Esta fue mi predicación de hoy, 5 de 2004,
II Domingo
de Adviento del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto
al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño
pequeño los conducirá, la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías
se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El
niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la
víbora, meterá la mano el niño apenas destetado (Isaías 11, 6-8).
- Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los
mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para
que con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de
nuestro Señor Jesucristo. Sean mutuamente acogedores, como Cristo los
acogió a ustedes para la gloria de Dios (Romanos 15, 5-7).
- En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el
desierto de Judea: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está
cerca». A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: "Una voz grita
en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos".
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se
alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de
toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se
hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su
bautismo, Juan les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar
de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera
conversión (Mateo 3, 1-8).