Esta fue mi predicación de hoy, 10 de
febrero de 2008,
Domingo I de Cuaresma del
Ciclo Litúrgico A, en la
Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. LAS
COSAS NO SON SIEMPRE LO
QUE PARECEN A PRIMERA VISTA... Basta para comprobarlo prestar
atención
a lo que dicen los vendedores sobre los diversos artículos
de consumo,
cuando quieren convencernos de sus bondades. Siempre abundan en la
descripción de sus virtudes y ventajas, y ocultan o guardan
respetuoso
silencio sobre sus limitaciones o defectos. Después, si los
llegamos a
adquirir, no tardan en aparecer los defectos que
inevitablemente tienen todos los objetos consumibles que se nos
ofrecen. Incluso a veces, comparando la descripción de los
vendedores y
la realidad de lo que hemos comprado nos parece que nos han estafado...
Lo mismo
sucede con los
negocios. Suelen presentarse siempre como ventajosos para todos los que
intervienen, aunque en realidad resultan realmente así
sólo unos pocos,
los que están bien
hechos. En otros casos (que en algunos lugares pueden
convertirse en la mayoría) resultan ventajosos
sólo para algunos,
teniéndose como resultado lo que vemos que sucede con
frecuencia en la
economía de
mercado: por más mecanismos que se traten de implementar
para
alcanzar un sano equilibrio, los ricos terminan siendo cada vez
más
ricos, y los
pobres cada vez más pobres...
En
realidad, una cosa similar sucede con las tentaciones que aparecen
cada día en nuestra vida. Tal como se ve en el descriptivo
relato del
Génesis, también a nosotros el demonio trata de
confundirnos,
presentándonos verdades a medias (que es un modo de
presentarnos
mentiras). Las tentaciones siempre se esconden detrás de
algo que
aparece como
bueno, pero que es un bien que está fuera
de lugar, un bien desordenado, y que por lo tanto deja de ser tal. La
voluntad sólo se mueve por el bien. Por eso, siempre que
elegimos algo,
es porque nos parece bueno. Pero hay que tener cuidado de no caer en la
trampa que nos presentan los bienes aparentes, juzgando con cuidado el
bien que es debido en cada lugar. Sirve como ejemplo el amor
entre el hombre y la mujer, un gran bien que, sin embargo, no
es
tal si no va de la mano del compromiso para toda la vida, propio del
matrimonio. La expresión sexual de la entrega mutua es en
sí
mismo un bien, que, sin embargo, sólo se encuentra en su
lugar dentro
del matrimonio...
Por eso, al comenzar la Cuaresma, tiempo de conversión que
nos prepara a la celebración de la Pascua, Jesús
nos muestra cómo
se vencen las tentaciones, a través de lo que Él
mismo
hizo en el desierto, que nosotros intentamos revivir en
este tiempo de Cuaresma, un tiempo de un encuentro más vivo
con
Dios...
2. LA
PALABRA DE DIOS NOS
ILUMINA PARA VENCER TODAS LAS TENTACIONES... Todas las tentaciones que
pueden presentarse en nuestra vida se resumen en las que tuvo que
enfrentar Jesús en el desierto, lugar al que se
retiró para pasar
cuarenta días en la soledad y en la oración,
preparándose para el
comienzo de su ministerio público. Y
justamente, Jesús nos enseña a encontrar en la
Palabra de Dios la
respuesta que nos permite vencer todas las tentaciones...
a) Su
primera tentación, la de saciar el hambre al que lo llevaron
los
días de ayuno, nos habla de todas las tentaciones que nos
presenta el
mundo materialista y hedonista de nuestro tiempo,
proponiéndonos el
camino de la felicidad por la satisfacción de los sentidos.
Frente a
esta mentira, Jesús nos recuerda, con la Palabra de Dios,
que
no
sólo
de pan vive el hombre. De hecho, nuestro alimento principal
viene
de
Dios, son las Palabras que salen de su boca. Por eso, no hay Mesa
más
importante que aquella en la que el mismo Jesús y su Palabra
se nos
brindan como el alimento que nos fortalece. En eso consiste la Misa
dominical, como también la de cada día, si
tenemos la posibilidad de
acudir a ella, al menos de vez en cuando. No sólo de pan
vive el
hombre, y no sólo de salud, podemos agregar en este tiempo
en el que
nos toca ser testigos de la enfermedad que afecta a la Madre
María
Leticia, que la llevó a la libre y valerosa
decisión de renunciar a su
oficio de Abadesa de la Abadía Santa Escolástica.
