Llamados a responder...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 4 de septiembre de 2005, XXIII
Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Así habla el Señor: "Hijo de de hombre, yo te he puesto como
centinela de la casa de Israel: cuando oigas una palabra de mi boca, tú
les advertirás de mi parte. Cuando yo diga al malvado: «Vas a morir»,
si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta,
el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su
sangre. Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de
su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú
habrás salvado tu vida" (Ezequiel 33, 7-9).
- Hermanos: Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo:
el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley. Porque los mandamientos:
No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y
cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. El amor no hace más al prójimo. Por lo tanto, el amor es la
plenitud de la Ley (Romanos 13, 8-10).
- Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano peca, ve y corrígelo
en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te
escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por
la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso,
dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad,
considéralo como pagano o republicano. Les aseguro que todo lo que
ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten
en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si
dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está
en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi
Nombre, yo estoy presente en medio de ellos" (Mateo 18, 15-20).
1. PUEDE SER UNA GRAN TENTACIÓN
VIVIR AISLADOS, LEJOS DE TODOS LOS DEMÁS... Cuando las cosas no andan
bien, no sólo nos ponemos tristes, sino que también podemos tener la
tentación de escapar de los demás, y aislarnos. Y, si no podemos
aislarnos literalmente, es decir, irnos a vivir solos en una isla, por
lo menos intentamos quedarnos encerrados en un cuarto, que es lo que
tenemos a mano y lo que podemos hacer sin salir de casa. Aunque no sea
igual, es más o menos lo mismo...
Tenemos esta tentación de
aislarnos del mundo no sólo cuando las cosas personales andan mal, sino
también, y quizás especialmente, cuando las cosas del mundo que nos
rodean no funcionan. En esos momentos quisiéramos aislarnos de la
familia, de los amigos, y del mundo entero, para que nos dejen en paz,
imaginándonos que si estuviéramos solos todo estaría mejor. Pero, en
realidad, sabemos que esto no es posible, de ninguna manera. Aunque a
veces tengamos la tendencia a aislarnos, todos dependemos, en mayor o
en menor medida, de los demás. Ninguno de nosotros puede bastarse a sí
mismo, no podemos bastarnos solos, para tener la ropa y los alimentos
que necesitamos, para cuidar nuestra salud, no sólo física, sino
también mental, dependemos de los demás. Pertenece a nuestra más íntima
naturaleza la necesidad de vivir en contacto y en comunión con otros.
Somos un "animal social" (a veces parece que fuéramos más animales,
otras veces parecemos menos sociales...).
Necesitamos unos de otros para desarrollarnos
humanamente. Y aunque a veces nos pese el contacto con los demás, no
nos podemos aislar. Vivimos y crecemos en una mutua interdependencia.
Desde pequeños, nuestros brazos aprenden a tenderse hacia los demás, de
quienes esperamos ayuda y sostén. Aún antes que se inventara la
globalización, que en definitiva no es más que una consecuencia de
nuestra más primitiva naturaleza, nuestro ser social, nuestras vidas
están de tal modo cruzadas que forman una trama en la que la de uno
depende de la de los otros. Puede ser que en este tiempo se hayan
acortado las distancias debido a los múltiples instrumentos que
facilitan la comunicación y los desplazamientos, pero desde siempre
todos dependemos de todos...
Ahora, si dependemos unos de otros, si no podemos vivir aislados,
viene bien que nos preguntemos qué tenemos que ver cada uno de nosotros
con lo que hacen los demás. Cuando nos encontramos ante tantas cosas
que no nos gustan, tanto desastre que probablemente sería evitable, y
tanto dolor que nos puede parecer innecesario, no podemos quedarnos
encerrados tratando de sacarnos las culpas de encima, y preocupándonos
sólo de que no nos arrastre la ola que va tirando todo y a todos, sin
parar...
2. TODOS SOMOS RESPONSABLES:
LLAMADOS A RESPONDER TAMBIÉN POR LOS DEMÁS... Jesús nos muestra hoy
que, como la llamaba Juan Pablo II, una misteriosa
solidaridad humana, por la que el pecado de cada uno repercute en
cierta manera en todos los demás, se da entre todos nosotros. No sólo
estamos unidos, entonces, en la gracia y el amor de Dios, sino también
en el pecado. Por eso Jesús nos llama a hacernos cargo del mal que
hacen los otros, invitándonos a la corrección fraterna en la comunidad
de la que somos parte, en la familia, en la Iglesia y en el mundo
entero. Ya el profeta Ezequiel recibía esta advertencia de Dios: los
demás morirían por las culpas de sus pecados, pero a él le pedirá
cuenta de sus sangre, si no fue capaz de advertirlos a tiempo para que
pudieran cambiar...
Responsable es el que está
habilitado para dar una respuesta, el que tiene la obligación de
responder por otros. Y eso nos pasa a todos: somos responsables,
tenemos que responder ante Dios no sólo por nosotros mismos, sino
también por los demás. Por supuesto, cada uno es responsable ante Dios
por sus propias acciones u omisiones...
Pero todos tenemos también una
misteriosa solidaridad que nos hace en alguna medida responsables de lo
que hacen o dejar de hacer los demás. Sobretodo si no hemos hecho nada
para ayudarles a corregir sus malas conductas, si por comodidad o por
indiferencia hemos convivido con la mentira y con la falsedad, como si
no tuviéramos nada que ver con lo que hacen y dicen los demás, como si
pudiéramos aislarnos y dejar a cada uno encerrado en su pecado y que se
arregle solo...
A propósito, ya que se acercan elecciones legislativas en nuestro país,
podemos recordar que, según se dice, "cada pueblo tiene el gobierno que
se merece". Esto es especialmente cierto cuando además es el gobierno
que elige. Pero yo diría también que cada pueblo tiene el gobierno que
quiere tolerar, sobretodo si no hace nada para corregirlo y cambiarle
el rumbo, con la fuerza de las urnas y de la crítica constructiva, en
el marco de la ley...
Esta responsabilidad de unos por otros tiene su raíz más profunda
es nuestro origen. Todos los que hemos nacido en este mundo hemos
venido del amor de Dios, y hemos sido hechos sus hijos por el amor de
Jesús, que se ha manifestado para todos en la Cruz y en la
resurrección...
3. NACIDOS DEL AMOR DE DIOS, NUESTRA DEUDA ES
EL AMOR MUTUO... San Pablo nos habla hoy de la única deuda que no
podemos desatender nunca. Cuando escribió la Carta a los Romanos, no
existía todavía el Fondo Monetario Internacional, pero si hubiera
existido, San Pablo hubiera dicho lo mismo. Puede ser que algún
momento, en alguna circunstancia especial, y por algún tiempo, pueda
postergarse el pago de una deuda al FMI, aún a riesgo de que nos
quieran tirar "fuera del mundo". Pero la deuda del amor mutuo con los
que nos rodean más cercanamente, sobretodo cuando se trata de un amor
que nos llama a acudir en auxilio de nuestros hermanos que luchan por
la más elemental subsistencia, será siempre la única deuda que no se
puede desatender...
Todos tenemos una mano que sumar, que reuniéndose con otras puede
pagar algo de esa deuda de amor mutuo que tenemos entre todos. A cada
paso se nos cruza la oportunidad de ofrecerle a alguien nuestras manos
para ayudarlo a llevar su Cruz. Llamados a hacernos responsables de los
demás también en el pecado, cuánto más tendremos que serlo en el amor.
Y ese amor nos hará crecer...
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: