy sólida, muy fuerte y muy linda. Está, ciertamente, construida con
mucha sabiduría y experiencia. Todo está en su lugar, cada ambiente
cumple su función. La Capilla está en el centro del edificio y así
muestra dónde está el
corazón de la Casa. Puede ser que cada uno de los que
viven o vienen a la Casa, tenga un lugar que le guste más o que le
resulte preferido, dentro de ella. A mí, por ejemplo, me gusta
especialmente la puerta de entrada. Porque es una puerta grande,
amplia, sólida, que puede abrirse por partes, ya sean las dos hojas
inferiores, o también las dos superiores o, abriendo los marcos que
contienen esas cuatro partes de la puerta, toda ella de una vez. Me
parece que una puerta así, bien grande, es la apropiada para este
Hogar, donde además de las Hermanitas viven los 90 ancianos residentes.
Casa grande, entonces, con puerta grande, para que puedan entrar por
ella todos los que viven en la Casa, y todos los que vienen a visitarla
o a prestar un servicio en ella. Eso sí, una puerta tan grande no
funcionaría
bien si no tuviera, como tiene ésta, cuatro bisagras muy firmes de cada
lado. Sólo en ellas es posible que se afirme una puerta así, y que gire
con facilidad y armoniosamente...
En realidad, también
Jesús, como
Él mismo nos dice hoy en el Evangelio, es una puerta, la Puerta por la
que se entra al Cielo. Puerta que ha puesto en manos de los hombres a
través de su Iglesia, desde el momento en que confió a Pedro y sus
sucesores las llaves del Reino de los Cielos (cf. Mateo 16, 18)...
Porque hay que tener en cuenta que, aunque pueda parecer lo contrario,
la función principal de una puerta no es impedir el paso cuando está
cerrada, sino facilitar la entrada a los que tienen derecho y necesidad
de entrar, para lo cual es imprescindible que pueda abrirse bien. Por
eso es importante que sean de buena calidad, y de una consistencia
proporcionada a la importancia de la puerta, las bisagras sobre las que
deberá girar cuando se la quiera abrir. Además estas bisagras deberán
estar bien alineadas entre sí y con la puerta y su marco. Nos ayuda
tenerlo en cuenta cuando celebramos el IV Domingo de Pascua, también
llamado del Buen Pastor, en el que se realiza en toda la Iglesia una
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones...
2. SÓLO
JESÚS ES LA PUERTA POR
LA QUE SE ENTRA A LA VIDA ETERNA... Por Jesús, y sólo por Él, es
necesario pasar para encontrar la Vida en abundancia, que el mismo
Jesús nos ha venido a traer. El Cielo, la Vida eterna, es el único
corral que es necesario alcanzar, y al que sólo por Jesús es posible
entrar, ya que Él es la Puerta que Dios nuestro nos ha abierto hacia el
Cielo...
En el Cielo no hay
lugar para ladrones y salteadores, para coimeros, chantas y
aprovechadores, para corruptos, irresponsables y avivados, que viven a
costa de los demás, si no se convierten y cambian, y se deciden a
entrar a través de Jesús, que es la única Puerta...
Jesús nos muestra el camino: hacer el bien, pensando en los
demás
antes que en nosotros mismos. Y si, "a pesar de" hacerlo, o justamente
"a causa de" hacerlo nos toca sufrir, esto sí que es una gracia delante
de Dios, nos dice hoy san Pedro en la segunda lectura. Esto sirve como
señal de que se va por la buena senda, con la mirada puesta en el
horizonte, donde se juntan el Cielo y la tierra...
Y nos exhorta también
San Pedro para que "muertos al pecado, vivamos para la
justicia". La
justicia, que desde siempre se definió, de manera elemental, como "dar
a cada uno lo suyo". Esto significa que hoy, en nuestra patria, no se
trata tanto de buscar arreglos entre "los de adentro" o "con los de
afuera" para encontrar "la salida", aunque algunos se queden por el
camino aún al precio de su propia vida, sino de sumar los esfuerzos, la
dedicación y el amor necesarios para dar al jubilado, al que busca
trabajo, al ahorrista, lo que puede esperar en justa correspondencia de
los demás. El amor es el camino de Dios, pero no nos olvidemos que la
justicia es la primera faceta del amor, y la injusticia clama al
Cielo...
Jesús es claro: se trata de hacer el bien, de darlo todo por
los
demás, hasta la propia vida, especialmente por los pobres, con quienes
con amor se identifica, y a
quienes les abre especialmente la Puerta, que es Él mismo. Pero Jesús
además es el Buen Pastor, que cuida con especial delicadeza de todas
las ovejas. Para quedar al cobijo de su cuidado es necesario que nos
confiemos en Él y nos pongamos en sus manos...
3.
PIDAMOS VOCACIONES DE SACERDOTES Y HERMANITAS QUE NOS HAGAN DE
PUERTAS... Pero Jesús no ha querido llevar adelante solo su misión
pastoral de guiar a los fieles, sus ovejas, hacia las praderas eternas,
hacia el Cielo. Nosotros sabemos que ha participado esa misión a la
Iglesia, que debe llevarla adelante hasta el fin del mundo...
Algunos
reciben un llamado especial para tomar parte con un compromiso también
especial en la misión de la Iglesia. Por eso, aunque podemos decir con
verdad que todos tenemos un llamado de Dios, es decir, una vocación, a
la que es necesario responder, lo decimos especialmente de los que
reciben el llamado a consagrar toda su vida, tanto en el sacerdocio
como en la Vida consagrada. Dios ha querido contar con estas vocaciones
en su Iglesia, y Él mismo las siembra. Pablo VI, hace ya 45 años, quiso
que se dedicara el IV Domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor, a una
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, y desde ese momento
todos los Papas han entregado a la Iglesia un Mensaje para esta Jornada
(cf. Benedicto XVI,
XLV
Jornada Mundial de oración por las Vocaciones, 2008).
De esta
manera, rezamos para que Dios siembre las vocaciones de los que Él
llama a hacer de puertas en el camino que nos lleva al Cielo, y para
que por la fidelidad de la respuesta a Dios de los que Él llama, sean
para nosotros puertas abiertas...
Hoy
rezamos por las vocaciones, en primer lugar de sacerdotes, ya que ellos
nos alimentarán con la Palabra de Dios y los Sacramentos, mientras nos
guían en nuestro camino hacia el Cielo. Pero también por las demás
vocaciones de especial consagración, porque cada una de ellas nos pone
ante los ojos una dimensión especial del misterio de Jesús, el Buen
Pastor, y una luz especial que nos ilumina el camino. Aquí en el Hogar
Marín rezamos con particular entusiasmo por vocaciones de Hermanitas de
los Pobres, especialmente en Argentina, para que las jóvenes de nuestra
tierra que reciban el llamado de esta peculiar vocación (atender a
Jesús nuestro Señor en el rostro de los ancianos pobres, con los que Él
se identifica), respondan con entusiasmo y fidelidad, como estas
jóvenes Hermanitas de los Pobres que ya lo han hecho en Colombia...