Esta es la predicación que preparé
para el 13 de enero de 2008,
Domingo
del Bautismo del Señor del Ciclo Litúrgico A,
para la Misa que
celebraré, Dios mediante, en algún lugar de
Bariloche, donde
paso unos días de descanso en casa de mi hermana:
1. LAS
COSAS NO SIEMPRE CUESTAN
TODO LO QUE VALEN NI VALEN TODO LO QUE CUESTAN... Esto lo hemos podido
comprobar en Argentina en los últimos días.
Mientras el barril del
petróleo vale hoy en el mundo 100 dólares, en la
Argentina su precio es
de 41 dólares, y las consecuencias no se dejan esperar: las
empresas
pretenden vender sus extracciones más afuera del
país que dentro del
mismo, donde además el gobierno ejerce una
presión constante para que
el precio del combustible en las bocas de expendio no alcance su precio
real sino que se mantenga muy por debajo del mismo; así se
pasa de la
escasez de un día a la noticia del día siguiente
de un posible acuerdo
entre las empresas y el gobierno, de los precios que en un momento
suben a la noticia de su retroceso al valor que tenían en
octubre del
año pasado. Son inevitables las preguntas sin respuesta
cierta: ¿cuánto
valen hoy el petróleo y sus combustibles derivados, y
cuánto cuestan?...
Pero esto
mismo sucede en otros ámbitos y con otras cosas. Algunos
buenos amigos
que saben de algunas costumbres de mi juventud me
regalaron hace poco unos zapatos de una fábrica de marca
reconocida,
sabiendo que me gustarían especialmente. En mis tiempos de
juventud esa
fábrica
hacía unos mocasines que estaban de moda y que todos
queríamos tener. De tal modo se había hecho esa
fábrica un buen nombre
que uno sentía que en realidad no estaba bien calzado hasta
que
llegaba a tener esos mocasines. No servía tener otros
iguales o incluso
mejores y más baratos, pero que no llevaban esa marca...
Los tiempos que vivimos en Argentina (y quizás en muchos
otros lugares
de América Latina) nos van
acostumbrando a una manera distinta de mirar las cosas, ya que no nos
sobra mucho, o nada, y se hace necesario encontrar lo que sea bueno
pero que no sea caro. Ya seguramente hace rato la vida nos ha
enseñado
que no
necesariamente las cosas más caras son las que
más valen, ni las cosas
que más importan cuestan siempre todo lo que valen. Por eso,
hay que
estar muy atentos para aprender a valorar siempre las cosas, no tanto
por lo que cuestan, sino por lo que realmente valen. Si hacemos esto,
fácilmente nos vamos a llevar muchas sorpresas, por una
cantidad de
dones con los que contamos, que en realidad no nos han costado nada y
valen mucho...
El mismo don de la vida, que hemos recibido de Dios, junto con el
Bautismo que la ha convertido en un llamado y una misión,
son regalos
de Dios y como tales son dones totalmente gratuitos, que sin embargo
valen más que cualquier
otra cosa para cualquiera de nosotros. Hoy el Bautismo de
Jesús nos
invita a celebrar estos dones con los que Dios nos ha bendecido...
2. JESÚS HA VENIDO
A
SALVARNOS, Y ESA MISIÓN
COMIENZA CON SU BAUTISMO... Jesús es coherente:
nació pobre en un
Pesebre, y nos salva sin triunfalismos, con los pies en
la tierra,
llenos de barro. Sufre las consecuencias del pecado y de la muerte,
para salvarnos del pecado y de la muerte...
Jesús mismo, el Hijo de Dios, unido al Padre desde toda la
eternidad, y
hecho hombre para participar de nuestra condición humana y
llamarnos a
participar de su condición divina, quiso ser bautizado en el
Jordán. No
porque le hiciera falta ni para cambiar o completar nada en
Él, sino
simplemente para transformar el Bautismo mismo. Y desde ese momento, de
manera totalmente gratuita, sin que podamos con nada pagar ni siquiera
parte de semejante don, somos llamados por el Bautismo a participar de
la vida de Dios, pasando a ser sus hijos. Por eso somos llamados a
participar de su eternidad, y a vencer la muerte para resucitar como
Jesús, al fin de los tiempos...
"Dios estaba con
Él",
nos dice
hoy la Palabra de Dios. Y se ha venido a la tierra, hecho Hombre y
nacido de María, de una vez para siempre, para estar con
nosotros. Con
Jesús, Dios está con nosotros siempre y a toda
hora, y no nos deja, si
nosotros no queremos abandonarlo. "Pasó haciendo el bien"
nos dice
también el
Libro de los Hechos de los Apóstoles. Esa es su
misión, y nuestra
salvación. En el momento en que Juan el Bautista
bautizó a Jesús, "se
abrieron los cielos", descendió el Espíritu Santo
y se oyó la voz de
Dios Padre: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo
puesta toda mi
predilección". Predilección significa un amor que
elige, por encima de
otros...
Todo esto pasó con Jesús el día de su
Bautismo. Y exactamente lo mismo
es lo que pasa con nosotros cuando somos bautizados. Ese día
nuestra
vida cambió por completo. De ser un gran posibilidad, con un
futuro
incierto por delante, pero siempre, en todo caso, limitado entre el
instante inicial -el día de nuestro nacimiento- y una
barrera
infranqueable -nuestra muerte- pasó a ser una
invitación que Dios nos
hace a participar de su vida, por toda la eternidad. Pero en
Jesús, y
en nosotros, Bautismo y misión van siempre de de la mano.
Por eso, el
Espíritu Santo viene a nosotros en nuestro Bautismo, y nos
marca para
una misión...
3. PREDILECTOS DE
DIOS, SU
ESPÍRITU SANTO NOS HACE HUMILDES Y SOLIDARIOS... Dios
está siempre con
nosotros, y éste es un don al que, a fuerza de
acostumbrarnos, podemos
dejar de tener en cuenta, perdiendo de vista su valor inconmensurable.
Él nos ofrece su
Espíritu, a raudales. Nosotros, bautizados en
Jesús, animados por su
Espíritu, participamos de su misión:
también para nosotros esa misión
consiste en pasar nuestra vida haciendo el bien. Dios nos ha elegido
para esto con predilección...
Eso sí: para recibir el Espíritu de
Jesús hay que tener, como Él,
un corazón humilde y solidario. Porque hay hoy muchos
hombres se
encuentran
en condiciones de necesidad y de miseria y que golpean a nuestras
puertas. Ellos constituyen un llamado que viene de Dios y nos recuerda
nuestra
misión. Por lo tanto, mientras pedimos al Cielo y a la
tierra, a Dios y
a los hombres, que se haga justicia para todos los que de diversa
manera hoy se encuentran heridos o lastimados en su
condición humana,
tanto por las fuerzas de la naturaleza o la desidia humana, el
egoísmo
y la maldad humana, a nosotros nos toca
tratar de responder a las circunstancias en las que vivimos siendo
nosotros mismos justos, pero además, buenos y solidarios...