Para vencer todas las tentaciones...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 13 de febrero de 2005, Domingo I de Cuaresma del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Vendedor1. LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN A PRIMERA VISTA... Basta para comprobarlo prestar atención a lo que dicen los vendedores sobre los diversos artículos de consumo, cuando quieren convencernos de sus bondades. Siempre abundan en la descripción de sus virtudes y ventajas, y ocultan o guardan respetuoso silencio sobre sus limitaciones o defectos. Después, si los llegamos a adquirir, no tardan en aparecer todas esta limitaciones, que inevitablemente tienen todo lo consumible que se nos ofrece...

NegocioLo mismo sucede con los negocios. Suelen presentarse siempre como ventajosos para todos los que intervienen, aunque suelen ser así sólo unos pocos, los que están bien hechos. En otros casos, que a veces o en algunos lugares pueden convertirse en la mayoría, resultan ventajosos sólo para algunos, teniéndose como resultado lo que vemos que sucede en la economía de mercado, por más mecanismo que se traten de implementar para equilibrarla: los ricos terminan siendo cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres...

DiabloEn realidad, este mismo mecanismo es el que se pone en marcha con las tentaciones que aparecen cada día en nuestra vida. Tal como aparece en el descriptivo relato del Génesis, también a nosotros el demonio trata de confundirnos, presentándonos verdades a medias, que es un modo de presentarnos mentiras. Siempre se presentan a través de algo que se nos aparece como bueno, pero que si miramos con atención, resulta un bien que está fuera de lugar, un bien desordenado, y que por lo tanto deja de ser tal. La voluntad sólo se mueve por el bien. Por eso, siempre que elegimos algo, es porque nos parece bueno. Pero hay que tener cuidado de no caer en la trampa que nos presentan los bienes aparentes, juzgando con cuidado el bien que es debido en cada lugar. Pensemos, por ejemplo, en el amor entre el hombre y la mujer, un bien culminante, que, sin embargo no es tal, si no va de la mano del compromiso para toda la vida, que se asume en el matrimonio. La expresión sexual de la entrega mutua en en sí mismo un bien, que, sin embargo, sólo se encuentra en su lugar dentro del matrimonio...

Por eso, al comenzar la Cuaresma, que es un tiempo de conversión que nos prepara a la celebración de la Pascua, Jesús nos muestra cómo debemos hacer para vencer las tentaciones, a través de lo que Él mismo hizo ante las mismas en el desierto, que nosotros intentamos revivir en este tiempo de Cuaresma, como un tiempo de un encuentro más vivo con Dios...

Eucaristía2. LA PALABRA DE DIOS NOS ILUMINA PARA VENCER TODAS LAS TENTACIONES... Todas las tentaciones que pueden presentarse en nuestra vida se resumen en las que tuvo que enfrentar Jesús en el Desierto, lugar al que se retiró para pasar cuarenta días en la soledad y en la oración, preparándose para el comienzo de su ministerio público, predicando la Palabra de Dios. Y justamente, Jesús nos enseña a encontrar en la Palabra de Dios la respuesta que nos permite vencer todas las tentaciones...

a) La primera tentación, de saciar el hambre al que lo llevaron los días de ayuno, nos habla de todas las tentaciones que nos presenta el mundo materialista y hedonista de nuestro tiempo, proponiéndonos el camino de la felicidad por la satisfacción de los sentidos. Frente a esta mentira, Jesús nos recuerda, con la Palabra de Dios, que no sólo de pan vive el hombre. De hecho, nuestro alimento principal viene de Dios, son las Palabras que salen de su boca. Por eso, no hay Mesa más importante que aquella en la que el mismo Jesús y su Palabra se nos brindan como el alimento que nos fortalece. En eso consiste la Misa dominical, como también la de cada día, si tenemos la posibilidad de acudir a ella, al menos de vez en cuando...

Juan Pablo IIb) Frente a la tentación de escaparle al dolor, que para Jesús se presentaba como la posibilidad de tirarse desde la parte más alta del Templo, confiando en que Dios no podía abandonarlo y debía enviarle a los Ángeles para que lo sostuvieran como entre algodones, Jesús nos enseña a escaparle a la solución mágica de las dificultades, para que no estemos siempre pidiéndole a Dios los milagros que nos permitan superarlas sin esfuerzos. El Papa Juan Pablo II es hoy un testimonio vivo de lo que significa el valor de la Cruz, como camino de la entrega cotidiana, conduciendo a la Iglesia desde su dolor y sus limitaciones. No sólo los creyentes, sino el mundo entero, tendría mucho que aprender, especialmente los que se confían en el poder y en la omnipotencia, de este hombre increíble, que conduce quizás más y mejor que los más fuertes de ellos, desde la debilidad y la entrega...

