No hay que alejarse del Pesebre...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de la Nochebuena de este año 2004, en el
Hogar Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa de la Nochebuena:
- El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz:
sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se
regocijan en tu presencia. Como se goza en la cosecha, como cuando
reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba
sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso
lo has destrozado como en el día de Madián... Porque un niño nos ha
nacido, un hijo nos ha sido dado (Isaías 9, 1-3 y 5).
- La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos
los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad
y las concupiscencias del mundo, para vivir en la vida presente con
sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y
la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo
Jesús (Tito 2, 11-13).
- Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser
madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales
y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el
albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por
turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel
del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos
sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les
traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en
la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el
Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido
envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel,
apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a
Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a
los hombres amados por él» (Lucas 2, 6-14).
1. CUANDO COMENZAMOS A CELEBRAR
LA NAVIDAD, ES DE NOCHE... No sólo porque el sol ya se ha escondido
detrás del horizonte, y nos prepara un tiempo de descanso hasta que se
vuelva a asomar a la mañana siguiente. También es de noche porque es
seguro que todos estamos rodeados por algunas tinieblas. ¿Quién no
tiene algún dolor, que se ha sumado a los que el tiempo va acumulando
sobre nuestros hombros, como el que puede provenir de alguien que
estuvo en la última Navidad, y ya no está para celebrarla junto a
nosotros?...
Pero además, están esas tinieblas más densas, que se encuentran a la
base de todas las tristezas, y que son las que podríamos describir como
las tristezas corazón: las mezquindades, las cegueras, los egoísmos,
las ambiciones. Todas estas cosas a veces hacen muy oscuro el panorama
que tenemos por delante, y son capaces de quitarle el ánimo hasta al
más corajudo a la hora de celebrar la Navidad...
2. EN ESTAS TINIEBLAS EN LAS QUE
HABITUALMENTE CAMINAMOS ES DONDE BRILLÓ UNA GRAN LUZ... Nos lo dice con
su voz profética Isaías: "sobre los que habitaban en el país de la
oscuridad ha brillado una luz", es decir, aquí, entre nosotros,
rodeados por nuestras tinieblas habituales... Esta luz es la que nace
en un Pesebre. Esta luz es Jesús. Y Jesús no sólo es un motivo
suficiente, sino además el más legítimo y contundente, para la alegría.
Es en el Pesebre de Belén donde podemos ir hoy a buscar la alegría.
Allí vamos a encontrar a Jesús, y nos va a enseñar a vivir de una
manera justa y ordenada. Nos va a enseñar la paciencia. Nos hablará
también de la Cruz, que quizás se construye con los mismos maderos con
los que se hizo el Pesebre...
Porque el Pesebre hoy nos suena tierno y romántico, pero no es un
gran lugar, sino precisamente la falta de lugar para un Niño que es
Dios y quiere nacer hecho hombre. El Pesebre es un lugar para animales,
y es el único que le quedó libre a Dios cuando quiso venir a habitar
con nosotros. Como la Cruz fue el único lugar que le quedó, cuando ya
no se lo quiso escuchar más. Ambos, Pesebre y Cruz, son consecuencia
del rechazo de los hombres, cuando no quieren dejarle lugar a Dios en
este mundo, y pretenden dejarlo al margen, es decir, excluirlo (¡hoy
hay tantas cruces, y tantos pesebres!, es decir, lugares en los que no
se quiere dejar lugar a Dios, se lo quiere echar por la ventana)....
Ya desde el Pesebre este Niño, Jesús, va a desafiar a la muerte,
para darnos la vida con su resurrección. En el Pesebre nos va a enseñar
a tener constancia en la fe, y nos ayudará a responder con fidelidad a
Dios, que nunca falla, ni abandona a los suyos.
3. PARA QUE SEA SIEMPRE ALEGRE
LA NAVIDAD, NO HAY QUE ALEJARSE DEL PESEBRE... Porque por más que se lo
intente reemplazar de mil maneras, con fiestas más o menos paganas o
vacías de contenido (empezando por un Papa Noel que no tiene nada que
ver con su origen, la figura de un santo Obispo alemán, San Nicolás,
que repartía regalos a los niños pobres para que tuvieran con qué
celebrar el nacimientos de Jesús), la Navidad nunca será tal sin
Jesús...
En el Pesebre está José, el hombre justo, que hace lo que debe. En el
Pesebre también está María, siempre fiel y siempre alegre. En el
Pesebre está Jesús. No alejarse del Pesebre significará para nosotros
confiar en la Paz que puede darnos este Niño, que lo puede todo y que,
sin embargo, nace pobre. No hay que alejarse mucho del Pesebre, aunque
con la madera del Pesebre se construya después la Cruz, porque en ella
Jesús también vence. Y de la Cruz, como del Pesebre, surge la Paz que
buscamos y que necesitamos...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: