Esta fue mi predicación de hoy, 8 de
diciembre de 2007,
Solemnidad de la
Inmaculada Concepción, en la
Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. LA
EXPECTATIVA DE VIDA SE HA PROLONGADO, HOY SE PUEDE LLEGAR A TENER
MUCHOS AÑOS... Los avances de la medicina lo permiten, de
una manera
quizás insospechada unos años atrás.
En la Argentina la expectativa de
vida es de 74 años, Aunque, a decir verdad, cuando se llega
a esa edad
lejos de pensarse que se está en el límite es
normal pensar que todavía
quedan unos cuantos años por delante: pasados los 70 se
imagina que es
posible llegar a los 75, y desde allí, cuando se llega, se
van
tendiendo puentes, pensando que se puede llegar a los 80, 81, 82, y
así
siguiendo, siempre un poco más, y además llegar
con una sonrisa...
En realidad, no es tan
novedad que se puedan vivir muchos años. El pasado 4 de
diciembre se
celebraba la memoria de San Juan Damasceno, considerado el
último Padre
de la Iglesia de Oriente, que nació en el año 776
y murió en el año
880, quiere decir que vivió ¡104 años!,
y eso entre el siglo VIII y el
siglo IX, es decir, cuando la expectativa de vida era mucho menor que
la de hoy...
De todos modos, que se viva más no garantiza de
ningún modo que se viva
mejor. Nos lo recuerda el Papa Benedicto XVI en su última
encíclica,
Spe
Salvi, dada a conocer el viernes pasado. Se vive
por más
tiempo, pero no con más alegría, sino casi lo
contrario. Sin tener en
cuenta a Dios, sin descubrir por la fe que sus brazos nos esperan,
abiertos y llenos de misericordia, la esperanza no es posible y tampoco
la alegría. Porque nuestro cuerpo "se gasta", como dice la
canción "nos
vamos poniendo viejos", nuestras articulaciones no responden, nuestros
sentidos se adormecen, nuestros huesos nos duelen, nuestros amigos y
parientes mayores ya no están, los que quedan no se acuerdan
de
nosotros y lo que querríamos hacer deja de estar al alcance
de nuestras
manos. Nuestra aspiración más profunda, aquella
que Dios siembra en lo
más profundo de nuestros corazones, no se agota con lo que
podemos
hacer en esta vida, ya que Dios nos ha hecho para más, nos
ha hecho
para el Cielo...
Por eso viene en nuestro auxilio la celebración de hoy,
llevando
nuestra mirada y nuestro corazón hacia aquella que ha
alcanzado lo que
Dios nos promete. María nos muestra así hasta
dónde podemos llegar, y
cómo. Jesús, siendo Dios, eligió su
Madre desde toda la eternidad en
María, preservándola de las huellas
que en todos nosotros ha dejado pecado
original, llamado así por ser el
pecado que cometieron los primeros hombres en el origen (de esto nos
habla toda la primera lectura de hoy)...
2. MARÍA,
INMACULADA
DESDE EL PRIMER INSTANTE
DE SU CONCEPCIÓN... Quiere decir que María,
porque así lo quiso y así
lo hizo Dios, fue preservada de la huella del pecado original, y nacida
sin pecado, de tal modo respondió siempre y en todo con
fidelidad a
Dios, que conservó para siempre su integridad. Aunque desde
siempre
esto formó parte de nuestra fe, y ya los Santos Padres en
los primeros
siglos de la Iglesia se referían de una manera u otra a este
misterio,
fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el Papa Pío IX
proclamó de manera solemne y definitiva el Dogma de la
Inmaculada
Concepción, afirmando: "La bienaventurada Virgen
María fue preservada
inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su
concepción, por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente, en
atención a los méritos de Jesucristo, Salvador
del género humano"...
