Abrirle las puertas a Cristo...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 24 de abril de 2005, Domingo V de Pascua del Ciclo Litúrgico A, día en que Benedicto XVI inauguró oficialmente su pontificado (iniciado, en realidad, en el mismo momento en el que aceptó su elección), en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Guía 1. EL QUE NOS GUÍA DEBE SABER A DÓNDE VAMOS, PARA ELEGIR BIEN EL CAMINO... Así sucede, por ejemplo, cuando estamos de vacaciones y vamos a las montañas del sur en Argentina. Es fascinante internarse por los senderos que nos llevan desde las costas de los lagos hasta las alturas de los cerros. Pero a veces puede ser peligroso, si no conocemos bien el lugar o no nos guía alguien que conoce bien la picada. Una situación semejante se nos presenta cuando visitamos una ciudad que no conocemos. Se nos facilitan mucho las cosas si nos acompaña alguien que vive en ella o que al menos ya ha estado allí, y puede entonces llevarnos sin demoras a sus lugares más importantes y a sus rincones más deliciosos...

Benedicto XVIPero esto resulta aún mucho más importante cuando se trata de nuestro Pastor, el de la Iglesia universal, Benedicto XVI, que hoy inauguró oficialmente su pontificado con la Misa que celebró en la plaza de San Pedro. El sabe bien a dónde vamos, sabe bien que Dios nos ha destinado al Cielo. Y nos lo recordaba en su Homilía, en la que se refirió lleno de afecto y gratitud, pero también de fe, a su predecesor, el querido Juan Pablo II. Nos decía que este Papa, que durante 26 años ha sido nuestro pastor y guía en el camino, cruzó el umbral hacia la otra vida, entrando en el misterio de Dios, pero no dio este paso en solitario, ya que quien cree, nunca está solo; no lo está en la vida ni tampoco en la muerte. Recordó que el día de sus funerales se invocó a los santos de todos los siglos rezando las letanías con las que se invoca a los santos que fueron sus amigos y sus hermanos en la fe, sabiendo que serían el cortejo viviente que lo acompañaría en el más allá, hasta la gloria de Dios. Nos decía, lleno de confianza, que al hacerlo, todos sabíamos que en el Cielo se esperaba su llegada, y que por eso ahora sabemos que él está entre los suyos y se encuentra realmente en su casa. Esa meta a la que Juan Pablo II llegó, siguiendo con fidelidad el camino de la fe, es la misma a la que nosotros somos llamados, y a la que Benedicto XVI debe guiarnos, habiendo asumido la sucesión de san Pedro, para la que lo eligió el Colegio de Cardenales el pasado 19 de abril...

Cielo2. NUESTRA META ES EL CIELO. JESÚS ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA... Benedicto XVI tendrá la misión de recordarnos siempre la meta, que no podemos olvidar, a pesar de que los medios de comunicación no suelen hablar de ella. Tampoco los gobernantes de la tierra, incluidos todos los que participaron hoy en la Misa que celebró Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro, parecen tenerla en cuenta de manera demasiado explícita. Pero nosotros no podemos dejar de tenerla en cuenta, ya que todo en nuestra vida debe encaminarnos a ella...

Benedicto XVIBenedicto XVI nos lo decía también hoy en su Homilía, en la que no desarrolla un "programa de gobierno" (esta expresión parece demasiado limitada para abarcar todo el contenido de su ministerio), sino simplemente  nos dice que su verdadero programa de gobierno es no hacer su voluntad, no seguir sus propias ideas, sino ponerse, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarse conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia. Nos decía que la Iglesia está viva, y nosotros lo experimentamos. Y para que a nadie le quedaran dudas, nos aclaraba que la Iglesia está viva porque Cristo está vivo, porque Él verdaderamente ha resucitado. Nos recordaba que en el dolor que aparecía en el rostro del Santo Padre en los días de Pascua, hemos contemplado el misterio de la pasión de Cristo y tocado al mismo tiempo sus heridas. Pero en todos estos días también hemos podido tocar, en un sentido profundo, al Resucitado. Hemos podido experimentar la alegría que él ha prometido, después de un breve tiempo de oscuridad, como fruto de su resurrección. Y nos recordaba que ésta fue precisamente la maravillosa experiencia de estos días por los que hemos pasado, con los tristes días de la enfermedad y la muerte del Papa. Todo lo vivido en esos momentos ha manifestado de modo maravilloso ante nuestros ojos que la Iglesia está viva, y además es joven. Pero yendo todavía más a fondo, nos hizo ver que la Iglesia lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro, porque Jesús resucitó y nos ha abierto las puertas y nos ha llamado al Cielo...

