Toda la vida...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación del Domingo 16 de enero de 2005, II Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en la montaña, en la Misa que celebré el Altar del Refugio Piedritas, en la parte Sur del Cerro Catedral, de Bariloche, con un grupo de jóvenes y mayores amigos, y otros que estaban en ese lugar. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Caminante1. NO TODOS LOS MOMENTOS DE LA VIDA SE VIVEN CON LA MISMA INTENSIDAD... Por ejemplo hoy, que hemos subido a esta montaña, los momentos más intensos son dos. Por un lado, el comienzo, cuando nos dispusimos a enfrentar el desafío, con toda la carga de ansiedad y expectativas que nos impulsaron a esta aventura. Y por otro lado estará el final, cuando lleguemos, unos siguiendo todavía más arriba que este punto, y otros continuando con nuestro descenso hasta el punto de partida, y junto con todo el cansancio acumulado, vivamos el gozo de la meta alcanzada, con toda la perspectiva que nos dará el camino recorrido...

En el medio, entre uno de estos momentos y el otro, es muy posible que nos hayamos preguntado más de una vez: "¿y quién me mandó a mí a meterme en este camino, que parece no terminarse nunca, y que va acabando con todas mis fuerzas?". Así, caminar por la montaña se hace una vez más una escuela de la vida, en la que en unas pocas horas se condensa una experiencia similar a la de todo el camino de la vida...

Como decía Heisemberg, el físico nuclear que descubrió el principio de indeterminación, de aplicación en la física cuántica, en el camino de la montaña, y en el de la vida, al comenzar la marchase ve con claridad el punto de arranque y la meta, y se tiene una idea del camino que lleva de un lugar a otro. Cuando se llega al final, nuevamente se ve todo, y con una mayor claridad. En el medio del camino, en cambio, seguramente ya no se ve el punto desde el que hemos partido, y tampoco está a la vista la meta. Sin embargo, para alcanzarla, por tediosa que parezca la marcha, hay que seguirla con perseverancia, hasta el final...

Lo mismo nos enseña hoy la Palabra de Dios, mostrándonos a través de Jesús que nuestra vida es una vocación...

Vocación2. LA VIDA ES UNA VOCACIÓN, ES DECIR, UN LLAMADO QUE NOS HACE DIOS... De nuestra parte, entonces, la vida siempre es una respuesta a Dios, que nos ha llamado. Él es quien nos llama a la vida, y con el Bautismo hace de nuestra vida un llamado a la santidad y a la eternidad, tal como lo reconoce San Pablo para su propia vida, en el comienzo de la primera carta a los Corintios, que fue nuestra segunda lectura de hoy...

Caminos alternativosLa vocación, el llamado de Dios, tiene algunos signos externos, no siempre fáciles de interpretar, pero que todos de algún modo pueden ver. Juan el Bautista descubre en Jesús los signos que lo muestran como el Hijo de Dios, el Cordero de Dios, que es capaz de vencer el pecado del mundo, y da testimonio de ello con valentía. Pero la vocación, el llamado de Dios, también tiene sus huellas en el interior de cada uno de nosotros. Y por eso cada uno de nosotros tiene que hacer el trabajo de reconocerlas, para poder responder con fidelidad a Dios. El mismo Jesús hubo de reconocer los signos con los que su Padre le señaló el camino, desde el Pesebre hasta la Cruz, por el que hubo de realizar nuestra salvación, a través de la Resurrección...

También a nosotros nos toca descubrir a cada paso el camino por el que Dios quiere llevarnos a la salvación, y esa es nuestra vocación. Hay momentos más intensos, en los que se toman las grandes decisiones, y otros más tediosos, que pueden hacernos sentir el cansancio (como en la montaña). El mismo profeta Isaías pasó por momentos de desazón, como nos mostraba la primera lectura, en los que pensaba que se había fatigado en vano y había gastado inútilmente sus fuerzas (también en la montaña a veces se puede tener esa sensación). Sin embargo, incluso en esos momentos supo reconocer que Dios lo había llamado desde el vientre materno, y desde allí era posible reconocer y seguir con fidelidad su vocación, anunciando la salvación que viene de Dios hasta los confines de la tierra...

Sendero3. TODA LA VIDA ES EL ESPACIO DE NUESTRA RESPUESTA A DIOS... El nos ha llamado. Haber nacido, haber sido bautizados y haber caminado hasta hoy en el camino de la vida nos ha servido para ir descubriendo el camino por el que nos sigue llamando Dios...

Como en la montaña, también en la vida es necesario seguir la huella, reconociendo las marcas y sin apartarse del sendero señalado, para poder llegar a la meta, es decir, al encuentro pleno y definitivo, en su Casa, en el Cielo, con nuestro Padre Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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