Para no tropezar...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 20 de febrero de 2005, Domingo II de Cuaresma del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Comiendo1. ES MÁS FÁCIL EMPRENDER LA MARCHA CUANDO SE VE CON CLARIDAD LA META... Si nos sube la presión, el médico seguramente querrá que comamos sin sal (si nos suben los kilos, que comamos sin grasas, y si nos sube la glucemia, que comamos sin azúcares y con pocos hidratos de carbono). ¿De dónde sacamos fuerza para hacerle caso, si no nos convencemos de las ventajas que tendremos, al precio del esfuerzo emprendido, al alcanzar la meta de una mejor salud? Lo mismo pasa con cualquier tratamiento médico. Para dejar de fumar (es decir, de quemar la plata y llenar de alquitrán los pulmones con el cigarrillo), hay que convencerse de las ventajas que tendremos al alcanzar, con los pulmones más limpios, la meta a la que nos lleva esa decisión...

DeportistaA los deportistas les sucede lo mismo. No necesariamente triunfan y alcanzan los mejores éxitos los que tienen más capacidad natural para el deporte que emprenden, sino los que, con la atención fija en las metas que se proponen alcanzar, pueden poner más empeño en desarrollar sus capacidades al máximo, y son capaces de esforzarse más en el entrenamiento y la capacitación continua (yo lo decía un director técnico que alcanzó un título mundial con la selección argentina: el mejor pateador, sólo alcanzará el mejor rendimiento posible si, todos los días, terminado su entrenamiento habitual, se queda un buen rato pateando pelotas al arco, hasta lograr ponerla exactamente en punto en que quiere ponerla cada vez)...

EstudianteTambién vale esto para los jóvenes que emprenden una carrera profesional. Si tienen clara la meta que quieren alcanzar, podrán poner todos los medios y todos los esfuerzos que los mantendrán en el camino y les permitirán llegar a lo que buscan. Y en realidad, lo mismo nos sucede a todos nosotros con la vida. También en este caso se trata de un camino que lleva a una meta. Y es más fácil recorrerlo, si vemos con claridad y estamos convencidos de la meta detrás de la cual vamos durante todo el recorrido...

Dios nos llama, como a Abraham, a ponernos en marcha hacia una tierra prometida. Somos peregrinos, en marcha hacia la Casa paterna, hacia el Cielo. Y, como nos dice San Pablo, hace falta sufrir por tomarse en serio esta Buena Noticia, en la que consiste esencialmente el Evangelio. En ese sufrimiento, nos sostiene la fortaleza de Dios, y nos ayuda tener presente la meta...
 
Transfiguración, Fray Angélico2. JESÚS TRANSFIGURADO NOS MUESTRA LA META, PARA QUE NOS ANIMEMOS A ASUMIR LA CRUZ... Eso hace con los Apóstoles Pedro Santiago y Juan, inmediatamente después de haberles anunciado que su camino pasaría por la Cruz. Y para animarlos, aparece ante ellos transfigurado, con el rostro resplandeciente como el sol y las vestiduras blancas como la luz, mostrándoles anticipadamente el final que alcanzaría con la resurrección. Nosotros también estamos hechos para la gloria y para la resurrección. A su lado, están Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas, es decir, toda la Palabra de Dios. Y Dios Padre nos dice, refiriéndose a Jesús con autoridad y con asistencia: «¡Escúchenlo!»...

VoluntarioEsa Palabra de Dios nos dice que, al ponernos en marcha, como Abraham, tenemos que dejarlo todo. No se puede cargar nada de lo que juntamos o acumulamos. Por la "aduana" de destino sólo puede pasar lo que hayamos dado. Toda la Palabra de Dios es una Palabra de Amor que nos exhorta a comprender que no hay otro camino que no sea el amor, la generosidad, la solidaridad y la entrega. Ahora es el tiempo, entonces, para dar, con generosidad. Y para saber cómo hacerlo, basta con mirar alrededor, y hacer lo que necesita el que tenemos sentado al lado. Así podemos asumir cada uno la tarea que nos toca. Por ejemplo, aquí en el Hogar Marín, sin importar si es grande o pequeña, ya que lo que importará será que pongamos en ella. Para uno será lavar o secar los platos, para otros poner o levantar la mesa, quizás para otro regar las plantas o barrer las hojas, para alguno más será conversar un poco con el que está más triste o más solo, también para alguno será ayudar al que no puede caminar o desplazarse solo en la silla de ruedas, quizás para alguno será hacer rosarios, y para otro rezarlos. Y del mismo modo, en el resto del mundo cada uno tendrá su tarea. Todas ellas se realizarán bien con pequeños o grandes actos de amor, que nos hacen avanzar en nuestro camino...

Esto no se hace sin sufrimiento. El amor nos lleva a entregar la vida buscando el bien de nuestros hermanos. Esto requiere esfuerzo, ánimo, constancia. Por eso, porque nos puede invadir el desaliento o el cansancio, Jesús nos muestra la meta, como a los Apóstoles. Mientras caminamos en esta Cuaresma por este camino de fe que nos hace crecer en el amor, Jesús nos ayuda a levantar la mirada, para que viéndolo a Él transfigurado, con el rostro resplandeciente y las vestiduras blancas, tal como será después de la Cruz gracias a su Resurrección, recordemos y tengamos siempre presente, a la hora de la Cruz, que nuestra meta es el Cielo...
 
Juan Pablo II, Memoria e identidad3. PARA NO TROPEZAR EN LAS PIEDRAS DEL CAMINO, HAY QUE TENER SIEMPRE A LA META... El camino de la fe tiene sus piedras de tropiezo. Ya vimos el Domingo pasado que aparecen bajo la forma de la tentación. No sirve caminar con la mirada fija en el piso, mirando sólo las tentaciones, porque tarde o temprano caeremos en ellas. Eso puede servir para no llevarse por delante los escalones, y para no caerse en los agujeros que a veces hay en las calles de Buenos Aires, pero no sirve para el camino de la vida, para el cual hace falta tener siempre a la vista la meta...

Cruz y CieloHasta los grandes santos tuvieron sus momentos de oscuridad. Nos lo cuentan Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús, entre otros. El miércoles próximo, 23 de febrero, se publicará un nuevo libro de Juan Pablo II, titulado Memoria e identidad, en el que él mismo nos habla, entre muchas otras cosas, de sus miedos, por ejemplo, cuando sufrió el atentado del año 1981 en la Plaza de San Pedro. ¿Cómo no nos va a pasar a nosotros, entonces, que sintamos el cansancio, el desaliento, la tentación de pensar que de nada val el esfuerzo de la fe, ya que nada parece cambiar para bien en el mundo que nos toca vivir?...

En esos momentos hay que buscarse el tiempo, por ejemplo a través de momentos dedicados especialmente a la oración, con más intensidad en este tiempo de Cuaresma, para recordar, con la mirada dirigida hacia le Cielo, que allí está nuestra meta. Así podremos recobrar el entusiasmo que nos permita cargar con alegría la Cruz, en nuestra marcha hacia el Cielo, a donde vamos...

Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
Consultas o comentarios, aquí:Correo



Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: