Esta fue mi predicación de hoy, 24 de
abril de 2005,
Domingo V de Pascua del Ciclo Litúrgico A, día en
que Benedicto XVI
inauguró oficialmente su pontificado (iniciado, en realidad,
en el
mismo momento en el que aceptó su elección), en
el Hogar
Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Los Doce convocaron a todos los discípulos y les
dijeron: «No es
justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para
ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen
entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del
Espíritu Santo
y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De
esa manera,
podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la
Palabra» (Hechos
6, 2-4).
- Hermanos: Al acercarse al Señor, la piedra viva,
rechazada por
los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también
ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa
espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios
espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Porque dice la
Escritura: "Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y
preciosa: el
que deposita su confianza en ella, no será confundido" (1
Pedro 2, 4-6).
- Durante la última Cena, Jesús dijo a
sus discípulos: «No se
inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre
hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo
habría dicho a ustedes.
Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya reparado un
lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que
donde yo
esté, estén también ustedes. Ya
conocen el camino del lugar adonde
voy». Tomás le dijo: «Señor,
no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a
conocer el camino?». Jesús le
respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí» (Juan 14,
1-6).
Un abrazo y mis oraciones.