Esta fue mi predicación de hoy, 26 de diciembre de 2004, Domingo
de la Sagrada Familia del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar
Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su
madre es como quien acumula un tesoro. El que honra a su padre
encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado. El que
respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da
tranquilidad a su madre. El que teme al Señor honra a su padre y sirve
como a sus dueños a quienes le dieron la vida (Eclesiástico 3, 3-7).
- Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de
sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la
humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y
perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra
otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo,
revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección (Colosenses 3,
12-14).
- Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se
apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su
madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque
Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de
noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la
muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había
anunciado por medio del Profeta: "Desde Egipto llamé a mi hijo". Cuando
murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que
estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y
regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban
contra la vida del niño». José se levantó, tomó al niño y a su madre, y
entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en
Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido
en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una
ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por
los profetas: "Será llamado Nazareno" (Mateo 2, 13-15 y 19-23).
El misterio de Dios tomó humanamente una
dimensión tan familiar, porque el mismo Dios es en su misterio más
profundo una familia (Padre, Hijo y Espíritu Santo; así lo recordaba
Juan Pablo II en Puebla de los Ángeles, México, el 28 de enero de
1979). En la familia de Jesús, María y José, como hace falta en toda
familia, hubo autoridad, decisión, obediencia, oración. José obedeció a
Dios, y a él lo obedecieron Jesús y María. El Hijo de Dios creció
humanamente en una familia, que nos acercó de la manera más tierna la
imagen de Dios...