Ayudarnos a cargar la Cruz...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 26 de junio de 2005, XIII
Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Un día, Eliseo pasó por Sunam. Había allí una mujer pudiente, que
le insistió para que se quedara a comer. Desde entonces, cada vez que
pasaba, él iba a comer allí. Ella dijo a su marido: «Mira, me he dado
cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre
de Dios. Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le
pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así,
cuando él venga, tendrá donde alojarse» (2 Reyes 4, 8-10).
- ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo
Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos
sepultados con él en la muerte, par que así como Cristo resucitó por la
gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva (Romanos 6,
3-4).
- Dijo Jesús a sus Apóstoles: «El que ama a su padre o a su madre
más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más
que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es
digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su
vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a
mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un
profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que
recibe a un justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que
cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a
uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa»
(Mateo 10, 37-42).
1. CUANDO SE EMPRENDE UNA
MARCHA, SIEMPRE HAY QUE TOMAR DECISIONES...Y es muy importante elegir
bien, sin equivocaciones, porque de eso dependerá que se pueda llegar a
la meta que se pretende alcanzar. Un bote de goma , por ejemplo, puede
ser una buena elección y puede servir si lo que uno pretende es
divertirse un rato en una pileta. A lo sumo podrá servir también para
meterse un rato en una laguna de aguas muy tranquilas, pero sería una
mala elección si lo que se pretende es conectarse con el mundo a través
de los océanos...
Todos nosotros estamos en una marcha, que
tuvo su inicio el día de nuestro nacimiento, y tiene su meta es el
Cielo (donde todos queremos llegar, aunque muchas veces sin apuro).
También tenemos una meta como patria, como nación. Y en horas cruciales
como las que estamos viviendo, hay que elegir, no sólo cuando llega el
momento de votar, sino todos los días, y según sea nuestra elección,
será nuestra posibilidad de llegar a la meta buscada...
Para encaminarnos a la meta que tenemos como
nación podemos elegir la verdad, o la mentira, pero no las dos, porque
donde entra una no cabe la otra. Podemos elegir la paz o la violencia,
pero no las dos, porque la violencia destruye la paz. Podemos elegir el
esfuerzo o la comodidad, pero no las dos, porque la comodidad no nos
permite hacer el esfuerzo que necesitamos. Podemos elegir la justicia o
la injusticia, pero no las dos, porque se oponen. Podemos elegir la
honradez (la honra) o la corrupción, pero no las dos, porque la
corrupción destruye la honra, propia y ajena. Podemos elegir la fe o la
impiedad, pero no las dos, porque la fe, cuando la elegimos en serio,
baña toda nuestra vida...
Tenemos que elegir, y lo hacemos a cada paso, de modo que somos el
fruto de nuestras decisiones, no sólo el resultado inerte de lo que
hacen los demás. Y según elijamos, tenemos posibilidad o no de alcanzar
la meta que buscamos. Por eso hoy Jesús quiere enseñarnos a elegir bien
el modo de encaminarnos a nuestra meta más importante...
2. PARA LLEGAR A LA META, HAY
QUE ELEGIR SIEMPRE A JESÚS, Y SU CRUZ... Jesús es nuestro Camino,
Verdad y Vida, o, como dice San Agustín, Jesús es nuestro Camino,
porque de Verdad nos lleva a la Vida. Él tiene con qué reclamar nuestra
atención, y pedirnos nuestra confianza, para que lo elijamos de tal
modo a Él, que nada pueda desviarnos a lo largo de la vida, en la que
vamos caminando hacia la meta. Pero Jesús, cuando nos llama a
elegirnos, nos recuerda cómo y cuál es su camino: la Cruz. Es a través
de la Cruz que Él venció a la muerte y al pecado, y a esa Cruz nos
llama, para que alcancemos la resurrección que Él ya ha alcanzado...
Si elegimos a Jesús, Él se subirá a nuestra
barca, y desde allí podrá calamar todas las tormentas. Pero
necesariamente esa elección, además, nos cambiará la vida. Si elegimos
a Jesús, ya no habrá espacio en nuestra vida para la mentira, o la
violencia, o la comodidad, o la injusticia, o la corrupción, porque con
Jesús estamos eligiendo la verdad y el coraje para defenderla, la paz y
el compromiso para construirla, la justicia y la pasión para
sostenerla, el esfuerzo para sostener con fidelidad nuestra elección a
cada paso, la honradez (la honra) y la firmeza para custodiarla, la fe
y todas sus consecuencias...
Si elegimos a Jesús, esto tendrá
consecuencias para nuestra vida y para la vida de todos los que nos
rodean. De esto hablaba el Cardenal
Bergoglio ayer, cuando se dirigía a los agentes de la Pastoral
Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en una exposición que los
periodistas recogían con asombro esta mañana en los los medios
escritos, radiales y televisivos. ¿Es que podría esperarse que la fe
cristiana no tenga consecuencias en quienes hemos encontrado en Jesús
al Hijo de Dios, capaz de orientar toda nuestra vida a la meta
celestial, y por eso mismo nos compromete a construir nuestra vida
personal y social a partir de la luz que encontramos en sus palabras
salvadoras?...
Pera la Palabra de Jesús es exigente: nos espera una Cruz, y hay que
estar dispuestos a ella. A cada uno le espera la propia, porque no se
vence al pecado y a la muerte de otro modo que asumiendo la propia
Cruz. Pero además, es necesario una elección decidida, porque quien
quiera a sus padres o sus hijos más que a Jesús, tarde o temprano se
quedará por el camino, no llegará a la meta. No se trata de ponerle
límites al amor filial, paterno o materno, sino simplemente tener en
cuenta que, con los grandes que éstos sean, mayor deberá ser todavía el
amor a Dios, en quien toda nuestra vida encuentra su sentido...
3. UNIDOS EN LA IGLESIA,
PODEMOS AYUDARNOS A CARGAR CON LA CRUZ... Pero cuando elegimos a Jesús,
no estamos solos. Así como nos encontramos con él porque su Palabra nos
ha sido predicada por la Iglesia y sus Sacramentos lo hacen siempre
presente en ella, así también nuestra fe se hace sólida dentro de la
Iglesia...
En la Iglesia vamos juntos hacia la meta, invitando a todos los que
quieran subirse a ella. En cada diócesis tenemos un Obispo conduciendo
el timón, y Juan Pablo II ayer, y Benedicto XVI hoy, llevan el timón de
toda la Iglesia. Puede ser que en esta barca a veces algunos trabajen
(ver en el dibujo los que sostienen las velas y los que avistan el
horizonte), y otros sólo hablen y critiquen (ver los que toman mate en
la proa). Sin embargo, en esta barca todos tenemos una función y una
tarea insustituible...
En definitiva, es tarea de todos nosotros ayudarnos a cargar la Cruz. A
veces nos tocará, como en el comienzo y en el final de esta secuencia,
llevar el peso repartido entre todos. Otras veces, el que vaya
adelante, o en el medio, o más a la cola, se encontrará sin piso firme
para sostener la Cruz. En ese momento sólo podrá colgarse de la Cruz
que sostienen los demás...
Y bienvenido sea. Porque de esta manera, podrán superarse todos los
vacíos que se abran bajo nuestros pies. Hemos sido llamados a compartir
como familia de Dios una misma meta en el Cielo, y nada será mejor
preparación para disfrutarla, que empezar a compartir ya en el camino
la Cruz, que nos lleva a esa meta...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: