La misión comienza con el Bautismo...
Queridos amigos:
Esta es mi predicación de hoy, 9 de enero
de 2005,
Domingo del Bautismo del Señor, del Ciclo Litúrgico A, para la
Misa que
celebraré para unas familias amigas en casa de una de
ellas, en Bariloche. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se
complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el
derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará
resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha
que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá
ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas
lejanas esperarán su Ley (Isaías 42, 1-4).
- Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por
Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a
Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó
haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del
demonio, porque Dios estaba con él (Hechos 10, 37-38).
- Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para
ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que
tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi
encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque
conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo
permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se
abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una
paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía:
«Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección» (Mateo 3, 13-17).
1. LAS COSAS NO SIEMPRE CUESTAN
TODO LO QUE VALEN... A veces buscamos algunas cosas simplemente porque
son de marca, aunque justamente por eso, cuestan más. Sin embargo, los
tiempos que vivimos en Argentina (probablemente más realistas que la
década anterior, en la que podíamos caer fácilmente en la ilusión de
creer que éramos prácticamente un país del primer mundo), nos van
acostumbrando a una manera distinta de mirar las cosas, ya que no nos
sobra mucho, o nada, y se hace necesario encontrar lo que es bueno,
aunque no sea caro...
En realidad, es una fantasía en la que fácilmente podemos caer
envueltos por la propaganda, pensar que una marca alcanza para que algo
sea bueno (en mis tiempos de juventud, había una casa que fabricaba
unos mocasines que estaban de moda, y de tal modo se habían hecho el
nombre, que uno sentía que en realidad no estaba bien calzado hasta que
llegaba a tener esos mocasines, por más que tuviera otros que eran
iguales, o incluso mejores, y más baratos, pero de otra marca). Sin
embargo, ya seguramente hace rato la vida nos ha enseñado que no
necesariamente las cosas más caras son las que más valen, ni las cosas
que más importan cuestan siempre todo lo que valen. Por eso, hay que
estar muy atentos para aprender a valorar siempre las cosas, no tanto
por lo que cuestan, sino por lo que realmente valen. Si hacemos esto,
fácilmente nos vamos a llevar muchas sorpresas, por una cantidad de
dones con los que contamos, que en realidad no nos han costado nada y
valen mucho...
El mismo don de la vida, que hemos recibido de Dios, junto con el
Bautismo, que la ha convertido en un llamado y una misión, son regalos
de Dios, y como tales totalmente gratuitos, que valen más que cualquier
otra cosa para cualquiera de nosotros. Hoy el Bautismo de Jesús nos
invita a celebrar estos dones con los que Dios nos ha bendecido...
2. JESÚS HA VENIDO A SALVARNOS, Y ESA MISIÓN
COMIENZA CON SU BAUTISMO... Jesús es coherente: nació pobre en un
Pesebre, y nos salva sin triunfalismos, con los pies en la tierra,
llenos de barro. Sufre las consecuencias del pecado y de la muerte,
para salvarnos del pecado y de la muerte...
Jesús mismo, el Hijo de Dios, unido al Padre desde toda la eternidad, y
hecho hombre para participar de nuestra condición humana y llamarnos a
participar de su condición divina, quiso ser bautizado en el Jordán. No
porque le hiciera falta, ni para cambiar o completar nada en Él, sino
simplemente para transformar el Bautismo mismo. Y desde ese momento, de
manera totalmente gratuita, sin que podamos con nada pagar ni siquiera
parte de semejante don, somos llamados por el Bautismo a participar de
la vida de Dios, pasando a ser sus hijos. Por eso somos llamados a
participar de su eternidad, y a vencer la muerte para resucitar como
Jesús, al fin de los tiempos...
"Dios estaba con Él", nos dice
hoy la Palabra de Dios. Y se ha venido a la tierra, hecho Hombre y
nacido de María, de una vez para siempre, para estar con nosotros. Con
Jesús, Dios está con nosotros siempre y a toda hora, y no nos deja, si
no queremos abandonarlo. "Pasó haciendo el bien" nos dice también el
Libro de los Hechos de los Apóstoles. Esa es su misión, y nuestra
salvación. En el momento en que Juan el Bautista bautizó Jesús, "se
abrieron los cielos", descendió el Espíritu Santo y se oyó la voz de
Dios Padre: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección". Predilección significa un amor que elige, por encima de
otros...
Todo esto pasó con Jesús el día de su Bautismo. Y exactamente lo mismo
es lo que pasa con nosotros cuando somos bautizados. Ese día nuestra
vida cambió por completo. De ser un gran posibilidad, con un futuro
incierto por delante, pero siempre, en todo caso, limitado entre el
instante inicial, el día de nuestro nacimiento, y una barrera
infranqueable, nuestra muerte, pasó a ser una invitación, que viene de
Dios, a participar de su vida, por toda la eternidad. Pero en Jesús, y
en nosotros, Bautismo y misión van siempre de de la mano. Por eso, el
Espíritu Santo viene a nosotros en nuestro Bautismo, y nos marca para
una misión...
3. PREDILECTOS DE DIOS, SU
ESPÍRITU SANTO NOS HACE HUMILDES Y SOLIDARIOS... Dios está siempre con
nosotros, y éste es un don al que, a fuerza de acostumbrarnos, podemos
dejar de tener en cuenta, junto con todo lo que vale. Él nos ofrece su
Espíritu, a raudales. Nosotros, bautizados en Jesús, animados por su
Espíritu, participamos de su misión: también para nosotros esa misión
consiste en pasar nuestra vida haciendo el bien. Dios nos ha elegido
para esto con predilección...
Eso sí: para recibir el Espíritu de Jesús, hay que tener, como Él,
un corazón humilde y solidario. Porque muchos hombres hoy se encuentran
en condiciones de necesidad y de miseria, que golpean a nuestras
puertas como un llamado que viene de Dios y nos recuerda nuestra
misión. Por lo tanto, mientras pedimos al cielo y a la tierra, a Dios y
a los hombres, que se haga justicia para todos los que de diversa
manera hoy se encuentran heridos o lastimados en su condición humana,
tanto por las fuerzas de la naturaleza o la desidia humana, nos toca
tratar de responder a las circunstancias en las que vivimos siendo
nosotros mismos justos, pero además, buenos y solidarios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: