Esta fue mi predicación de hoy, 24 de
julio de 2005, XVII Domingo
del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- El Señor se apareció a
Salomón en un sueño, durante la noche. Y
le dijo: «Pídeme lo que quieras». Y
ahora, Señor, Dios mío, has hecho
reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que
soy apenas
un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu
servidor está en medio de
tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que
no se
puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un
corazón
comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el
mal. De lo contrario, ¿quién sería
capaz de juzgar a un pueblo tan
grande como el tuyo?». Al Señor le
agradó que Salomón le hiciera este
pedido, y Dios le dijo: «Porque tú has pedido
esto, y no has pedido
para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino
que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo
voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio
y
prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de
ti, ni
habrá nadie como tú después de
ti» (1 Reyes 3, 5 y 7-12).
- Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone,
todas las cosas para
el bien de los que lo aman, de aquellos que él
llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los
predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el
Primogénito entre
muchos hermanos; y a los que predestinó, también
los llamó; y a los que
llamó, también los justificó; y a los
que justificó, también los
glorificó (Romanos 8, 28-30).
- Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos
se parece a un
tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a
esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y
compra el
campo. El Reino de los Cielos se parece también a un
negociante que se
dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a
vender todo lo que tenía y la compró (Mateo 13,
44-46).
Un abrazo y mis oraciones.