Las Hermanitas de los Pobres, en todo el mundo, eligen esta fecha
para renovar la consagración que de un día para
siempre hicieron a
Dios, porque María les sirve de modelo y les muestra el
camino para ser
fieles a Dios. Ellas renuevan hoy cuatro votos, que nos hablan a todos
nosotros de lo que cada uno puede hacer en su respuesta a Dios...
Ellas eligieron, y hoy renuevan, el voto de pobreza, y con eso nos
muestran que nada hay para ellas que pueda estar por encima de Dios.
Ellas eligieron, y hoy renuevan el voto de castidad, con la
que nos
muestran que se entregan del todo y enteramente sólo a Dios.
Ellas
eligieron, y hoy renuevan el voto obediencia, que pone remedio a la
soberbia que puede llevarnos a creer que siempre tenemos
razón. Eligen
la obediencia, y con eso nos muestran que quieren obedecer siempre y en
todo a Dios. Ellas eligieron, y renuevan también hoy, el
voto
propio y característico de su Congregación, el
voto de hospitalidad. Y
en esto también aprenden de María, que aceptando
el anuncio del Ángel,
engendró, como dice San Agustín, a
Jesús en su seno, porque primero le
había abierto su corazón, y allí lo
había hospedado. Las Hermanitas,
siguiendo la inspiración de su fundadora, quieren recibirlo
a Jesús que
se acerca a ellas en los ancianos pobres, y en todos los que se acercan
en sus casas, y por eso renuevan este voto de hospitalidad, decididas a
recibirlo siempre y de la mejor manera en su corazones y en sus casas a
estos enviados de Dios. De la misma manera, las Monjas benedictinas
tienen su propio cuarto voto, de estabilidad, por que se consagran a
Dios en un Monasterio o Abadía determinada, que es el
"taller" donde
debe practicar sus buenas obras (cf. San Benito,
La
regla de los
monjes, Cap. 4, 78)...
3.
ELEGIDOS POR DIOS, SÓLO FALTA NUESTRA
RESPUESTA DE AMOR... En María la fidelidad estuvo
garantizada de
manera automática, sino que requirió su continua
y constante respuesta
al Amor de Dios. Tampoco puede estarlo en el caso de ninguno de
nosotros, como tampoco de las
Hermanitas. María tuvo que responder con fidelidad cada
día al don de
Dios con el que había sido especialmente bendecida, y lo
hizo con
integridad y plenitud. También nosotros, como las
Hermanitas, para
mantener la alegría de la fe tenemos
que renovar cada día la fidelidad al don que hemos recibido.
Por eso,
aunque ellas han hecho estos votos de una vez para siempre, en este
día
vuelven a elegir de manera solemne, como necesitan hacerlo cada
día en
el silencio de la oración, su consagración a
Dios. Y lo hacen en
cualquier lugar del mundo por donde tienen sus casas...
María fue
preservada Inmaculada, sin huella del pecado original, desde el primer
instante de su concepción. Nosotros, en cambio, hemos sido
purificados
por el Bautismo, que nos ha permitido superar las barreras que nos
imponía el pecado y sus consecuencias, la muerte y la
pérdida de la
vocación de eternidad. Ella respondió a la
plenitud de la gracia
recibida, y a nosotros nos toca responder cada día al don de
la gracia
con la que Dios nos llama a la vida eterna. Estas Hermanitas de los
Pobres que aquí se ven son de Colombia, una de ellas ha
hecho este año
su profesión perpetua, y las otras tres se vienen preparando
para
hacerlo en poco tiempo más. Ellas, como todas las
demás Hermanitas de
los Pobres, renuevan hoy su
consagración, reafirmando con su sí ya dado. Y
con ellas, también cada
uno de nosotros, dándonos cuenta que hemos sido elegidos,
como ellas, y
como María, por el amor
de Dios, podemos renovar nuestro propósito de responder al
Amor de
Dios. Sólo falta cada día, con perseverancia,
nuestra respuesta,
una respuesta también de amor...