Motivos para la alegría...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 9 de diciembre de 2007, Domingo II de Adviento del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Amargado1. AUNQUE SE ACERCA LA GRAN FIESTA, QUIZÁS ALGUIEN CREA QUE NO TIENE MOTIVOS PARA LA ALEGRÍA... La Navidad es una fiesta no solamente solemne, sino además grande, de nuestra fe. Y por sus características propias, heredadas del comienzo de su celebración en Europa, es una fiesta familiar. A fines de diciembre allí hace mucho frío, y todo invita a quedarse dentro de las casas, al calor del hogar...

Esto mismo hace que, a medida que vamos avanzando en la edad, alguno pueda encontrarse ante esta fiesta sin ánimo para festejar. Porque de una manera más o menos cercana, a medida que crecemos, son más los seres queridos, parientes o amigos, que pueden faltar porque se han muerto, desde la última Navidad, y esto hace difícil, si no amargo, el brindis y la felicidad...

Los KirchnerPor otra parte, en nuestra patria es fácil que nos gane la incertidumbre incluso cuando, como en estos días, un cambio de autoridades podría alentar algunas esperanzas de algo nuevo. Muchos se preguntan, y seguramente tendrán razones para hacerlo, si no volverá a repetirse, otra vez, más de lo mismo. Las cosas parecen funcionar mejor al menos en algunos aspectos, pero no se puede cerrar los ojos a los problemas de fondo, que siguen igual o están peor que hace un tiempo, ya que no parece que avancemos hacia una madurez de nuestra organización institucional que pueda entenderse como un signo y a la vez como una consecuencia de una mayor conciencia social y civilidad que nos permita confiar en la cercanía de tiempos mejores...

Por todo esto, más que nunca, hay que volver la mirada y el corazón al centro de la Navidad, para poder festejar. Hay que llegar a la fuente de la verdadera alegría, que es Jesús, y que siempre, cualesquiera sean los motivos de nuestras tristezas, amarguras y frustraciones, quiere y nos la puede dar...

Niño de la Luz2. ES SÓLO PARA AUDACES PREPARAR EL CAMINO DE UN NIÑO QUE ES DIOS Y TRAE LUZ... Para celebrar la Navidad con profunda y verdadera alegría basta con recibir a Jesús, el único que la puede dar en forma consistente y definitiva. Por eso San Juan Bautista, llamado justamente el Precursor, porque abrió los caminos para que pudiéramos reconocer a Jesús, nos llama también en este tiempo a preparar el camino y allanar los senderos para que Jesús llegue a nosotros. Jesús que viene como la Luz que puede disipar todas nuestras tinieblas...

Jesús viene, Dios hecho Niño, para que, como dice Isaías, "el lobo habite con el cordero, el leopardo se recueste junto al cabrito, el ternero y el cachorro de león estén juntos, la vaca y la osa vivan en compañía, sus crías se recuesten juntas, y el león coma paja lo mismo que el buey" (ésta es su descripción de los tiempos de la salvación que viene de Dios). Podríamos imaginar que esta es sólo una descripción poética, y muy bien lograda, por cierto, de un tiempo de paz, imposible o muy difícil de alcanzar. Pero también podríamos tomarnos en serio esta descripción que hace Isaías, y asumirla como la  consecuencia que es posible esperar si nuestros corazones se vuelven a Dios para recibirlo en esta Navidad. Si buscáramos otras imágenes, más propias de nuestro tiempo, traduciríamos adecuadamente su pensamiento diciendo que Jesús viene para que se dé un encuentro fraterno entre el obrero y el patrón, el político y el que vota, el que respeta las normas de convivencia (¡la ley!) y el que hasta ahora pensaba que los "vivos" no tienen que sujetarse a ellas, y todo esto "conducidos por un niño pequeño", dice Isaías. Nosotros sabemos que este Niño es Jesús, y es Dios. Al recibirlo, se abre el camino a la paz...

Preparar el camino para que venga este Niño, que es Dios y trae Luz, consiste simplemente en remover todos los obstáculos que impiden que llegue de verdad a nuestro corazón. Significa la decisión de cambiar de rumbo en todo aquello en lo que lo hayamos errado. Sin temor a la Palabra de Dios, cuando se nos haga dura y nos resulte difícil, y sin la liviandad de pensar que Dios lo puede todo con su misericordia, aunque nosotros no lleguemos a cambiar todo lo que tendríamos que cambiar. En una palabra, como nos dice San Juan el Bautista, para preparar el camino a Jesús, que quiere venir a nosotros, y allanar los senderos que lo acercan, lo que nos hace falta es producir el fruto de una sincera conversión. Así nos los decía también el Papa Benedicto XVI en su última encíclica, sobre la esperanza. Mientras el progreso material puede ser lineal y ascendente, por lo que no es necesario volver a descubrir hoy lo que la ciencia ya descubrió en el pasado, sí será siendo necesario hoy que cada hombre, cada uno de nosotros, opte de nuevo por el bien, que se hace nuevo en cada opción...

Adviento - Pesebre3. CONFIADOS EN DIOS, HAGAMOS UN PESEBRE EN NUESTRO CORAZÓN... La paz que anhelamos, especialmente en Navidad, comienza con el cambio del propio corazón, quitando todo lo malo que en él está de más, y dando espacio a lo bueno que en nosotros siembra Dios. De esta manera, el Reino de Dios, que está cerca, llega con la alegría, a través de la conversión. Sabemos que Dios es quien salva. Con la constancia y el consuelo que nos da, podemos mantener la esperanza, y vivir con la audacia de confiar en Dios, sabiendo que su Palabra luminosa, rompe las tinieblas que parecen poder con todo, pero que se deshacen ante Dios. Habrá espacio para la alegría, siempre que le demos a Dios su lugar...

Hay cosas que nunca faltan en la preparación. Los adornos navideños, no sólo en las vidrieras (aunque, es justo decirlo, cada vez con menos referencia al sentido religioso de esta fiesta), sino también en las propias casas, nos hablan de esta fiesta. Pero esto, que puede ayudar al clima que esta celebración reclama, no es más que la cáscara externa. En la imagen que empezamos a presentar el Domingo pasado, todas estas cosas pueden representar "el establo", lo de afuera. Además hay que poner "lo de adentro", el pesebre, que hoy agregamos, el lugar donde Jesús quiere estar, y ese pesebre es nuestro corazón. El pesebre de Jesús era de madera, como también su Cruz. Cuánto daríamos si pudiéramos tener un trozo de la madera del pesebre de Jesús o de su Cruz. La madera tiene un particularidad. Es porosa y absorbe todo lo que se apoya en ella. La madera del pesebre de Jesús estuvo llena de sus olores de salvación y santidad, como la madera de su Cruz estuvo impregnada de su sangre salvadora, que allí derramó por nosotros. Pues bien, hagamos de nuestro corazón un pesebre, al que Jesús venga en esta Navidad. Y hagamos que nuestro corazón sea, también, como la madera, capaz de absorber todo lo que Jesús nos quiere decir y nos quiere dar en esta Navidad, de modo que nada ni nadie nos lo pueda quitar...


Lecturas bíblicas del Domingo II de Adviento del Ciclo "A":

Volver al inicio de la predicación...


Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
Todas las predicaciones: http://www.awbunge.com.ar/predicaciones/
Valid HTML 4.01!Para suscribirse: predicacionesawb-subscribe@gruposyahoo.com.ar
Para borrarse: predicacionesawb-unsubscribe@gruposyahoo.com.ar