Los caminos que llevan al Cielo...
Queridos amigos:
Esta es la predicación preparada para el 30 de enero de 2005,
Domingo IV del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A. Celebré la Misa
solo, antes de comenzar el regreso de mis vacaciones, y por eso no
pronuncié esta predicación. Pero ya que algunos me la han pedido,
igualmente la envío. Me
basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra, los
que ponen en práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la
humildad (Sofonías 2, 3).
- Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados:
no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos
los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo
tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por
débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo
que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. sí, nadie podrá
gloriarse delante de Dios (1 Corintios 1, 26-29).
- Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque
recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán
consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque
serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a
Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos
de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos (Mateo 5, 3-10).
1. COMO LAS FLORES BUSCAN EL SOL,
NOSOTROS BUSCAMOS LA FELICIDAD... La felicidad es el motor que nos pone
en marcha, y que nos mueve para hacer todo lo que hacemos. En realidad,
Dios nos hizo para eso, para la felicidad. Y por eso, a través de todo
lo que hacemos siempre estamos buscando la felicidad. Así es nuestra
condición humana, y no no tenemos otro modo de
movernos, que no sea buscando la propia felicidad. Por eso, las cosas
más
nobles, y también las más depravadas, se hacen buscando la felicidad.
Cuando los jóvenes eligen una vocación, lo hacen ser felices. El que
siembra, y el que cosecha, lo hace buscando la felicidad. Pero también
el que roba, busca ser feliz, lo mismo que el que mata, o el que
miente, o falsea las cosas, o extorsiona desde una posición de poder,
para conservar su parte en la torta del poder...
Sin embargo, aunque en todo lo que hagamos estemos siempre buscando la
felicidad, está claro que no todo sirve para
alcanzar la felicidad que buscamos, y por eso muchas veces vemos
frustrada la felicidad detrás de la que hemos corrido...
2. LA FELICIDAD VIENE DE DIOS, Y
SÓLO
SE ALCANZA POR LOS CAMINOS DE DIOS... Él nos hizo para ser felices, y
esta felicidad sólo se alcanza por sus caminos. La felicidad es un
regalo para los humildes de
la tierra, que saben que no pueden alcanzarla solos, "por su cuenta".
Así nos lo recordaba hoy con toda claridad el profeta Sofonías. Dios
llama
especialmente a ser felices a los débiles, a los despreciados, a los
que humanamente
hablando no tienen quizás mucho de qué alegrarse. Ese contraste es el
que intenta ponernos en evidencia San Pablo, llamándonos la atención
ante la necedad y la sabiduría, la fortaleza y la debilidad, lo valioso
y lo despreciable, según se lo mire con los ojos del mundo o con los
ojos de Dios...
También Jesús, a través de las Bienaventuranzas, que hoy hemos
proclamado con el Evangelio de San Mateo, nos muestra un gran contraste
entre los modos humanos y los que Dios pone al alcance de los más
pobres y sencillos para alcanzar la felicidad. En realidad, la
felicidad
es para todos, pero la única manera de alcanzarla es poner en práctica
las Palabras de Dios, ya que nuestra felicidad siempre será su obra y
su regalo
para con nosotros...
La felicidad, en realidad, sólo es tal cuando resulta permanente,
duradera, y en eso precisamente consiste el CIELO, que podemos buscar y
anhelar ya desde ahora, en la tierra. Sobre todo cuando todo nos lleva
a andar con la cabeza baja, la búsqueda del Cielo, con su felicidad
duradera, nos ayuda a levantar la mirada,
para no tropezar.Y los caminos que Dios nos ofrece para ser felices y
para llegar
al Cielo, son las Bienaventuranzas. Quizás más
de una vez nos gustaría que nos ofreciera algo más fácil, menos
exigente, más tibio, menos comprometido. Pero entonces, yo no nos
llevarían a la felicidad que buscamos...
"Felices", nos dice hoy ocho veces Jesús, y nos señala los
caminos, por los que nos lleva la fidelidad a su Palabra:
1. Felices los que tienen alma de pobres: porque sólo de esa manera se
puede esperarlo todo de Dios.
2. Pacientes: es necesario, para esperar
con confianza los dones de Dios.
3.
Felices los afligidos (es decir, los sufridos, los sacrificados, los
austeros): porque desde allí es posible
gustar el consuelo de Dios.
4. Felices los que tienen hambre y sed de justicia: eso mismo
sintió Jesús, y nos salvó.
5. Felices los misericordiosos: porque eso mismo los hace capaces de
recibir la misericordia de Dios.
6. Felices los que tienen un corazón puro: porque así pueden mirar todo
con la mirada de Dios.
7. Felices los que trabajan por la paz: porque tienen la certeza de
trabajar siempre de la mano de Dios.
8. Felices los perseguidos por practicar la
justicia: porque siguen el camino y alcanzan la meta de Jesús. Su
justicia lo llevó a la Cruz, y desde allí nos abrió las puertas del
Cielo...
3. LAS BIENAVENTURANZAS SON LOS
CAMINOS QUE LLEVAN AL
CIELO: HAY QUE ELEGIR AL MENOS UNA... Todo el Evangelio nos enseña.
Cada una de las Palabras que Jesús nos ha dejado nos lleva a la
felicidad para la que Dios nos ha hecho. Pero si tuviéramos que elegir
algún tramo del mismo que resume los camino por los que Dios nos quiere
llevar a la felicidad que ansiamos, sin duda éste debería ser el de las
Bienaventuranzas. Jesús nos plantea a través de ellas los caminos por
los que se alcanza la felicidad para la que nos ha hecho...
Por eso, ya que queremos ser felices, no hay que perder el tiempo en
las distracciones que muchas veces no nos prestan más que alegrías que
se acaban demasiado pronto. Tenemos que ponernos en marcha, sin demora,
par ser felices recorriendo los caminos por los que nos llama Dios.
Tenemos que elegir al menos una de las Bienaventuranzas, y disponernos,
como peregrinos en marcha hacia el Cielo al que el mismo Dios nos ha
llamado. En la mochila, sólo tendremos que cargar las
Bienaventuranzas, y el bastón que podrá sostenernos en la marcha será
nada más y nada menos que el mismo Dios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: