De la opinión a la fe...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 21 de agosto de 2005, XXI
Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día y en la
Homilía
de Benedicto XVI en la Vigilia Final de la Jornada Mundial de la
Juventud 2005, celebrada en la ciudad de Colonia, Alemania:
- Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo de palacio: "Yo te
derribaré de tu sitial y te destituiré de tu cargo. Y aquel día,
llamaré a mi servidor Eliaquím, hijo de Jilquías; lo vestiré con tu
túnica, lo ceñiré con tu faja, pondré tus poderes en su mano, y él será
un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.
Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David: lo que él abra,
nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo clavaré como
una estaca en un sitio firme, y será un trono de gloria para la casa de
su padre" (Isaías 22, 19-23).
- ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de
Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus
caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su
consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?
Porque todo viene de él, ha sido por él, y es para él. ¡A él sea la
gloria eternamente! Amén (Romanos 11, 33-36).
- Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen
que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista;
otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». «Y ustedes,
les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro
respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo:
«Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te
digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el
poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te dará las llaves
del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado
en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo». Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a
nadie que él era el Mesías (Mateo 16, 13-20).
1. LAS OPINIONES SIRVEN PARA
CONOCERNOS, PERO ES MUY DIFÍCIL QUE NOS CAMBIEN LA VIDA... Los
argentinos somos conocidos por algunas características particulares.
Dicen, por ejemplo,
que tenemos una gran facilidad para opinar sobre
cualquier cosa de la que se esté hablando. A veces, incluso, las
opiniones nos llevan a discusiones apasionadas, en las que cada uno
sostiene sus posiciones con vehemencia creciente. De todos modos, por
mucho que discutamos, es muy difícil que cambiemos nuestro modo de ver
o entender las cosas como consecuencia de un intercambio apasionado de
opiniones...
Las opiniones tienen su utilidad, sirven para conocernos. A los
sacerdotes nos pasa con mucha frecuencia que nos preguntan qué opinamos
sobre una cantidad de temas, y fácilmente podemos descubrir que detrás
de esas preguntas está el deseo de conocernos con más
detalle. En estos tiempos, por ejemplo, me preguntan con frecuencia qué
opino de los piqueteros. Quizás quien me hace la pregunta no está
demasiado interesado en los piqueteros, pero saber lo que yo opine le
ayuda a conocerme. Y es más fácil pedirme una opinión sobre ese tema (o
sobre cualquier otro), que preguntarme a boca de jarro: "¿quién eres?
¿cómo eres Quiero conocerte más"...
También el Papa Benedicto XVI aprovecha todas
las ocasiones que puede para el intercambio de opiniones con todos los
que puede, para conocerse y entenderse más. En estos días en los que ha
estado en Alemania para la celebración de la XX Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad de Colonia,
aprovechó para reunirse con el Rabino Natanel Teitelbaum, de dicha
ciudad, y también lo hizo con Elyas Nadeem, presidente del Comité
Central Islámico de Alemania. Es seguro que estas reuniones habrán
servido para conocerse. Y es muy probable también que lo hayan hecho
cambiando opiniones sobre muchos temas. Me divierte pensar que,
incluso, se hayan preguntado, por ejemplo: "¿Qué piensas de Ben Laden?
¿Y de Bush?" Conociendo cada uno las opiniones del otro, se habrán
conocido más. Y aunque siempre el contacto con los demás nos enriquece
y nos hace progresar como personas, seguramente cada uno de ellos no ha
modificado demasiado sus opiniones sobre las cosas sobre las que han
hablado, por el sólo hecho de conocer la opinión de los demás...
También en tiempos de Jesús la gente opinaba. Y Jesús le preguntó
a los Apóstoles qué decía la gente sobre Él. Ellos le transmitieron a
Jesús todas las opiniones que habían
oído: alguno opinaba que era Juan el Bautista, otros decían que era
Elías, otros decían que sería alguno de los otros profetas. Todos
opinaban, pero seguramente después seguían tranquilamente su camino, ya
que el hecho de opinar generalmente no le cambia a nadie la vida. Nada
cambia solamente por opinar. Pero cuando estamos ante Dios, lo que está
en juego es lo más
profundo del sentido la vida. No basta, entonces, con opinar, y seguir
como si nada sucediera. Hay que tomar posición, y según sea una u otra,
va para un lado u otro toda nuestra vida. Por eso Jesús los interpeló a
los Apóstoles, y nos interpela hoy a nosotros, de una manera personal:
¿Quién dices que soy?...
2. ANTE JESÚS NO BASTA UNA
OPINIÓN. ÉL NOS CAMBIA TOTALMENTE LA VIDA... Pedro no se quedó
navegando en las opiniones. Inspirado por el mismo Dios, dio una
respuesta personal y comprometida. Movido por la fe confesó a Jesús
como el Hijo de Dios, el Salvador, el Mesías. Y eso le cambió
verdaderamente la vida...
También los Reyes Magos, cuyos restos, según una antigua tradición, se
conservan en la Catedral de Colonia, tuvieron algo más que una opinión
cuando se encontraron con Jesús, y eso seguramente les cambió la vida.
Benedicto XVI les decía a los jóvenes en la Vigilia Final de la Jornada
Mundial de la Juventud 2005 realizada en esa ciudad de Alemania, que
los Reyes Magos, cuando vieron al
niño Jesús con María, cayendo de rodillas lo adoraron. Habían llegado a
su meta. Pero allí mismo comenzó para ellos un nuevo camino, decía el
Papa, una peregrinación interior que les cambió toda su vida.
Seguramente se habían imaginado a Jesús
de modo diferente. Estaban convencidos de que Dios existía, y
que era un Dios justo y bondadoso. Seguramente buscaban el derecho y
la justicia que debían venir de Dios. Es probable también que pensaran
que para
cambiar el mundo hace falta disponer de
poder. Y sin embargo, se encontraron ante un Niño
nacido en un Pesebre. Cuando se postraron ante el Niño del Pesebre,
comenzaron su camino interior...
Ciertamente, no pudieron quedarse sólo
opinando sobre lo que habían visto. La respuesta ante Jesús es la fe.
Para eso, les decía el Papa a los jóvenes, tuvieron que cambiar su idea
sobre el poder, sobre
Dios y sobre el hombre y, con ello cambiar también
ellos mismos. El poder de Dios es
diferente al poder de los grandes del mundo. Su modo
de actuar es distinto de como lo imaginamos, nos dice a todos el Papa.
Dios
no le hace competencia a las formas terrenales del poder.
No contrapone sus ejércitos a otros ejércitos. Al
poder estridente y pomposo de este mundo, Jesús contrapone el
poder silencioso del amor, que parece sucumbir en la Cruz y que, sin
embargo, allí mismo vence instaurando el Reino de Dios...
Los Reyes Magos aprendieron que no se cambia
el mundo con órdenes impartidas desde lo alto, sino entregándose. Y con
ellos también nosotros aprendemos que acomodar a este
modo divino de
ejercer el poder, a este modo de ser de Dios. Por eso en un momento
trascendente de la Vigilia Final de la Jornada Mundial de Colonia los
jóvenes presentaron ante el Papa una enorme Cruz...
En
el nombre de Dios, decía anoche el Papa, se predica también el odio y
se practica la violencia. Pero Jesucristo crucificado nos manifiesta el
verdadero rostro de Dios. Y sólo los santos, decía el Papa, son
los que realmente cambian las cosas. En el siglo
pasado, nos recordaba, hemos vivido revoluciones cuyo programa común
fue no esperar
nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos
la causa del mundo para transformar sus condiciones, tomando un punto
de vista humano
y parcial como criterio absoluto de orientación. La
absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se
llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que le priva
de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías
las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada
al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de
nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno
y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a
Dios, que es la medida de lo que es justo
y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y, ¿qué
puede salvarnos, si no es el amor?..
3. CREEMOS CON LA FE DE PEDRO Y
DE LA IGLESIA. POR ESO VENIMOS A ADORARLO... Nosotros creemos y nos
postramos, afirma el Papa, ante el Jesús que nos muestran las Sagradas
Escrituras, y que en la gran comunidad de fieles llamada
Iglesia se manifiesta viviente, siempre con nosotros y al mismo
tiempo siempre ante de nosotros...
Se puede criticar mucho a
la Iglesia. Lo sabemos, decía anoche el Papa en la Vigilia Final de la
Jornada Mundial de la Juventud 2005, y Jesús mismo lo decía: es como
una red con peces buenos y malos,
como un campo con trigo y cizaña...
En el fondo, decía anoche Benedicto XVI, nos consuela que exista la
cizaña en la Iglesia. De esta manera, a pesar de todos nuestros
defectos y nuestras miserias,
podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús,
que ha llamado precisamente a los pecadores. Lo que hace falta es que,
así como los jóvenes que
se reunieron junto al Papa en la ciudad de Colonia tuvieron que
aguantar y sobreponerse al frío y a las inclemencias del tiempo, así
nosotros tenemos que llenarnos de coraje y estar dispuestos a todo para
seguirlo a Jesús...
La Iglesia es
como una familia humana, dice el Papa, pero es también al mismo tiempo
la gran familia de Dios, mediante la cual Él establece
un espacio de comunión y unidad en todos los continentes,
culturas y naciones. Por eso nos alegramos de pertenecer a
esta gran familia; de tener hermanos y amigos en todo
el mundo. Y en las Jornadas Mundiales de la Juventud, como en esta de
Colonia en el 2005, se experimenta el gozo de pertenecer a una familia
tan grande como el mundo,
que comprende el cielo y la tierra, el pasado, el
presente y el futuro de todas las partes de la
tierra...
Los Reyes Magos "vieron al niño con María,
su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron".
También nosotros podemos encontrarlo. Lo tendremos siempre entre el
Pesebre y la Cruz. Pero la Cruz no es sólo el signo de la muerte de
Jesús, ya que Jesús resucitó. Por eso, a Jesús lo encontramos
también y especialmente en la Eucaristía, y allí podemos adorarlo.
Jesús no es una historia lejana, nos dice el Papa, de hace
mucho tiempo. Es una presencia. Él está ante nosotros y entre nosotros
en la Eucaristía. Como entonces, se
oculta misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, nos
muestra así el verdadero rostro de Dios. Él está presente, como
entonces en Belén. Y
nos invita a esa peregrinación interior que se llama adoración.
Pongámonos ahora en camino para esta peregrinación del espíritu, y
pidámosle a Él que nos guíe...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: