Esta fue mi predicación de hoy, 19 de diciembre de 2004,
IV Domingo
de Adviento del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les
basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el
Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a
luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel (Isaías 7, 13-14).
- Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado el Apóstol, y
elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que él había prometido
por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su
Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la
carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu
santificador por su resurrección de entre los muertos (Romanos 1, 1-4).
- Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba
comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre
justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en
secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu
esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu
Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús,
porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Todo esto sucedió
para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
"La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de
Emanuel", que traducido significa: «Dios con nosotros». Al despertar,
José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a
su casa (Mateo 1, 18-24).