Si en la salud sirvió
durante casi 31 años a las monjas de la Abadía en
el ejercicio de su
función maternal, no lo hará menos ahora desde la
enfermedad...
b) Frente a la
tentación de la solución mágica de las
dificultades, que para Jesús se
presentaba como la posibilidad de tirarse
desde la parte más alta del Templo confiando en que Dios no
podía
abandonarlo y debía enviarle a los Ángeles para
que lo sostuvieran como
entre algodones, Jesús nos enseña que
no
hay que tentar a Dios,
a no empeñarnos a escapar siempre y a toda costa al dolor.
No hace
falta estar siempre pidiéndole a Dios milagros que nos
permitan superar
fácilmente las dificultades. Podríamos pedirle al
Señor que libre a
Madre María Leticia de la enfermedad que los
médicos no pueden curar, y
Dios podría ciertamente regalarnos ese milagro. Pero no
serviría de
mucho, si no fuéramos capaces de crecer también
aceptando, como ella lo
hace, este tiempo de su enfermedad como un tiempo de gracia en el que
Dios obra la redención...
c)
Finalmente, se le presentó a Jesús
también la tentación del poder,
como la posibilidad de poseer y dominar el
mundo entero. Seguramente a ninguno de nosotros se nos presente esa
tentación con una dimensión tan grande, pero
también seguramente de
algún modo se nos presenta el deseo de dominar y someter a
los demás,
por ejemplo como la tentación
de solucionar los problemas de la convivencia humana imponiendo nuestra
voluntad a los demás. La respuesta de Jesús nos
ayuda a tener en cuenta
que
sólo Dios es Dios y sólo
a Él tenemos que adorar...
Me parece
que esto pone mucha luz sobre el momento de gracia que
vivirán las
Hermanas Benedictinas de la Abadía de Santa
Escolástica cuando el
próximo Domingo, debidamente convocadas por el Abad
Presidente de la
Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur,
deban elegir su
nueva Abadesa. En ese momento tendrán la posibilidad de
experimentar
muy vitalmente el profundo sentido religioso del voto en la Iglesia.
Para servir a Dios con fidelidad deberán disponerse
dócilmente con la
oración, para que cada una de ellas puede ejercer su voto no
como la
parte de poder que tiene en sus manos para arrastrar a las
demás detrás
de su propia voluntad, sino como la oportunidad que el mismo Dios pone
en sus manos de abrirle la puerta de la Abadía al
Espíritu Santo, para
que en esa elección se haga Su voluntad. En su
oración, entonces,
podrán encontrar las Hermanas su verdadero poder...
3.
SIEMPRE HABRÁ TENTACIONES, PERO DE LA MANO DE
JESÚS PODREMOS
VENCERLAS... La enseñanza de Jesús es clara y
contundente. Es acudiendo
a la ayuda de la Palabra de Dios como nos será posible
responder
siempre a todas
las tentaciones. Si nos tomamos de la mano de Jesús, siempre
tendremos
su Palabra a mano, y guiados con ella podremos encontrar el camino que
nos permita superar las tentaciones, sin caer en sus trampas y falsas
ilusiones...
Es
cierto, si nos tomamos firmemente -con las dos manos y sostenidos por
la fe-, de Jesús, no
tardarán en aparecer en nuestra vida la Cruz, el dolor y el
sacrificio
que acompañan siempre a la
entrega a su Voluntad. Es inevitable. La Cruz es el lugar preferido de
Jesús. Ella fue su camino para llegar a la
Resurrección y regalarnos la
salvación (como es también el nuestro para
recibir este don). Vale,
entonces, aprender también en esto del testimonio que nos
entrega en
estos días la Madre María Leticia. Ella en medio
de su enfermedad no he
perdido su reconocida alegría. La sigue viviendo en la
medida propia de
este momento de Cruz que el Señor en su misteriosa voluntad
le tenía
preparado. Feliz y agradecida por el camino que Dios le
presentó y la
ayudó a recorrer en sus muchos años de
consagración religiosa, la mayor
parte de ellos (en verdad, casi la mitad de su vida) como Madre
Abadesa, sigue hoy, disminuida en sus fuerzas y en sus posibilidades
pero igualmente firme en su fe, entregándose cada
día a la Voluntad de
Dios, en la que ella y nosotros encontraremos siempre los dones de la
salvación...