Benedicto XVINuestra meta es el Cielo, y Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida que nos allí nos llevan. Benedicto XVI es ahora el Vicario de Cristo en la tierra, el que hace aquí su veces. Por eso su tarea será mostrarnos el Camino, enseñarnos la Verdad y darnos la Vida de Jesús. Con referencia al Camino, el Papa será nuestro guía, y en eso consiste su tarea de gobierno de la Iglesia universal. Creo que para entender esta tarea resulta muy útil tener en cuenta lo que él mismo nos decía hoy en su Homilía. No es el poder lo que redime, nos decía Benedicto XVI, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es amor. Y nos recordaba las veces en las que a veces nosotros deseamos que Dios se muestre más fuerte, actúe más duramente, para derrotar el mal y crear un mundo mejor. Nos recordaba que todas las ideologías del poder se justifican así,  y justifican la destrucción. Nosotros, nos decía, sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, recordaba, todos necesitamos su paciencia. Dios, que se ha hecho Cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo, que se destruye por la impaciencia de los hombres, es redimido por la paciencia de Dios. Está diciéndonos, me parece, en qué consiste el gobierno de la Iglesia universal que ha caído sobre sus hombros. Y nos explicaba la actitud con que lo asume, diciéndonos que una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está...

Benedicto XVIEste contenido de su ministerio pastoral nos dice también la función que le toca de enseñarnos la Verdad de Jesús y brindarnos su Vida. También a esto se refirió en su Homilía, recordándonos que apacentar las ovejas quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar quiere decir también sufrir, interpreto yo, porque no se trata de un amor "blando", que pueda acomodarse a las circunstancias de los tiempos con la sola preocupación de agradar a todos o a la mayor cantidad posible (a veces parecería que esto es lo que se busca de la religión entendida como un "artículo de consumo"). Amar, dijo hoy Benedicto XVI, significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la Palabra de Dios. Palabra que no está en el poder de la Iglesia, ni siquiera del Papa, endulzar o "alivianar", para que "duela" menos. Amar, decía hoy Benedicto XVI, significa también dar el alimento de su Presencia, que él nos da en el Sacramento de la Eucaristía, así como también en todos los otros Sacramentos. Y el Papa deberá velar para que estos Sacramentos se celebren en toda la Iglesia, para el bien de todos los hombres, tal como la Iglesia los ha recibido...

Jesús, llaves, Pedro3. REZAMOS PARA QUE EL PAPA NOS AYUDE A ABRIRLE LAS PUERTAS A CRISTO... Los Cardenales eligieron uno de ellos, que con el nombre de Benedicto XVI ha sumido la sucesión de Pedro. Pero el mismo Jesús le ha entregado las llaves del Reino de los Cielos. Es de Jesús de quien recibe la misión y la potestad necesaria para llevarla adelante, como en su momento la recibió Pedro. Esta tarea del Papa es, ciertamente, y Benedicto XVI lo sabe, superior a cualquier fuerza humana que pueda imaginarse. Él es bien consciente, y lo dijo hoy, que es un débil siervo de Dios, que tiene que asumir una tarea inaudita, que supera realmente su capacidad humana. Por eso no extraña que nos pida que lo acompañemos con nuestra oración. Nos dice que recemos por él, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a nosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de nosotros, tanto personal como comunitariamente. Que recemos por él para que el miedo no lo lleve a huir ante los lobos. Nos pide también que recemos unos por otros para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros...

Benedicto XVIEn definitiva, Benedicto XVI, como lo hacía Juan Pablo II, tendrá que hacer presente a Jesús en este mundo descreído de hoy. Y como él mismo lo decía en su Homilía de hoy, sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. Benedicto XVI podrá hacer mucho para acercar a Jesús a este mundo de hoy necesitado de una felicidad que no termina de encontrar. Le sirve para ello su propia experiencia. Nos decía hoy: "Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él"...

Pero no alcanzará sólo con que el Papa haga. Hoy en su Homilía nos recordaba que Juan Pablo II, nos exhortaba a no temer, y a abrirle las puertas a Cristo. Nos decía que con esa exhortación Juan Pablo II se dirigía a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si le abrían sus puertas. Sí, nos dice hoy Benedicto XVI, Él ciertamente les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad, pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa. Nos hacía ver también que todos tenemos de algún modo miedo a que Jesús nos quite algo de nuestra vida, si lo dejamos entrar totalmente dentro de nosotros. Y terminaba con su propia exhortación: "¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida. Amén"...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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