Esta fue mi predicación de hoy, 17 de
julio de 2005, XVI Domingo
del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Tu fuerza, Señor, es el principio de tu
justicia, y tu dominio
sobre todas las cosas te hace indulgente con todos. Tú
muestras tu
fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes
la temeridad de aquellos que la conocen. Pero, como eres
dueño absoluto
de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran
indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu
poder. Al obrar
así, tú enseñaste a tu pueblo que el
justo debe ser amigo de los
hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque,
después
del pecado, das lugar al arrepentimiento (Sabiduría 12,
16-19).
- Hermanos: el Espíritu viene en ayuda de nuestra
debilidad porque
no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu intercede
por nosotros
con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo
del Espíritu y sabe que su intercesión en favor
de los santos está de
acuerdo con la voluntad divina (Romanos 8, 26-27).
- Jesús propuso a la gente esta
parábola: «El Reino de los Cielos
se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero
mientras todos dormían vino su enemigo, sembró
cizaña en medio del
trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las
espigas,
también apareció la cizaña. Los peones
fueron a ver entonces al
propietario y le dijeron: «Señor, ¿no
habías sembrado buena semilla en
tu campo? ¿Cómo es que ahora hay
cizaña en él?. El les respondió:
«Esto
lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron:
«¿Quieres que
vayamos a arrancarla?». «No, les dijo el
dueño, porque al arrancar la
cizaña, corren el peligro de arrancar también el
trigo. Dejen que
crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los
cosechadores:
Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos
para quemarla, y luego
recojan el trigo en mi granero» (Mateo 13, 24-30).
Un abrazo y mis oraciones.