Esta fue mi predicación de hoy, 12 de diciembre de 2004,
III Domingo
de Adviento del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes;
digan a los que están desalentados: «¡Sean fuertes, no teman: ahí está
su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a
salvarlos!». Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán
los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y
la lengua de los mudos gritará de júbilo (Isaías 35, 3-6a).
- Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo
el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando
pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera.
Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor
está próxima. Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser
condenados (Santiago 5, 7-9).
- Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo,
y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: «¿Eres tú el que ha
de venir o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Vayan a
contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los
paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen;
los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y
feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!» (Mateo 11, 2-6).
Jesús vino, en Belén, para sanar
nuestros corazones y volverlos
hacia Dios. De esta manera, nos ha acercado entre nosotros, y nos ha
enseñado a vivir como hermanos. No hace lo que a nosotros nos toca,
pero nos muestra cómo hacerlo. Jesús no vino a enseñar economía (aunque
con sus Palabras nos da la clave para hacer una economía más humana,
que ponga a cada hombre, y no lo que hace o produce, en el centro de
nuestras preocupaciones). Jesús no vino a organizar los partidos
políticos (aunque su enseñanza es clave para quien quiera ser un buen
político, que haga de su tarea un servicio útil para los demás). Jesús
no vino para dirigir los equipos de fútbol para que puedan ser
campeones (aunque su Palabra es clave, para hacer del deporte una
actividad sana, que lleve al encuentro y a la fraternidad). Jesús no
nos dejó un manual con todas las indicaciones para organizar un Hogar
de Ancianos como una casa donde sus residentes vivan sus últimos días
en un clima de familia lleno de alegría y de amor, pero los santos,
como la Beata Juana
Jugan, viviendo con intensidad su fe,
han aprendido a hacerlo a la luz del Evangelio. Y lo mismo podríamos
encontrar revisando todas y cada una de nuestras actividades
habituales. En cada una de ellas, tomarse en serio el Evangelio y
decidirse a vivirlo con integridad transforma nuestra vida, a la luz
del Pesebre y de la Cruz que llevan al Cielo...