Juan Pablo II rezac) Finalmente, ante la tentación del poder, que para Jesús se manifestaba con la posibilidad de poseer y dominar el mundo entero, y que para nosotros toma todas las formas en las que se nos parece el dominio y el sometimiento de los demás como la tentación de solucionar los problemas de la convivencia humana imponiendo nuestra voluntad a los demás, la respuesta de Jesús nos ayuda a tener en cuenta que sólo Dios es Dios, y sólo a él podemos darle ese lugar. Me parece que en esto también Juan Pablo II es hoy un testimonio vivo, que nos enseña no sólo con sus palabras sino con su vida entera. ¿De dónde saca fuerzas para seguir adelante, este hombre que parece haberlo dado ya todo, y que sigue, sin embargo, entusiasmado y decidido en su entrega? Está claro que es un hombre de oración, y es allí, no en su salud, o en su juventud donde está su fuerza...

De la mano de JesúsJuan Pablo II y la Cruz3. SIEMPRE HABRÁ TENTACIONES, PERO DE LA MANO DE JESÚS PODREMOS VENCERLAS... La enseñanza de Jesús es clara y contundente. Es ayudados con la Palabra de Dios que se hace posible responder siempre a todas las tentaciones. Si nos tomamos de la mano de Jesús, siempre tendremos su Palabra a mano, y guiados con ella podremos encontrar el camino que nos permita superar las tentaciones, sin caer en sus trampas y falsas ilusiones...

Es cierto, si nos tomamos firmes, con las dos manos, de Jesús, no tardará en aparecer la Cruz, el dolor y el sacrificio que acompañan la entrega. Es inevitable, la Cruz es el lugar preferido de Jesús, ya que fue su camino, como es también el nuestro, a la Resurrección. Valga, entonces, tomar también en esto el testimonio de Juan Pablo II que, afirmado en la Cruz, nos muestra el camino a la Vida eterna...


POSDATA: Agrego a continuación, ya tiene que ver con la predicación de hoy, la columna que escribí para el periódico La Nación, de Buenos Aires, que fue publicada el pasado Viernes 11 de febrero de 2005, en la página 4 de la edición impresa:

Opinión

Por encima de la salud, está su fe


http://www.lanacion.com.ar/exterior/nota.asp?nota_id=678647

Por Alejandro W. Bunge
Para LA NACION

Cuando Jesús confió a San Pedro la conducción de la Iglesia naciente, le encargó la tarea de confirmar en la fe a sus hermanos. Esto nos ayuda a comprender cómo Juan Pablo II puede seguir sirviendo a la Iglesia Católica y al mundo entero a pesar de su enfermedad, como él mismo dijo el domingo pasado desde su habitación, en el Policlínico Gemelli, con palabras que leyó su estrecho colaborador, monseñor Leonardo Sandri.

Cuando Juan Pablo II fue elegido, era un hombre joven, fuerte, deportista y de muy buena salud. Sin embargo, no fue por esas condiciones que reunió los votos necesarios en el cónclave que lo eligió.

Lo eligieron porque era un hombre de fe firme y segura, entregado plenamente a Dios y probado en su servicio como obispo, tanto al frente de la diócesis de Cracovia, en su Polonia natal, como por su activa participación en el Concilio Vaticano II.

Lo eligieron porque lo consideraron la persona adecuada para llevar adelante la tarea que Jesús confió a Pedro de confirmar en la fe a sus hermanos.

Hoy el Papa no tiene la juventud, ni la salud, ni la fortaleza que tenía cuando fue elegido. Pero su fe sigue intacta.

Es más: en todo este tiempo, como pastor de la Iglesia, su fe ha sido probada por todo tipo de adversidades, desde el atentado que sufrió en el año 1981, hasta los múltiples achaques de salud, pasando por todas las circunstancias, a veces muy duras, en las que su mano a la vez firme y convincente sostuvo con la sabiduría que viene de Dios el timón de la Iglesia.

Y ha manifestado repetidamente su voluntad de ser fiel a Dios en la misión que de El mismo recibió, hasta cuando el mismo Dios quiera.

El Papa está enfermo; su salud está seriamente comprometida y a todos puede apurarnos la ansiedad, ante un futuro incierto. ¿Qué podemos hacer?

Ante todo, me parece, tenemos que recordar que la Iglesia es una familia. El que está anciano y enfermo es quien tiene la función del padre de esta familia y sigue siendo el padre en esta familia, a pesar de su enfermedad.

El fundamento de la Iglesia

Nosotros, entonces, debemos comportarnos con amor y con respeto, sin impacientarnos ante el futuro que no está en nuestras manos y poner toda nuestra confianza en Dios, que no abandona nunca a sus hijos.

Las normas de la Iglesia no prevén qué debería hacerse si el Papa quedara totalmente incapacitado para cumplir su función.

Si se diera esa hipotética situación, la Iglesia seguiría adelante con su misión, como lo ha hecho en los períodos en los que la sede apostólica ha estado vacante, a veces por largo tiempo.

Nuestra confianza está puesta en Jesús, que le prometió a Pedro y a sus sucesores que los asistiría siempre, hasta el fin de los tiempos.

Jesús le dijo al primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mateo 16, 18).

La fe de Pedro, explicaría San Agustín, es el fundamento sobre el que Jesús edificó su Iglesia.

Hoy, esta fe, que hace de fundamento de la Iglesia, es la de Juan Pablo II. Hasta que Dios quiera...

El autor es presbítero, doctor y profesor de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica Argentina.


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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